Tuve la oportunidad de leer una obra espléndida que contiene la historia del puerto de Acapulco y su relación con Manila en el período 1565-1815: “El Galeón del Pacífico”.
Mientras más me adentraba en la lectura del libro, un mundo de misterio e imaginación enriquecida -al estilo de Julio Verne- aparecía ante mis ojos. No se agota el asombro. Cada texto, síntesis de ingenio y dedicación, constituye un eslabón fundamental en el conocimiento de la historia más íntima del sur de nuestra patria.
El libro fue coordinado editorialmente por el ensayista y diplomático mexicano Javier Wimer, quien falleciera hace 9 años. Wimer fue un hombre que incidió en muchos aspectos positivos de la difusión de la cultura en México. Él nos adentra en la historia del Galeón y, por su intermedio, en algunos aspectos de la historia del Gran Océano y de la familia de pueblos que, en eterna dispersión e integración, han discurrido por sus aguas y por sus litorales.
Destaca la importancia que la carabela, conocida como la Nao de China, tuvo en el desarrollo de los intercambios transpacíficos hasta 1815, año que señala el fin de la empresa y el principio de un olvido que llega hasta el presente. La Nao viajaba de China a Manila y de allí a Acapulco, y viceversa, ofreciendo los mejores productos comerciales del Pacífico.
¿Quién iba a imaginar, por ejemplo, que los mexicanos fuimos los pioneros del Pacífico? ¿No fue acaso el puerto de Acapulco la puerta de entrada de aventureros y de idealistas, de filibusteros y traficantes, de misioneros iluminados y expedicionarios audaces, de comerciantes ambiciosos que afrontaron todos los riesgos para hacer posible la expansión asiática de la mercadería y el arte?
El legado histórico de la Nao de China es variado: primero, sus aportes náuticos en general y de descubrimiento de rutas e islas; en segundo lugar, su contribución a la primera globalización, poniendo en comunicación por más de dos siglos y medio Acapulco con Manila, y, finalmente, los procesos transculturales, de intercambios de todo tipo y las formas específicas de apropiación cultural a partir de los cientos de hombres y mujeres, productos y objetos suntuarios, impresos y documentos, dogmas e ideas que surcaron el océano Pacífico en ambas direcciones. Todos esto temas están presentes, con diferente intensidad, en este libro, que se inscribe en una nueva historia del Galeón de Manila, enriquecida en el marco de la Historia Global y la nueva Historia Cultural, para situar la mítica ruta en el complejo mundo de la modernización y la reconstrucción de conceptos, visiones y paradigmas que se intensificó tras la empresa magallánica.
Desde 1573 Acapulco aparece vinculado por largo tiempo con el oriente a través de la ruta de las especias y en las mejores muestras de la cartografía mundial.
En la vastedad de los mares del sur, el puerto guerrerense se perfilaba, desde entonces, como el punto de destino de los galeones provenientes de Manila, Ceilán y Macao, principalmente.
¿Cuántos relatos apasionados de exploradores y aventureros participarían en la descripción geográfica de uno de los lugares más bellos de la América septentrional? Sueños, arte, aventuras, mercancías, pasión religiosa, imaginación desbordada: ese es el mito del Galeón del Pacífico.
Escuchemos al autor Fernando Benítez: «¿Qué era la Nao de China? Algo que se escapa a la historia, una nave de Turner esfumada en el resplandor del crepúsculo, un tesoro de Aladino que cabalgaba sobre la espalda del océano, un purgatorio marinero, un barco fantasma, la ambición de los reyes, el botín de los piratas, la falda de las mujeres, los manteles de Damasco, el pañuelo de los adioses, el sufrimiento humano, la lotería de los pobres, la riqueza de las naciones, el ave del paraíso, esa magia que duró 250 años y que sólo se extinguió cuando el viento de la Independencia la echó a pique y que permanece intacta en el fondo del mar».
Benítez nació el 16 de enero de 1912 en la Ciudad de México. En 1934 inició su labor periodística en la Revista de Revistas. Entre 1936 y 1947, Benítez fue reportero, editorialista y director del diario El Nacional. En el periódico Novedades, Benítez cambió el suplemento dominical por una publicación cultural que se llamó México en la Cultura.
El interés que mostró por la historia Benítez luego de su amistad con Salvador Noriega lo llevó a enfocar sus obras desde los puntos histórico y antropológico. Fue maestro en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Otro de sus textos maravillosos es “La Ruta de Cortés”.
“El Galeón del Pacífico” es un hermoso libro, enriquecedor. Debemos conocer la historia de nuestra patria, del solar de nuestros mayores, y solazarnos con sus epopeyas y grandezas. Seamos mejores mexicanos. Leamos más.
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