Carlos Ferreyra
A María la conocí ya viejita. Había trabajado con mi abuela materna y luego pasó a trabajar con mi madre y una tía que vivía con nosotros.
Con cierta periodicidad María aplicaba toda su ciencia gastronómica, de la que resultaban unos platillos inolvidables. O nos ponía a los chiquillos a hacer nieve de frutas (horas de darle vuelta a un recipiente de latón dentro de un barril repleto de hielo cubierto con costales) o cajeta (horas de darle a un cucharón de madera en un cazo de cobre).
En ambas tareas teníamos un premio: limpiar el trasto con los dedos y chupar la nieve o la cajeta. Los más lentos, por cierto, terminaban chupando la baba de los gandayitas.
Para hacer el mole había que matar al pollo, cuando era la hora de ajusticiarlo, nos colocábamos los mocosos en el corredor superior de la casa. Allí, al fondo, María tomaba al animal por el pescuezo. En cámara lenta y ante la mirada no sé si curiosa o miedosa, veíamos como iba dando vuelta y el cogote del ave de corral se estiraba.
Al llegar a determinado punto que sólo podía determinar el que realizaba la operación, tomaba al pollo con la mano izquierda, lo colocaba bajo la axila y de un tirón decapitaba al animal.
Soltaba el cuerpo, que aleteaba desperado y se arrastraba sin rumbo. Lo recogían cuando se tranquilizaba, lo metían en agua muy caliente y con gran habilidad desprendían plumas. ¡Listo para el caldito y para el molecito o las enchiladas!
Se me viene la imagen a la mente porque creo que el país es la imagen del pollo descabezado; aleteamos y nos arrastramos sin ver ni adivinar nuestro futuro ya decidido por otros y, por lo visto, nada halagüeño.
Algo que en mis pesadillas se conjunta con “los cien días” que no festejan sino celebran el primer centenario de YSQ en el poder. La fiesta, da la impresión, es la traslación de un propósito, el del señor citado en iniciales y sus cien años de gobernante.
Obvio que no podrá hacerlo personalmente, pero atrás hay alineada una cauda de politicastros que esperan su turno. Y para entrar a la moda: doña Beatriz y desde luego los cuatro infantes (así les dicen en las monarquías a los descendientes del mero mero), por hoy perdidos en el anonimato.
Dicen que uno de ellos disfruta en España las mieles del merecido bienestar, al estilo la Karime, la esposa de Javidú, en compañía de su novia o de alguna personajilla muy atractiva.
1.- Un sujeto de nombre Facundo, un pirata como abundan, dijo que si los pendejos volaran no veríamos nunca la luz del sol porque son tantos, que bien pueden nombrar presidente a uno de los suyos. Lo hacen.
El sujeto nunca aclaró que pirateaba el ingenio de Hermenegildo Torres, fundador del Partido por la Unificación de los Pendejos (PUP), creador además de la filosofía que envolvía a tal movimiento.
2.- Haciendo gala de ignorancia el presidente se lanza contra las calificadoras internacionales, y les reprocha nunca haber condenado la corrupción en México. Nadie se molesta en darle una explicación que podría significar el ostracismo sexenal.
O peor, la persecución judicial, como al presidente del Consejo Regulador de Energía, que cuestionó la política pejiana, y no a los tres propuestos para consejeros.
Salta un senador al que el pastor morenista, Monreal, le corta las alas. El oportunista propone que se expulse del país y se cancelen los permisos a las calificadoras con sede en Nueva York, que contradigan los datos económicos de YSQ.
No es capítulo cerrado. Cuatro calificadoras coinciden con el Banco de México. Debemos prever maniobras para que la entidad abandone el nicho de la autonomía y pase al control de Hacienda (¿?) Presidencia (¿?) Gobernación (¿?). Algo se les ocurrirá.
3.- Al festejo de aniversario de “Mamado Nervo”, en recuerdo de “Rabina la Gran Tagora”, debemos sumar el nacimiento de un enorme escritor mexicano cuyo aniversario también celebramos: “Francisco García Márquez”, sin olvidar desde luego aquella mención a “José Luis Borgues”.
¡Ay Dios mío! El altísimo nivel cultural en las elevadas esferas del gobierno federal. Y no discriminamos, las referencias son a Fox, Marta Zagún, la doctora, novelista, compositora, intérprete, académica y mamá, esposa de YSQ.
No hay problema, no son los asuntos del pensamiento, de la creación, del arte los que mueven a esta Transformación.
4.- Tampoco la corrupción o las finanzas. Un hecho, mínimo, pero que muestra que Peña tenía razón: la deshonestidad es parte de nuestro ADN, la corrupción nuestra existencia, la transa nuestra cultura.
Al nuevo dueño de la Cineteca (no es falacia, todo se maneja como patrimonio personal) se le ocurrió exhibir la película que será para los historiadores del futuro, el resumen de la civilización universal del siglo XXI, Roma.
La ofreció a los que recorren babeantes salones vacíos de Los Pinos, donde no hay arte, no hay riqueza, sólo los galerones sin adornos ni gracia alguna. Optó por los jardines.
Para comodidad de la concurrencia, compró 300 mil pesos en petates. Pudo acudir al pueblo que los fabrica (¿Temoaya?), pero eso traicionaría nuestros usos y costumbres.
Encargó a una persona “de su confianza” la adquisición. Se recibieron, se usaron y dicen haberlos guardado, pero en adelante todo es cuestión de fe. Desaparecieron.
Ignoro qué llamó la atención de esos latosos que llaman periodistas. Investigaron a la empresa vendedora y encontraron que fue creada para esta transacción; el domicilio fiscal no existe por lo que los petateros dieron nueva ubicación, una humilde vivienda donde no los conocen.
Usos y costumbres, dirá YSQ y en tanto desaparecieron los petates y los vendedores. No tenemos remedio ni solución a la vista. Ni castigo para los trasgresores, sean huachicoleros, narcotraficantes o simples burócratas de quinta comprando tacos en la esquina.