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Así no, Doña Beatríz: Juan María Naveja

Publicado por
José Cárdenas

Juan María Naveja

 

La esposa del presidente electo ha dejado claro que ni primera dama ni presidenta del DIF y está en todo su derecho. La duda está en el papel que quiere desempeñar, por ahora sus escasas apariciones públicas, particularmente en las redes sociales, han despertado algunas polémicas. La más reciente con el semanario Proceso. Para mi gusto innecesarias.

Estoy convencido que, hasta ahora, una de las fortalezas de Andrés Manuel López Obrador es su esposa Beatriz Gutiérrez Müller, el reto son los años por venir, los cambios que vienen con el poder, son un verdadero desafío para los más estables, en particular para las familias.

En términos estrictamente legales se elige al presidente de la república, por lo tanto eso de la pareja presidencial fue una mala ocurrencia de Vicente Fox.

La esposa del presidente no tiene obligaciones más allá de las de cualquier ciudadano, puede quedarse en su casa, dar clases, ir al gimnasio, reunirse con sus amigas o lo que le venga en gana hacer de su vida.

Por supuesto, si quiere emprender un trabajo social es bienvenido y lo menos que puede hacer el gobierno es facilitarle los medios para su ejecución.

En lo que no debe haber duda es que el estado sí tiene una responsabilidad tanto con la esposa como con la familia del presidente en turno que va desde brindarle la seguridad suficiente y las facilidades para hacer más llevadera su vida por lo que dure el ejercicio.

No tengo el gusto de conocer a Beatriz Gutiérrez Müller, pero de acuerdo con la información que he consultado ha tenido una influencia determinante en el presidente electo, desde que llegó a su vida hay cambios evidentes en la persona y en el acervo de Andrés Manuel López Obrador y en general diría que para bien.

En la Cumbre Mundial de Comunicación Política he presentado varias ponencias relacionadas con la influencia de la familia en quienes ostentan el poder, no solamente en el gobierno o la política sino en otras esferas como las organizaciones sociales, empresariales, los espectáculos, los deportes y hasta en las iglesias y grupos religiosos.

El tema da para todo, pero si hablamos de esposas de presidentes mexicanos tenemos desde la discreción dePaloma Cordero, Cecilia Occeli, Nilda Patricia Velasco o Margarita Zavala; la vocación de, Amalia Solórzano o Eva Sámano; el protagonismo de María Esther Zuno y Marta Sahagún, los excesos de Carmen Romano; hasta el escándalo de la Casa Blanca protagonizado por Angélica Rivera, además de su debilidad por la prensa color de rosa.

Para el caso, Gutiérrez Müller tiene suficientes modelos para analizar, tanto de México como de otros países ahí estarían Jackie Kennedy, Nancy Reagan, Bárbara Bush, Hillary Clinton, Michelle Obama y hasta Melania Trump; solo por mencionar las primeras damas de Estados Unidos.

En términos generales el presidente de la república llega al cargo después de experiencias de todo tipo que le permiten afrontar las circunstancias que acompañan al cargo, aún así, no le viene mal capacitarse en áreas en las que tiene debilidades, por ejemplo a López Obrador le hubiera venido muy bien una gira internacional para entrevistarse con mandatarios con los que va interactuar o que algunas enseñanzas le podrían dejar; no lo hizo, lástima.

Pero la familia se encuentra en otras circunstancias, por más que esté cerca de lo vivido por quien ocupará el cargo, sus integrantes casi nunca reciben un trabajo de inmersión o de capacitación que les permita conocer, comprender y prepararse para asumir el rol y las presiones a que serán sometidos.

Aún sin cargo, los familiares y personas cercanas a la gente de poder son observadas en todo lo que hacen o dejan de hacer, sobre todo con el impacto que tienen las redes sociales. Por ejemplo, un exceso de su hija le costó el cargo de Procurador Federal de Consumidor a Humberto Benítez Treviño y una entrevista dio rienda suelta a la Casa Blancade Angélica Rivera, con las consecuencias ya conocidas para el gobierno del presidente Peña Nieto.

En campaña la Señora Gutiérrez Müller tuvo diferencias con el historiador Enrique Krauze y con el expresidente Felipe Calderón. Hace unos días en Twitter se sumó a las críticas contra una portada de la revista Proceso.

Cada quien tendrá su punto de vista, en mi opinión fueron innecesarias.

En cambio fue por demás justificada su defensa ante la publicaciones sobre su hijo Jesús Ernesto, su frase-hashtag: #ConLosNiñosNo, resultó oportuna, inteligente y contundente. No necesito decir más que cuatro palabras.

En el caso del presidente electo no hay duda que él tiene bien definido su trato con los medios de comunicación, sus adversarios, como él los llama, y simpatizantes. No necesita ni defensores ni intérpretes; incluida su familia próxima o lejana.

Para la familia López Obrador-Gutiérrez Müller el reto del poder presidencial todavía no comienza y no serán los medios de comunicación el principal escollo, sí, por supuesto, un aparato de resonancia; pero es mucho mayor el impacto que suelen traer las redes familiares, de amistad, vinculación o trayectoria.

Beatriz Gutiérrez Müller es una mujer inteligente que le puede hacer un gran servicio a México a condición de que sea una fortaleza para la presidencia, y su familia.

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José Cárdenas