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El primer hombre en la Luna inaugura el Festival Internacional de Cine de Morelia

Publicado por
Héctor García

Las multireconocidas Whiplash y La la land, son muestra de la enorme capacidad de Damien Chazelle para desarrollar ejercicios fílmicos que reinterpretan los géneros sorprendiendo al público con efectivas bocanadas de aire fresco, manteniéndose dentro de los lineamientos que suelen gustarle a la academia norteamericana.

Es por ello que el convertirse tan rápido en uno de sus consentidos y estar al frente de la producción sobre un episodio tan norteamericano como el del más legendario logro de la exploración espacial, contando con su usual cómplice Ryan Gosling al frente del reparto, parece natural y hasta obvia.

Mucho menos sorprende que sea la elegida como película inaugural de la más reciente edición del Festival Internacional de Cine de Morelia, dado que este sirvió como marco para que se vieran por primera vez en México sus anteriores trabajos. Es así pues que todo comienza.

Sin dejar de lado el peso histórico del hecho al que refiere, la película se concentra en despojarle de los adornos para proponer una efectiva y abierta desmitificación, que muestra el lado humano del mismo, apostando por un realismo intimista que por momentos llega a ser sorprendente y abrumador.

Sobresale el controlado desempeño de los actores, meticulosos y siempre enfocados en la implosión permanente del relato, algo que para su segundo tercio se convierte en su propia trampa, pues los puntos de tensión se diluyen un tanto, provocando cierto distanciamiento con el espectador.

De todas formas, el tono y la estructura se mantienen, el desarrollo de las líneas argumentales es clara y la película encuentra un segundo impulso Justo para la llegada del punto mas álgido del conflicto.

El constante juego de cámara que va de lo reflexivo y sugerente, a lo mundano y hasta vulgar de algunos procesos, utilizando en sus mejores momentos el punto de vista del protagonista, es lo que sirve como herramienta para develar los matices del camino no siempre disfrutable y mucho menos glamoroso, de quien habría de convertirse en el primer hombre en pisar la superficie lunar.

La explosión de los motores y el crujir de la maquinara en contraste con la tensión de los silencios y los diálogos medidos, se convierte en una metáfora del afán por llegar y conquistar lo desconocido, a veces sin siquiera tener claro el por qué o el para que; encontrando las motivaciones en las carencias o las tragedias personales.

Pero no nos engañemos, es cierto que no hay mito, pero la idealización persiste, las implicaciones políticas y sociales sólo se apuntan como parte del escenario, no tienen un peso importante dentro de la trama y esa es una de sus carencias, el director, salvo en la cuestión emocional, prefiere no comprometerse y evitar esa conexión de una forma contundente. El Primer Hombre en la Luna, es demasiado de forma y no de fondo, pero a pesar de eso resulta interesante y por momentos brillante.

Esta es pues la apuesta inaugural de la edición dieciséis del FICM que además contará con la presencia del ya mencionado Damien Chazelle. Jornadas intensas de cine con obras tan atractivas cómo está nos esperan, aunque después de lo arriba mencionado, queda claro que el gran protagonismo terminará por llevárselo la estupenda Roma de Alfonso Cuarón y su respectiva visita, de lo que por supuesto, ya hablaremos.

Fuente: La Razón

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Héctor García