Un deporte como el fútbol americano supone, por decreto, el uso excesivo de la fuerza y la velocidad para prosperar. Por eso sorprende la capacidad de elección y pericia que tienen los mariscales de campo. Tom Brady ha sido un prodigio desde su irrupción con Patriots en 2001. Su capacidad para resolver jugadas en escasos segundos de juego le ha valido para ganar cinco títulos del Super Bowl y su legado se encontrará con una antípoda: la irreverencia de Los Ángeles Rams.
Brady saldrá al escenario del Super Bowl 53, el próximo domingo 3, como el veterano. Con 41 años ha llevado a New England al mayor espectáculo deportivo de Estados Unidos. En los últimos 20 años y junto con su entrenador, Bill Belichick, han alcanzado nueve finales, una proeza en una liga con altos niveles de competitividad como la NFL. El inicio de la era de los Pattriots fue en 2002 cuando ganaron el trofeo a los Rams. De aquella vez repetirán final solo Belichick y Brady. Y mientras ellos se convertían en héroes de póster, el ahora entrenador de los Rams, Sean McVay, era un adolescente de 16 años indeciso entre no saber si jugar como mariscal o como receptor. En ese mismo 2002, el hoy quarterback del equipo de California, Jared Goff, tenía solo ocho años.
Los Ángeles Rams resplandecieron esta temporada. Sumaron 13 triunfos y tres derrotas en la temporada regular. En uno de esos juegos, contra Kansas City, lograron lo nunca antes visto en el deporte: ganar un partido con más de 100 puntos en el marcador (54-51) y con Goff, de 24 años, como un lanzador eficaz. En los playoffs, se sacudieron de encima a uno de las plantillas favoritas y de gran abolengo en la NFL, Dallas Cowboys. En su último juego pasaron por encima de otro equipo estelar como lo fueron New Orleans Saints.
“Todos piensan que apestamos y no podemos ganar”, dijo Brady cuando su equipo, New England, ganó su boleto al Super Bowl. Su reproche develó la sombra que le ha acompañado desde 2015 cuando fue sancionado por la NFL por emplear balones desinflados para sacar ventaja contra Indianapolis conocido como el deflategate. En la temporada en curso lograron 11 triunfos por cinco derrotas, en la postemporada batieron a otro equipo de Los Ángeles, los Chargers, y después a Kansas City, en la prórroga.
Tom Brady se ha consagrado como el único quarterback con cinco anillos de campeón, si gana uno sexto pasarán años para que algún novato pueda sentarse en la misma mesa. “Como niño lo veía ganando Super Bowls y ahora todos queremos ser como él”, dijo Goff durante la semana. “Cada año trato de ser mejor y estar en este juego provoca que lo aprecie más porque las oportunidades de llegar son menores que cuando eres joven. Todo pasa tan rápido que no te das cuenta cuánto cuesta llegar aquí”, mencionó el mariscal de campo de Patriots.
Si en los Patriots hay una estela de éxito, en los Rams lo que más sobra es el potencial. Desde el entrenador, Sam McVay, quien en 2017 se convirtió en el entrenador en jefe más joven de toda la NFL con 30 años. McVay eligió dirigir la sinfonía de golpes y, en un par de temporadas, ha llevado a la escuadra al partido cúspide. Su abuelo, John McVay, administró, desde el escritorio, a los 49ers de San Francisco para ganar cinco Super Bowls en los ochenta. Un jugador clave es Tood Gurley II, un corredor de 24 años que ha aportado 17 touchdowns durante la temporada y se ha consagrado como una promesa en el avance de la ofensiva de los suyos. En la defensiva, Aaron Donald, de 27, se ha erigido como un duro cazador, con 20,5 capturas al rival.
Para los Rams será la oportunidad de la década para intentar ganar una Super Bowl. La única vez que lo lograron fue en el 2000 y han perdido las ediciones de 1980 y 2002. El miedo a ser expertos en derrotas también sobrevuela en New England porque si pierden el próximo domingo en Atlanta serán el equipo con más finales perdidas, seis. La estrategia será confiar en los guardianes de la esencia del triunfo: Belichick y Brady.
Fuente: El País