Argentina es menos rica que en 2017. La economía del país sudamericano retrocedió en 2018 un 2,6%, según las cifras difundidas este miércoles por la oficina estadística nacional (Indec). El dato es una suerte de corolario de un año para el olvido, en el que volaron por los aires todas las previsiones oficiales, de analistas financieros y hasta organismos internacionales como el FMI o el Banco Mundial. Argentina debía crecer el año pasado al menos un 3%, pero acabó el ejercicio con una cifra similar, pero en negativo. En el camino quedó la mitad del valor de su moneda, una inflación cercana al 50% y una deuda externa en dólares que pasó en menos de un año de representar el 40% del PIB a más del 80%, según datos de la Cepal. El Gobierno de Mauricio Macri se encuentra enfrascado en la administración de los malos resultados económicos, muy duros en un año en el que el presidente buscará la reelección en las elecciones del próximo 27 de octubre.
El año había empezado bien para Argentina, con un crecimiento del 3,5% en el primer trimestre y la expectativa de que la economía encadenaría dos años consecutivos al alza tras el buen registro de 2017. Pero todo cambió en abril, cuando el contexto internacional viró abruptamente. Endeudado en dólares para sostener un déficit en cuenta corriente de 5%, el país sudamericano no pudo resistir la salida de capitales y el fin del crédito barato que golpeó a todos los mercados emergentes tras la subida de los tipos de interés en Estados Unidos. La peor sequía en 40 años redujo el ingreso de divisas por exportaciones y completó la “tormenta perfecta”, como la definió Macri. Argentina mostró entonces toda su vulnerabilidad, una vez más. De aquellas previsiones de crecimiento e inflación controlada, cerró el año con todos sus números en rojo en una demostración más de lo tozuda que puede llegar a ser la realidad.
El 8 de mayo, Macri anunció que negociaba con el Fondo un crédito de 50.000 millones, el mayor concedido a un solo país por el organismo internacional. A cambio, Argentina se comprometía a un duro ajuste fiscal. En julio, el PIB ya caía 0,4% con respecto al mismo mes de 2017, tras arrancar enero con una subida del 4,3%. El 29 de agosto, Macri anunció otra negociación con el FMI para sumar 7.000 millones de dólares al rescate original y anticipar el cobro a 2019. Para contrarrestar la deprecación del peso y contener la inflación, en tanto, el Gobierno llevó las tasas de interés por encima del 50% y secó el mercado de pesos. El resultado fue un escenario recesivo que ha golpeado con dureza sobre todo a la industria. Según el Indec, la actividad industrial cayó 5% en 2018 y 14,7% en diciembre, el mayor derrumbe interanual en tres años de gestión macrista.
En paralelo con los datos de actividad económica dados por el Indec, el ministerio de Trabajo difundió las cifras del nivel de empleo. Los efectos de la crisis han sido devastadores. En 2018 se perdieron 191.300 puestos de trabajo en el sistema formal, de los cuales 130.800 correspondieron al sector privado. Para los que lograron mantener sus puestos, la inflación se llevó el 9,3% del poder de compra de sus salarios.
El Gobierno debe hacer frente ahora a la recesión si pretende ganar en las elecciones de octubre. La estrategia ha sido, hasta ahora, admitir que las cosas no van bien, pero prometer que pronto irán mejor. Desde la oficina del jefe de Ministros, Marcos Peña, el hombre más poderoso del gabinete después de Macri, se anticiparon la semana pasada a los datos del Indec.
En un extenso comunicado, admitieron que “la inflación sigue en niveles altos”, pero “este año será más baja que la de 2018”. El argumento del Gobierno ha sido que el país tiene ahora “una macroeconomía más sana”, que tarde o temprano abrirá las puertas al crecimiento. “Estamos avanzando hacia el déficit cero, el Banco Central ya no financia al Tesoro y tenemos un tipo de cambio competitivo y estable, con superávit comercial en los últimos meses. Este es el camino para reducir la inflación de manera sostenible y gradual. En diciembre de 2019 la economía estará mucho más sana –y estará mejor preparada para crecer– que la que recibimos en 2015”, escribieron desde la Casa Rosada.
Fuente: El País