En esta temporada de premios, Roma ha arrasado en las entregas internacionales como una de las mejores películas del año. Algunos de los valores estéticos sobre los que más se comentan en esta obra personal de Cuarón son los que conciernen a la fotografía y al diseño de arte. Además, existen elementos de la cultura alimentaria de México que es pertinente analizar.
Además de lo que se come, es esencial entender el cómo se come y con quién se come. Por ejemplo, el close up en el que un niño llena de limón su platillo que parece contener carne, ejotes y arroz habla de un modo que algunos mexicanos se atribuyen como algo muy propio, que es el de poner limón a todo. Además, existen elementos del paisaje alimentario urbano que son imposibles de negar al hablar de la vida en la ciudad: puestos callejeros de jugos, anafres y vendedores ambulantes de semillas y cacahuates. El esparcimiento de dos empleadas domésticas es retratado con paseos al centro histórico y una torta de pavo, de ésos que puede encontrar quien se adentra por las calles del centro histórico de Ciudad de México. Además, el lenguaje coloquial con el que los mexicanos integramos aspectos culinarios a expresiones idiomáticas está presente en frases como aquella que lanza el novio de una de las dos empleadas al encontrarlas en el local de tortas: “¿Por qué tan solitas comiendo tortitas, las tortitas?”, para referirse con picardía a ellas y a lo que comen.
Uno de los anuncios más trascendentales que una madre de familia hace a sus hijos se da en medio de una comida en una de esas palapas con antojitos del mar que muchas familias de clase media visitaron durante la infancia. No es coincidencia tampoco que un anuncio que cambia su vida se haga así, en medio de la comida, en un lugar público: la vida sentimental de muchos de nosotros transcurre entre tragos y bocados. La comida es el mejor vehículo para pasar el mal rato, o bien para celebrarlo. La comida es, entonces, un poderoso elemento que sirve también para contar historias. (El Economista)