Carlos Ferreyra
Una foto dice más que mil palabras, y la que ilustra este comentario no tiene desperdicio: junto a la Silla del Águila exorcizada por brujos y chamanes aborígenes, el líder moral rodeado por pastores evangélicos a quienes, dicen sus allegados, responsabilizó para difundir el mamotreto vasconceliano y pergeñar el borrador de la Constitución Moral, que corregirá y sustituirá a la actual ni vigente ni acatada.
¡Ah, la sabiduría del pueblo bueno! Dice el dicho popular que quien mucho habla, mucho se equivoca. Es algo atendible, pero no siempre porque sobre el pueblo sabio está el líder, el pastor omnisciente, omnipresente, en la tierra, el cielo y todo lugar, dice otro refrán al que se atribuyen orígenes religiosos.
La novedad es que el Teatro Fantástico, la doctrina mañanera se impartirá una vez por semana. No se piense que el gran dador de favores lo ha pensado mejor, ese es un ejercicio que no se le da y menos a sus colaboradores, los fieles practicantes del “¡Si, señor, lo que usted diga!”
El nuevo ejercicio informativo o de línea para los seguidores de sus políticas fallidas (creo que todas) no tiene más propósito que el de aquel inolvidable senador, un caballero y hombre de bien, al que el líder le inquiría cómo lograba meterle el dedo al sistema donde más le ardía.
Una declaración en la que afirmaba que ya no habría dedazo, era punto de partida para una madriza periodística demostrando que el dedazo existía, así lo aceptaba el legislador, destacado miembro de la clase política y de la clase empresarial.
Un par de semanas después, mismo senador, tema similar y nueva campaña de los medios presumiendo que ellos lo habían dicho primero, que eran libres y publicaban lo que ahora admitía un legislador destacado. Una pachanga, pues.
Si actualmente con el botepronto hay una sorpresa diaria, habrá que esperar lo que se le ocurrirá después de una semana de meditación.
Decía el apreciado legislador sin nombre, “¿Que cómo hago para picarle donde más le arde al partido (era del PRI)? Pues lanzo la primera y medito la segunda durante un par de semanas”.
El problema, hoy pican a todos los mexicanos y no se limitan a jorobarles la vida a sus partidarios que, por cierto, acríticos y cuasi descerebrados, no están dispuestos a cuestionar, a poner en duda nada de lo que diga en la circunstancia que sea y sobre el tema que le pongan enfrente. Todo lo sabe…
Algo que por cierto a nadie le importó, pero que revela las ansias de grandeza y el marco palaciego que no brindaban Los Pinos. Después de todo sólo es una casota con cuartel adosado y oficinas por todos lados.
En juntas de gabinete, reuniones con gobernadores y otras más, apreciamos a López Obrador en la cabecera de una enorme mesa de fina caoba. Los sillones imperiales a los lados con los invitados o concurrentes. Algo que podemos ver en las reproducciones de pinturas del virreinato.
Y para el magno espectáculo diario, en uno de los salones de la antigua Secretaría de Hacienda, con toda su belleza, un respaldo con los colores partidarios, el color camote evadiendo los de la Patria, el verde de la esperanza, el blanco de la pureza y el rojo por la sangre derramada.
El proscenio magnífico, en el que como chícharo se hace presente el mandamás, el único, el absoluto, el “nuaymás”, el “uyuyuy”. Al lado, un funcionario de pie que servirá como punto de contraste cuando se trata de aclarar políticas de gobierno. O reforzar los dichos del presidente.
Si el funcionario en cuestión es la titular de Gobernación, en respeto a su avanzada edad colocan una silla, pero lejecitos del personaje central.
Enfrente, más o menos medio centenar de supuestos informadores, previamente sometidos a un colador por el personal que selecciona quiénes pueden ingresar al recinto, la sede de la antigua Tesorería en el lado de Recinto Homenaje a Juárez. O sea, deciden los que son periodistas y los que no.
Desde luego que no hay un número tan grande de informadores mañaneros, así que la mayoría de los concurrentes forman parte del personal burocrático de las dependencias palaciegas y desde luego de las bases del partido morado camote. ¿Periodistas? Bueno, una docena a los que se les concede el derecho a preguntar, pero a juicio del propio entrevistado.
Cuando la pregunta no es del gusto de López Obrador, ese medio será clasificado como “fifí”, aunque también ejecuta la descalificación directa contra el periodista como sucedió en cuatro ocasiones a una reportera de la agencia británica Reuters; solicitó respuesta a una pregunta simple que don Peje no aceptó considerar.
Se acalló a la imprudente y la versión circulante asegura que no se le volverá a permitir el ingreso a tan instructivas reuniones.
Sintetizando: la humildad de López Obrador se va a la basura cuando se empeña en personificar el boato imperial de Agustín de Iturbide o la corte del virrey Juan María Calleja y del Rey, emisor de la condena contra José María Morelos y Pavón.
Y ya lo había anunciado: la casota de Los Pinos no le gusta, por lo que optará por habitar en Palacio Nacional. Va más de acuerdo con su humilde proceder y su discreta actuación cotidiana, como centro del Universo y sus alrededores.