El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se ha mostrado categórico e impaciente -por primera vez – al anunciar que «habrá consecuencias muy graves» si se confirma la implicación de Arabia Saudí y de la monarquía del desierto en el asesinato del periodista Yamal Jashogi.
Parece que se acabaron las medias tintas y la confianza ciega en su máximo aliado estratégico y económico en la región. Hasta ahora, el magnate ha caminado con prudencia extrema a la hora de señalar culpables en el país árabe. De hecho, llegó a sugerir una coartada al decir que los responsables de la muerte del columnista podrían ser «asesinos incontrolados».
No obstante, este jueves y después de ser preguntado por los periodistas, el republicano endureció su discurso, y por primera vez ha admitido que «ciertamente parece» que Jashogi está muerto, antes de reconocer que el caso «desafortunadamente ha atraído la atención de todo el mundo».
Y es que la tibieza del mandatario a la hora de hablar sobre este asunto ha sido duramente criticada en la prensa estadounidense y por legisladores tanto demócratas como republicanos.
Desde este jueves, la línea dura la lidera Trump y la más moderada la encabeza ahora su secretario de Estado Mike Pompeo, quien ha asegurado ante los medios que ha pedido al presidente que le dé tiempo, «unos días más» a Arabia Saudí para que finalice las investigaciones y «para que tengamos entonces una comprensión de los hechos y decidir si EEUU debe responder».
¿Qué ha cambiado en este tiempo para que Trump se muestre más agresivo y dispuesto a tomar medidas contra su más firme aliado en el mundo árabe? Pues la respuesta estaría, según los analistas, en que las pruebas contra Riad son tan abrumadoras que no cabrían las medias tintas.
La política que defiende el republicano de ‘América Primero’ no puede, o al menos no debe, dar la impresión de que el respeto a los Derechos Humanos es algo que sitúa en el último lugar en la lista de prioridades del millonario neoyorquino.
En unas semanas habrá que valorar si las «graves consecuencias» son contundentes. o simplemente Washington acaba dando por buena la versión que pueda dar el país árabe, sea o no real y sea o no creíble.
La Unión Europea, Amnistía Internacional, Reporteros Sin Fronteras y Naciones Unidas han exigido una «investigación creíble» y una respuesta internacional acorde a la gravedad de lo sucedido.
A Washington no le queda más remedio que reaccionar y necesita dar apariencia de tomarse este asunto en serio, al menos de cara a la galería.
Aunque EU sigue reclamando escuchar las cintas de audio que evidenciarían la tortura y el asesinato del periodista y que estarían en poder de los investigadores turcos, ya no dudan de la implicación del país árabe en el asunto.
La cuestión ahora es hasta dónde y cuál será el grado de responsabilidad para que el reino saudí admita su autoría. Y sobre todo, quien será el ‘cabeza de turco’ que cargue con las culpas y el castigo por lo sucedido y por el escándalo internacional que ha suscitado.
Según el diario The New York Times, desde el gobierno saudí se baraja la posibilidad de inculpar a un alto consejero del príncipe como impulsor de la desaparición pero sin que el heredero al trono hubiera autorizado o consentido el asesinato del periodista crítico con la política del país árabe y con la figura del príncipe Mohammed Bin Salman, en particular.
Desde el Departamento de Estado de Estados Unidos han negado que Pompeo, escuchase las grabaciones que evidenciarían que Yamal Jashogi fue torturado y asesinado en el interior del consulado de Arabia Saudí en Estambul.
Además, el ministro de Exteriores turco, Mevlut Cavusoglu, ha confirmado este viernes que su país no ha compartido los audios con ningún país, dado así veracidad a lo dicho desde la Administración Trump.
Un alto cargo turco citado por la cadena de televisión norteamericana ABC News había asegurado que Pompeo pudo escuchar esas grabaciones durante su reciente visita a Turquía, en el marco de las cuales se reunió con las principales autoridades del país, entre ellas el presidente Recep Tayyip Erdogan.
A su regreso de Estambul, Pompeo fue preguntado por esta posibilidad, pero evitó pronunciarse. «No tengo nada que decir al respecto», respondió a las preguntas de los periodistas sobre si había escuchado o no la grabación que atestiguaría lo ocurrido en el consulado.
Una portavoz del Departamento de Estado, Heather Nauert, se ha mostrado más tajante y ha aclarado que «el secretario Pompeo ni oyó ninguna cinta ni vio transcripción alguna relacionada con la desaparición de Yamal Jashogi», cuya pista se pierde tras su visita al consulado el 2 de octubre.
Las autoridades turcas aseguran que Jashogi, que acudió al consultado a realizar unos trámites y nunca salió del edificio, fue torturado, asesinado y descuartizado por un grupo de saudíes, incluido un experto forense, que viajaron expresamente a Estambul el 2 de octubre.
La Policía de Turquía está llevando a cabo una investigación en un bosque situado en los alrededores de la localidad de Estambul y en una zona rural situada en los alrededores de la localidad de Yalova.
Los investigadores han recopilado «muchas muestras» en su investigación en la residencia del cónsul saudí en la ciudad, que abandonó el país el martes poco antes del registro de su vivienda y después de nueve horas recogiendo pruebas en el consulado saudí.
Fuentes oficiales citadas por Reuters han señalado que los agentes trabajan ahora en el bosque Belgrado, adyacente a Estambul, y en los alrededores de Yalova, situada 55 kilómetros al sur de la ciudad. «Las investigaciones han llevado a algunas sospechas sobre que sus restos (del periodista) podrían estar en Yalova y el bosque Belgrado, por lo que la Policía está buscando en esas zonas», han indicado.
Fuente: madridpress.com