Reino Unido sigue rumbo hacia su salida de la Unión Europea el próximo 29 de marzo, pero las aguas de esa travesía están más revueltas que nunca.
De momento, Theresa May se enfrenta este miércoles a una moción de confianza tras el contundente rechazo de los parlamentarios al acuerdo del Brexit que negoció la primera ministra británica con la UE.
Se espera que May supere la moción sin dificultades, pero con 432 votos en contra del acuerdo por 202 a favor, la forma y la fecha del Brexit están en el aire.
Hay muchas dudas y pocas certezas. Entre estas últimas, quizá, la alegría o alivio que sienten este martes quienes se oponen al Brexit y que, con el paso del tiempo, ven alguna posibilidad de que finalmente no se produzca.
Tras la victoria del sí a la salida de Reino Unido de la Unión Europea en el referéndum del 23 de junio de 2016, se inició un inédito proceso que, dos años y medio después, ha demostrado ser más complejo de lo que algunos pensaban.
Ningún país ha abandonado antes el bloque europeo y, aunque existen los mecanismos para hacerlo, no es fácil que los distintos actores se pongan de acuerdo para ponerlos en funcionamiento.
El 29 de marzo de 2017, el gobierno de Theresa May invocó el artículo 50 del Tratado de Lisboa que establece un plazo de dos años para la retirada voluntaria y unilateral de un país de la UE.
Desde entonces, británicos y europeos han negociado los términos de un «divorcio amistoso».
Los partidarios de la permanencia de Reino Unido en la Unión Europea se mostraron felices por el resultado de la votación de este martes contra el acuerdo del Brexit negociado por Theresa May.
Y aunque Bruselas y el gobierno de May alcanzaron un acuerdo, la primera ministra no ha sido capaz de convencer al Parlamento británico de que es el mejor posible.
El principal obstáculo está en cómo resolver la frontera entre la República de Irlanda, miembro de la Unión Europea, e Irlanda del Norte, parte de Reino Unido.
Tanto Londres como Bruselas coinciden en la necesidad de evitar una frontera física entre dos comunidades con un violento pasado reciente.
Y para ellos acordaron el llamado «backstop», es decir, que al final del período transitorio que concluye en enero de 2021 Irlanda del Norte se mantendría transitoriamente dentro de la unión aduanera y del mercado único europeo, mientras el resto de Reino Unido los abandona.
Eso sucedería si, llegado 2021 no se ha llegado a un acuerdo definitivo sobre la relación económica comercial de ambos.
Los parlamentarios que votaron en contra del acuerdo de May lo hicieron porque temen que se enquiste durante años una situación que consideran virtualmente entregar Irlanda del Norte a la UE.
Nigel Farage, exlíder del ultraderechista UKIP, fue uno de los más acérrimos promotores del voto a favor del Brexit.
Así que si llega el 29 de marzo y no se ha formalizado un pacto sobre la salida amistosa de Reino Unido de la UE, y nada lo remedia antes, Londres queda automáticamente fuera del bloque, con todas las consecuencias: lo que llaman «Brexit duro».
Sin embargo, si el acuerdo negociado por May se demostró tremendamente impopular entre los diputados, hay algo que despierta incluso más rechazo, y eso es el Brexit duro.
Ampliación del plazo
Es por eso que, tras la derrota de May en el Parlamento, cobra fuerza la idea de que es necesario ganar tiempo y evitar el Brexit duro con una prórroga a la fecha del 29 de marzo.
Para ello, el gobierno británico tiene que solicitar la ampliación del a Bruselas, que puede concedérsela solo si todos los otros27 miembros de la UE están de acuerdo.
El líder de la oposición, el laborista Jeremy Corbyn, habló de «derrota catastrófica» para el gobierno de Theresa May.
El respaldo unánime de los países miembros de la UE a la prórroga es probable, pero algunos gobiernos han indicado que la ampliación debe ser lo más corta posible para no interferir con el funcionamiento normal de la UE.
Y es que, por si fueran pocas las complicaciones, el 26 de mayo se celebran unas elecciones que determinarán la constitución del próximo Parlamento europeo.
Esto hace que, en principio, la prórroga solo se pueda conceder hasta la primera semana de julio, que es cuando asumen los nuevos europarlamentarios, entre los que no se sabe si estarán o no los británicos, depende del Brexit.
Los parlamentarios británicos aspiran a renegociar el acuerdo firmado con la UE el pasado 25 de noviembre.
Pero desde Bruselas insisten en que el texto está cerrado y solo se abre la puerta a hacer aclaraciones.
Los líderes de las instituciones europeas dijeron que le corresponde a Reino Unido plantear hacia dónde quiere seguir ahora.
El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, y el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, le expresaron a May su voluntad de negociar con Londres una nueva relación que evitaría la puesta en marcha de la polémica garantía sobre Irlanda del Norte.
Los parlamentarios británicos que defienden un Brexit duro tienen miedo de que esa garantía haga que Reino Unido siga anclado a las directrices europeas.
Así las cosas, la posibilidad de que Reino Unido vuelva a las urnas cobra cada vez más fuerza.
Pueden ser urnas para elegir un nuevo gobierno en caso de que May termine por caer o para celebrar una nueva consulta sobre la salida de Reino Unido de la UE.
Esta es la opción que defiende, entre otros, Nicola Sturgeon, la ministra principal de Escocia, que opina que otro referéndum «es la única opción creíble».
Llegados a este punto, hay también quienes se preguntan si no será posible deshacer lo hecho y que Reino Unido se quede dentro de la UE.
Lo es, aunque se deben dar múltiples condiciones y hay que lograr unos acuerdos y consensos que, en el contexto actual de la política británica, parecen inalcanzables.
En diciembre, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea dejó esta puerta abierta al determinar que Reino Unido puede frenar el proceso del Brexit desactivando el artículo 50 en cualquier momento antes del 29 de marzo.
Y aunque hace unos meses eso no parecía una alternativa realista, ahora, con la amenaza del Brexit duro, ¿tal vez?
Fuente: BBC