La decisión del Presidente de Guatemala, Jimmy Morales, de expulsar del país a la Comisión Internacional contra la Impunidad (Cicig) que lo investigaba por presunta corrupción, ha sumido al país en una grave crisis política e institucional.
El Mandatario se enfrenta a la Corte suprema -que exige el regreso de la Cicig- y a una población que lo repudia en las encuestas y en la calle.
En el exterior, el golpe autoritario de Morales ha sido rechazado por la comunidad internacional y Guatemala, uno de los países más desiguales de América Latina, está a un paso de quedarse sin las ayudas de Estados Unidos a modo de castigo.
Paralelamente, la polarización amenaza con trasladarse a la calle, donde simpatizantes de unos y otros han radicalizado el discurso.
Esta semana, Morales dio 24 horas a los trabajadores de la Cicig para que abandonaran el país y dio por suspendido el acuerdo que mantenía desde hace 12 años con la institución de Naciones Unidas, que ha servido para desmontar algunas de las estructuras más corruptas y poderosas
El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, rechazó enérgicamente la medida y desde su oficina aseguran que Iván Velásquez, el líder de la misión, seguirá trabajando en la distancia.
En una de las pocas entrevistas que ha concedido hasta el momento, el propio Velásquez denunció el entramado de corrupción que está detrás de su salida y que durante décadas ha puesto al Estado al servicio de intereses particulares.
«Todo está diseñado para mantener y no perder ese control. Y un poder que se siente amenazado responde ferozmente», dijo a mediados de diciembre.
La investigación que terminó con la paciencia de Jimmy Morales fue la condena contra su hijo y un hermano por emitir facturas falsas. Posteriormente, la misión pidió el fin de la inmunidad del propio Morales para investigarlo por la presunta financiación ilegal de su campaña.
La élite económica que se siente perseguida y algunos de los oscuros militares vinculados a la guerra civil son el principal apoyo del mandatario. Según los analistas consultados, ellos lo han empujado a tomar la decisión de expulsar a la Cicig, sobre quien Morales opina que es una amenaza para la paz que excede sus funciones, amedrenta y siembra el terror.
Los guatemaltecos, sin embargo, piensan lo contrario. Las últimas encuestas revelan que un 70 por ciento de la población aprueban el trabajo de la Comisión frente al 15 por ciento que respalda a Morales, en su momento más bajo desde que llegó al poder en 2016, cuando el famoso humorista de televisión ganó por goleada las elecciones.
Fuente: Reforma