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Falta de capacitación y de sensibilidad desalientan denuncias en el Metro

Publicado por
Aletia Molina

Eran las 10 de la mañana. Araceli transbordaba de la estación Martín Carrera de la línea 6 a la línea 4 del Metro. Bajaba las escaleras cuando se percató que alguien venía detrás de ella, muy cerca.

Giró un poco para ver de reojo. Eran tres hombres. Se hizo a un lado y descendió más lento para dejarlos pasar, pero ellos se detuvieron a sus espaldas.

Desconcertada, siguió bajando y caminó rápido. También ellos. Se detuvo en un local comercial dentro, y también ellos.

“Si hubiera denunciado no me hubieran hecho caso. Dirían: ‘pero aquí estás, no te hicieron nada’”.

A los policías y a los agentes del ministerio público “les urge una buena capacitación con perspectiva de género”, dice Araceli.

Escasa capacitación y dolo

Hay falta de capacitación de los agentes de Ministerio Público para atender las denuncias y clasificarlas en el delito que corresponde, dice Anayeli Pérez Garrido, asesora jurídica del Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio (OCNF).

Por la formación que reciben los policías, por otro lado, tienden a minimizar las agresiones contra las mujeres.

Sin embargo, para la abogada y activista el problema no sólo es la escasa capacitación, “sino el dolo para invisibilizar la violencia contra las mujeres”.

La mayoría de las denuncias se clasifican como intento de robo, y eso cambia totalmente la investigación.

En las últimas semanas, en las redes sociales, se han denunciado varios intentos de secuestro a mujeres en las inmediaciones del Metro.

“La denuncia formal en un MP tampoco debería ser de secuestro, es intento de desaparición”, afirma Anayeli Pérez. Al no utilizar bien la figura legal, la acusación simplemente no procede.

Las víctimas no están obligadas a saber esto, y además de que lo desconocen se encuentran en estado de shock por el evento que acaban de pasar.

El alivio más grande de su vida

El pasado martes 29 de enero, Araceli, de 32 años, iba a una diligencia del despacho para el que trabaja.

Cuando vio que los tres hombres estaban afuera de ese local comercial en el que se detuvo, prefirió continuar caminando hacia el andén de transborde. Ellos también marcharon.

Entró a otro establecimiento a comprar un agua y vio que ahí continuaban. Para ese momento estaba muy asustada y se le ocurrían varias soluciones que al instante desechaba.

Quiso volver, pero los tres estaban en el camino. Uno de ellos se acercó un poco, la miró a la cara y luego la recorrió toda con la vista. “Me sentí paralizada, su mirada era asquerosa”.

A pesar de que había gente, no pudo decirle a nadie lo que le estaba pasando. Los tres hombres, uno de aproximadamente 20 años, otro como de 28 y el que se acercó, de unos 36 años, la intimidaron.

Finalmente caminó hasta la estación en la línea 4, rumbo a Santa Anita. Dejó pasar un convoy y se subió al siguiente. Ellos seguían ahí y entraron con ella al vagón, abriéndose paso entre las personas.

Araceli se sentó junto a un señor, quien enseguida comenzó a platicar con ella. “Quizá pensaron que yo le habría dicho lo que estaba pasando, aunque se quedaron ahí varias estaciones, sin dejar de verme. Finalmente se bajaron y yo sentí el alivio más grande de mi vida”.

Abogados para víctimas

El 18 de enero, la titular de la recién creada Secretaría de Mujeres de la Ciudad de México, Gabriela Rodríguez Ramírez, anunció que en los MP habrá abogados para asesorar a las mujeres que acudan a realizar una denuncia.

Los litigantes han comenzado una capacitación para poder hacer este trabajo con perspectiva de género, según la funcionaria.

Desde hace algunos años, a petición de activistas y organizaciones de la sociedad civil, el gobierno capitalino proporciona cursos, pláticas o talleres para formar al personal de procuración y administración de justicia con perspectiva de género.

No obstante, para Araceli y Anayeli Pérez esto no ha surtido efecto. “Soy una mujer y me desprotegida, no quiero imaginar lo que sentiría a una chavita de 16 que viene de la prepa, o una de 13 que viene de la secundaria”, dice Araceli.

Fuente: El Economista

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Aletia Molina