Carlos Ferreyra
Así describía la abuela paterna a quienes, desde las alturas, funcionarios de alto nivel dedican sus labores y sus responsabilidades a hacer tonterías y aparentar que están inmersos en el servicio al pueblo. Son, por antonomasia, inútiles y perjudiciales.
Parece que será la impronta que identifique a nuestros noveles gobernantes, una sarta de inexpertos que, eso sí, empoderados, están tomando decisiones al estilo de su pastor, de su guía, del propietario del partido que administra con sus hijitos (menos el benjamín) sin importarles el daño que causan al país.
En la ciudad de México, nuestro añorado Distrito Federal, la nueva propietaria en un acto de verdadera sorpresa denunció que, en su oficina, antes del señor de las camisitas color rosa, los cristales de las ventanas son blindados. Es otra más de las estupideces de su antecesor, pero…
¿Eso justifica el cambio de los vidrios? Entendemos que son artículos de gran precio y serán cambiados por cristales comunes y corrientes. La función que hacen ambos artículos es la misma, dejar ver a través. Que unos sean blindados y los otros no, no altera su función, por lo que resulta verdaderamente tonto cambiarlos.
Repasemos el logotipo de la ciudad: con las siglas semiocultas de CS y copiados de insignias de un conjunto de músicos y de otras entidades, entre ellas una financiera y un banco. Se transforma el color y del rosa closetero pasa a verde ecologista, lo que deben agradecer profundamente los dueños de la franquicia de las farmacias y del PVEM, la familia González y su mascarón de proa, el niñito senador que lo mismo transa por teléfono dos millones de dólares a cambio de un dictamen lesivo a la ecología, o lanzan por la ventana de uno de sus departamentos en Cancún a una invitada a su fiesta o es enchiquerado borracho por manejar sin precaución.
De legislar no hablemos, anda en la misma frecuencia que doña Claudia Sheinbaum cuya primera medida fue cancelar al Cuerpo de Granaderos del que sin empacho dice que se trata de una reivindicación de los manifestantes del 68. Esto es, hace 50 años se pidió la extinción del cuerpo represivo antimotines y hoy, en alarde de congruencia y acatamiento a la voluntad popular, la señora decide su desaparición.
Como respuesta, bloquean este viernes una vía de circulación importantísima, pero ya no hay quien los desaloje. Ni siquiera quien les pida, con amabilidad y cortesía absolutas, que no sean malitos que dejen pasar a quienes van a una emergencia, a un negocio, a su empleo, a donde les dé su refregada gana. No, la calle después de esto será de los Panchovillas y otras pandillas similares y conexas.
Como estaba decidido desde antes de anunciar que hubo un teórico concurso por el logo capitalino que ese sería el ganador, con velocidad de avión a chorro se dictaminó que “legalmente” no es plagio sino recreación de un códice prehispánico que efectivamente existe. Lo importante, insistimos, es el enlace de las letras C y S y el cambio de la capital a verde en lugar de rosita ternurita.
De entrada, elogian la capacidad discursiva de nuestra gobernadora. Y dejan de lado su incapacidad para generar ideas de gobierno. No es con retórica ni con frases felices que la ciudad mejorará. O resolverá problemas como la continuación de las construcciones que están dejando sin agua a la población marginal.
De seguridad, seguiremos culpando a los anteriores y así será hasta el final, del sexenio cuando, en voz del presidente, la sucesora será la señora Claudia Sheinbaum. Falta poco para saberlo porque los otros aspirantes, que se sienten con derecho a la candidatura, brincarán en las próximas semanas, no la van a dejar ir solita. Podemos afirmar que la bufalada se desató y va tras la Silla del Águila.
Para garantizar su entronización, Claudia debe resolver los problemas de la capital. El más ingente, el del agua y los que siguen, movilización y seguridad; mientras sigan responsabilizando a los que se fueron y no asuman su parte en la solución, los morenitos irán al caos y, como a su alma mater, el PRI, los votantes les cobrarán la factura en la elección intermedia.
Además del medio centenar de muertos que se están registrando por día, lo que significa que la delincuencia está poniendo a prueba a la funcionaria, los maestros marchan, las bandas bejaranistas bloquean, los taxistas del Estado de México se concentran en inexplicable protesta y así, como para “darle un quemón a la Claudia”, dirán ellos en tanto festejan alegremente la desaparición del cuerpo antimotines.
Y no será suficiente una Constitución moral. La gente está irritada y me imagino que muchos ya no están dispuestos a aguantar puntadas. Hagamos caso a la abuela y no aceptemos que nos gobiernen entre pitos y buenas tonadas…