La estadounidense Frances Arnold (Pittsburg, EE UU, 1956), George Smith (Norwalk, EU, 1941) y Gregory Winter (Leicester, 1951) han ganado el Nobel de Química 2018 por haber «tomado el control de la evolución y haber usado sus mismos principios para desarrollar proteínas que resuelven muchos problemas de la humanidad», ha dicho la Real Academia de Ciencias.
Las investigaciones de los tres premiados han permitido que la humanidad realice el equivalente a la agricultura o la ganadería en el mundo de los microbios y las moléculas. La evolución dirigida permite domesticar microbios para que desarrollen proteínas que no existen en la naturaleza y que se aplican a la creación de nuevos combustibles y fármacos contra muchas enfermedades, desde la diabetes al cáncer metastásico.
Arnold, catedrática de ingeniería química, bioingeniería y bioquímica en el Instituto de Tecnología de California (Caltech), recibe la mitad del premio por inventar «la evolución dirigida de enzimas». A finales de la década de 1970, esta ingeniera mecánica y aeroespacial dio un giro a su carrera para buscar nuevos métodos de producir este tipo de proteínas ubicuas en la naturaleza, encargadas de catalizar todas las reacciones bioquímicas de los organismos vivos. La capacidad de cada una de las miles de enzimas conocidas —como las que permiten a microbios vivir sin oxígeno o alimentarse de compuestos tóxicos— depende de su secuencia genética, que contiene la receta para fabricarla a partir de un reducido catálogo de 20 aminoácidos. En 1993 Arnold desarrolló por primera vez un método para introducir mutaciones en la secuencia genética de enzimas e introducirlas en bacterias. Este ganado microscópico servía para producir miles de variantes diferentes de la enzima en cuestión que después eran seleccionadas y mejoradas generación tras generación hasta tener una nueva proteína con propiedades que no se dan en la naturaleza.
La evolución dirigida es «una revolución científica», porque «comprime el proceso de evolución natural de enzimas, de miles de millones de años, en otro dirigido que dura días o semanas», explica el biólogo molecular Miguel Alcalde, que trabajó con Arnold como estudiante de doctorado en Caltech entre 2001 y 2003. En 2016, Arnold fue la primera mujer en ganar el Premio de Tecnología del Milenio, considerado el nobel de la tecnología.
Smith y Winter han recibido la otra mitad del premio por crear una técnica similar para producir anticuerpos usando virus que infectan a bacterias.
El año pasado el premio recayó en Jacques Dubochet (Aigle, Suiza, 1942), Joachim Frank (Siegen, Alemania, 1940) y Richard Henderson (Edimburgo, Reino Unido, 1945) por su aportación al desarrollo de tecnologías para generar imágenes tridimensionales de las moléculas de la vida. Su trabajo se aplica en tecnologías para entender mejor procesos biológicos como las infecciones o los ciclos de sueño. En palabras de la academia, su mérito consiste en «el desarrollo de la criomicroscopía electrónica para la determinación a alta resolución de la estructura de biomoléculas en una solución».
De los 181 galardones otorgados desde 1901, solo cinco han sido para mujeres, el 2,7% del total.
Fuente: El País