Con una economía alimentada por un casino en Texas y con su santuario religioso arraigado en Coahuila, los kikapúes son el único pueblo indígena con el privilegio de la doble nacionalidad de México y Estados Unidos.
“Son símbolo del binacionalismo; están reconocidos con los mismos derechos por los dos países”, señala a Efe José Luis Moctezuma, un antropólogo de 62 años experto en este grupo étnico que hace poco más de siglo y medio llegó a tierras mexicanas.
Originario de los Grandes Lagos situados entre Canadá y Estados Unidos, este pueblo nativo emigró a mediados del siglo XVIII ante la presión de los colonizadores y se estableció en Oklahoma, Kansas y Texas, donde tienen reservas.
En 1850, una parte de los kikapúes (en español) o kickapoo (en inglés) abrazaron a México como su país, recibieron tierras, lo defendieron, y fundaron el poblado El Nacimiento, en el municipio de Múzquiz, donde sus tradiciones y religión echaron raíces profundas.
Moctezuma, autor de “Cruzando fronteras. El grupo kickapoo y sus migraciones a Coahuila y Texas”, considera a esos indígenas como unos privilegiados por poderse mover entre los dos países con el plus de expresarse hoy en inglés y castellano, además de en su lengua.
Por más de 150 años se desplazaron libremente con los privilegios como grupo étnico binacional. Pasaban los veranos en sus reservas de Texas y los inviernos en Coahuila, con una cultura y religión evidentes en las viviendas que habitan según el lugar donde estén.
En Estados Unidos, los kikapúes tienen casas construidas con materiales duraderos para pasar el verano, y en Coahuila son famosas sus redondas chozas de invierno, que usan además como templos religiosos.
Además de la doble nacionalidad, los kikapúes son también una de las pocas etnias mexicanas que han mantenido incólumes sus ritos religiosos con su respectiva simbología, entre ellos la cacería ritual del venado.
Pero la situación de los kikapúes se alteró después de los años 80. Entonces emigraban en grandes grupos para trabajar de tres a cinco meses en Estados Unidos y volvían el resto del año a Coahuila para cumplir su rituales, los cuales “giran alrededor del equinoccio de primavera”, explica Moctezuma.
En los 90, cuando abrieron un casino en Texas, su fortaleza económica se consolidó, y se convirtieron en un atractivo para los jóvenes que dejaron de ser obreros agrícolas para obtener trabajos vinculados al centro de juego.
Si antes del casino hablaban en idioma kikapú y castellano, la necesidad laboral los llevó a aprender inglés, y esta lengua se ha posicionado poco a poco entre las dos más usadas por ellos, afirma Moctezuma, quien vivió entre ellos un lustro.
Si bien nunca necesitaron papeles para cruzar entre un país y otro, con el siglo XXI y la política de fronteras seguras tuvieron que pedir partidas de nacimiento, que México les extiende desde 2010, para mantener su movilidad binacional, comenta el antropólogo.
“La vida de kikapúes cambió con el casino. Sus jóvenes pasan más tiempo en Estados Unidos y sus viejos se quedan en el santuario, con el que guardan profundas raíces familiares, religiosas y culturales”, apunta Moctezuma.
Los jóvenes viven en Estados Unidos, hablan inglés, se comunican también en su lengua, y los ancianos están en México, en su ejido, el cual extendieron con la compra de tierras en las que mantienen a los venados que usan en sus tradiciones religiosas.
“El censo en México es muy bajo, porque la mayoría está en Estados Unidos. Dice que quedan menos de 200 cuando en realidad son unos 1.000”, comenta el experto.
En su mayoría, los que quedan en México son ancianos que no quieren dejar El Nacimiento por las profundas raíces culturales y familiares.
El resto de la comunidad que vivía entre los dos países pasa mucho tiempo en trabajos vinculados al “Kickapoo Lucky Eagle Casino” en el sur de Texas.
Durante la época del cambio de siglo, la genealogía de sus jefes incluye al abuelo Adolfo, al padre Chakoka y al hijo Andrés, quien actualmente es el actual líder espiritual de los kikapúes.
Según el último censo, la población indígena en México es de alrededor de 11 millones de personas pertenecientes a 68 etnias, y de acuerdo con el catálogo de lenguas indígenas nacionales, en México existen 68 agrupaciones lingüísticas con 364 variantes.
Fuente: 24 Horas