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AMLO: principios de democracia: Francisco Fonseca

Publicado por
José Cárdenas

Francisco Fonseca 

 

El desarrollo de la humanidad no ha tenido siempre un impulso franco, progresivo.  Las ideas y los hechos luminosos que han transformado al mundo tienen su contraparte, obstáculos que el hombre mismo, absurdamente, ha puesto en su camino.  Así, junto a la explosión de su genialidad permanecen encubiertas mil formas de comportamiento disparatado que frenan su destino natural.

 

En este sentido –precisamente la falta de sentido común– drama y comedia van de la mano. Toda suerte de hechos increíbles y de leyendas y mitos irracionales llenarían el más grande muestrario de lo absurdo con ejemplos que hablan de la experiencia de siglos.

 

Sueños afiebrados y tradiciones aceptadas forman la levadura de lo absurdo.  Por ejemplo, mucho de la búsqueda y la exploración de tierras nuevas en siglos pasados, tuvo su origen en la teoría de que el oro – causa de guerras injustificadas entre países y de campañas despiadadas para obtenerlo –  se ofrecía sin reservas al primero que se atreviera a buscarlo.  Bien sabemos las consecuencias de esta búsqueda.  La voz del rey Midas resuena con mayor brío en nuestros tiempos.

 

Con ese mismo criterio barroco se hicieron árboles genealógicos dictados por la vanidad, colecciones inútiles, protocolos retorcidos que son producto de mentes alucinadas o como decía Voltaire, de “los caballeros de la ignorancia, los paladines del papeleo, los campeones de la confusión”.

 

Ahora bien, durante siglos las oligarquías de siempre dirigiendo las fuerzas de las grandes potencias se distribuyeron, a sus anchas, el mundo entero. Entre lo absurdo y la confusión invadieron, explotaron, sacrificaron y exprimieron. Por supuesto que la Iglesia participó en estas conquistas y obtuvo buenos protectorados, abanderada de lo que decían era la palabra de Dios.

 

Hoy el mundo se debate en las transformaciones de la democracia. Durante la Segunda Guerra Mundial fueron liberados, al fin, los cuatro jinetes del Apocalipsis quienes siguen, hasta la fecha, cabalgando campantes por todo el planeta que se convulsiona entre las calamidades bíblicas. Son los triunfos de las democracias modernas.

 

México no escapa de esta vorágine. Estamos viviendo y sintiendo tiempos difíciles; es la lucha por el poder. Pero cuando el poder se encarna, entonces se hace difícil deshacerse de el, aunque duela.

 

Se crearon ambientes virtuales y se envolvió a la ciudadanía. El país se convrtió en un laboratorio en el cual nos movimos y brincamos como cuyos o ratoncitos cuando recibimos un choque eléctrico. Lo que necesitamos es paz y tranquilidad.

 

Cito a continuación palabras expresadas por Andrés Manuel López Obrador al día siguiente de su triunfo electoral hace poco más de 5 meses:

 

“Una mayoría importante de ciudadanos ha decidido iniciar la cuarta transformación de la vida pública de México. Agradezco a todos lo que votaron por nosotros y nos han dado su confianza para encabezar este proceso de cambio verdadero. Expreso mi respeto a quienes votaron por otros candidatos y partidos.

 

“Llamo a todos los mexicanos a la reconciliación y a poner por encima de los intereses personales, por legítimos que sean, el interés general. Como afirmó Vicente Guerrero: “La patria es primero”. El nuevo proyecto de nación buscará establecer una auténtica democracia. No apostamos a construir una dictadura abierta ni encubierta. Los cambios serán profundos, pero se darán con apego al orden legal establecido.

 

“Habrá libertad empresarial; libertad de expresión, de asociación y de creencias; se garantizarán todas las libertades individuales y sociales, así como los derechos ciudadanos y políticos consagrados en nuestra Constitución.

 

“La transformación que llevaremos a cabo consistirá, básicamente, en desterrar la corrupción de nuestro país. No tendremos problema en lograr este propósito porque el pueblo de México es heredero de grandes civilizaciones y, por ello, es inteligente, honrado y trabajador. La corrupción no es un fenómeno cultural sino el resultado de un régimen político en decadencia. Estamos absolutamente seguros de que este mal es la causa principal de la desigualdad social y económica y de la violencia que padecemos. En consecuencia, erradicar la corrupción y la impunidad será la misión principal del nuevo gobierno.

 

“Bajo ninguna circunstancia, el próximo Presidente de la República permitirá la corrupción ni la impunidad. Sobre aviso no hay engaño: sea quien sea, será castigado. Incluyo a compañeros de lucha, funcionarios, amigos y familiares. Un buen juez por la casa empieza”.

 

Todos los conceptos expresados en aquella fecha por el hoy presidente López Obrador tienen puntos básicos de democracia, y en ese tenor los mexicanos esperamos su cumplimiento a cabalidad. Corrupción e impunidad deberán desaparecer del panorama nacional. Dejemos de lado la democracia absurda y confusa.

 

México, mi México merece mejor suerte.

 

 

Premio Nacional de Periodismo 2018

Fundador de Notimex

pacofonn@yahoo.com.mx

 

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José Cárdenas