Dos meses después de que el presidente venezolano, Nicolás Maduro, visitara a su par turco, Recep Tayyip Erdogan, en Ankara, surgió una misteriosa compañía llamada Sardes.
La firma inició su actividad comercial en enero de 2018, cuando importó cerca de 41 millones de dólares en oro desde Venezuela, la primera transacción de este tipo entre los dos países en registros que se remontan a 50 años. El mes siguiente, su volumen aumentó más del doble, con Sardes transportando casi 100 millones de dólares a Turquía.
En noviembre, cuando el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, firmó una orden ejecutiva que autorizaba las sanciones sobre el oro venezolano, después de enviar a una misión para advertir a Turquía sobre la operación, Sardes había sacado del país 900 millones de dólares del metal precioso. No está mal para una compañía con solo 1 millón de dólares en capital, de acuerdo con los documentos regulatorios en Estambul.
No es la primera vez que Turquía se posiciona como una alternativa para los países que enfrentan las sanciones de Estados Unidos, lo que potencialmente socava los esfuerzos de Washington por aislar a los gobiernos que considera hostiles o corruptos.
Ankara a menudo ha probado los límites de la tolerancia de Estados Unidos y la alianza entre los miembros clave de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) ahora está esencialmente rota, según dos altos funcionarios de EU.
Turquía, que durante mucho tiempo fue uno de los socios más valiosos de Estados Unidos en una región que se extiende a lo largo de Europa y Oriente Medio, ha encontrado cada vez más intereses comunes con países autoritarios como Rusia, China, Irán y Venezuela.
Cuando el líder de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, se declaró presidente legítimo de Venezuela el mes pasado, Estados Unidos y muchos otros países occidentales se apresuraron a declararle su apoyo. Turquía se alineó con los que respaldan a Maduro.
No se sabe qué es lo que sustenta el apoyo de Turquía a Maduro más allá de una oposición general a la intromisión de Estados Unidos y los esfuerzos para derrocar a los gobiernos nominalmente democráticos.
Erdogan se enfrentó a un intento de golpe de estado en 2016 y se ha convertido en un defensor de los líderes electos en todas partes, incluso cuando los votos no fueron considerados ni libres ni justos. Los lazos económicos entre las dos naciones son apenas un factor: Venezuela no se encuentra entre los 20 primeros socios comerciales para Turquía, según datos que recopiló Bloomberg.
Sin embargo, eso no quiere decir que Erdogan no pueda usar la economía de 850 mil millones de dólares de Turquía, la más grande de Medio Oriente, para ayudar a los amigos necesitados.
Los datos oficiales hacen imposible saber dónde terminó el oro venezolano después de que aterrizó en Turquía. El gobierno turco no reveló el paradero del metal amarillo.
«Turquía en realidad no tiene intereses estratégicos en Venezuela. Si bien puede beneficiarse del comercio del oro, es probable que el rendimiento de este no justifique un riesgo político adicional que podría perjudicar a la economía turca», señaló Ozgur Unluhisarcikli, jefe del German Marshall Fund de Estados Unidos en la capital turca.
«En resumen, Turquía no tiene un gallo en esta pelea y se abstendrá de escalar con Estados Unidos sobre Venezuela», indicó.
Fuente: El Financiero