Es para mí un gusto y un privilegio escribir y rememorar a este ilustre mexicano quien fue objeto de los mayores honores literarios como poeta y prosista mexicano. Hablar de José Emilio Pacheco es terminar nunca. Pacheco fue inmenso y cuesta trabajo recorrerlo. Cuando uno está asimilando el cuarto o quinto verso, el poeta ya terminó el milenio. No podría, aunque quisiera, incorporar en una colaboración la milésima parte de su vida literaria.
Mi recuerdo más antiguo de José Emilio Pacheco Berny se remonta al segundo y tercer año de secundaria en 1953 y 1954. Muchacho grandote y callado ya pergeñaba los que serían sus primeros poemas y textos en prosa. De aquellos años parten los recuerdos que posteriormente vertería en su famosa novela Las Batallas en el Desierto publicada en 1981 y en la cual narra episodios de la vida escolar.
Como su contemporáneo y compañero de salón me percato de la grande capacidad de Pacheco para asimilar y sintetizar la vida escolar. Es tan vasta y dilatada la cantidad de anécdotas que contiene esta pequeña novela que fue llevada a la pantalla grande en 1986 con el título de Mariana, Mariana, dirigida por Alberto Isaac. La adaptación cinematográfica fue de Vicente Leñero, y actuaron Elizabeth Aguilar, Pedro Armendáriz Jr., Saby Kamalich, entre otros. Ganó 8 premios Ariel de la Academia Mexicana de Cine. Una de las partes centrales de la novela es el amor que nace en un compañero nuestro por la mamá de otro alumno de la generación; este último fue el hijo de un famoso superintendente de distrito de Pemex en Poza Rica, en la época de los cincuentas. Toda la obra está salpicada de recuerdos y momentos de los primeros años de la juventud, recuerdos y momentos que, gracias al poeta, no se perderán en la memoria de los tiempos.
José Emilio nació el 30 de junio de 1939, y lamentablemente falleció de un problema del corazón el 26 de enero de 2014. En 75 años de vida llenó incontables páginas con su imaginación y su entusiasmo. Fue un predestinado de las letras y de las humanidades para obtener los máximos honores.
Habemos varios amigos que aún tenemos el privilegio de la vida y que lo recordamos con cariño desde aquellas épocas de adolescentes, y que fuimos sus compañeros de salón: Jorge Sekiguchi, Guillermo Briones, Xavier Barocio, Paco Romano, Neftali Ramírez, Alfredo Toral, Beto Flores, Poncho Castellanos, Fausto Barón, Lorenzo Sitges, José Luis Berjón, Antonio Velázquez, Víctor Pérez Sánchez, Luis Zerecero, César Noval, Carlos Díaz Bolio, José Castro y nuestro querido maestro Ignacio Ocaranza.
Carlos Monsiváis dice del poeta que “en su obra domina la pasión por la metáfora, la concentración en unas cuantas líneas de un relato casi siempre pesaroso, el gusto por los relatos inesperados, el despliegue del poder de síntesis, el ejercicio múltiple de la metáfora, el juego de analogías como espejos de la devastación, la alabanza jubilosa del paisaje. En poesía, ajusta sus dones melancólicos, su pesimismo que es resistencia al autoengaño, su fijación del sitio de la crueldad en el mundo, su poderío aforístico”.
La mayoría de sus títulos poéticos están recogidos en el libro Tarde o temprano (Poemas 1958 – 2000), que reúne sus primeros seis libros de poemas: Los elementos de la noche, El reposo del fuego, No me preguntes cómo pasa el tiempo, Irás y no volverás, Islas a la deriva, Desde entonces, a los que han seguido Los trabajos del mar, Miro la tierra, Ciudad de la memoria y un volumen de versiones poéticas: Aproximaciones. Sus principales novelas son: Morirás lejos y Las batallas en el desierto.Tiene tres libros de cuentos: La sangre de Medusa, El viento distante y El principio del placer.
José Emilio recibió, entre otros galardones, el Premio Cervantes (2010); el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana (2009); el García Lorca (2005); el Pablo Neruda y el Alfonso Reyes (2004); el Octavio Paz y el Ramón López Velarde (2003); el José Donoso (2001); el José Asunción Silva (1996); y el Xavier Villaurrutia (1973).
En 1956 cuando salíamos de la preparatoria buscando el rumbo universitario, los profesores solicitaban a un alumno de cada salón que preparara un texto como corolario del año escolar, y que se publicaría en la Memoria Anual. José Emilio escribió el suyo, y yo el de mi salón de clases. Hoy, con mucho orgullo sé que en la Memoria del CUM de aquel año me encuentro al lado de uno de los escritores más destacados que ha tenido México.
Puedo decir que José Emilio Pacheco fue un grande de México.
Los grandes hombres no tienen biografía, tienen historia; y la historia no se narra, la historia se canta. ¡Escuchad….!
Premio Nacional de Periodismo
Fundador de Notimex