En menos de dos años Donald Trump está logrando lo que parecía imposible: que Estados Unidos pierda el liderazgo y respeto mundial. Los dislates, desatinos, excesos y amenazas del protagónico mandatario están cansando a los tradicionales aliados, entre ellos la, siempre fiel Gran Bretaña.
Lo que parecía poco probable Trump lo está propiciando: que los líderes europeos estén considerando acercamientos con Rusia porque le tienen más confianza al mismísimo Vladimir Putin.
El Destino Manifiesto que llegó con los colonos y que cobró autoridad moral y económica con la creación de la OTAN tras la Segunda Guerra Mundial, Trump lo viene haciendo pedazos con el aval de una base radical que lo sigue sosteniendo al grado que hoy en día pensar en su reelección en 2020 se vea muy factible.
Estados Unidos se encuentra inmerso en la escalada generada por los populistas ultraconservadores que han debilitado a la democracia ante el descrédito de los partidos políticos, la concentración de la riqueza en unas cuantas manos, la corrupción y la decepción que generan los políticos que se han eternizado en los puestos; la misma tendencia que en Brasil toca a sus puertas para la elección del próximo día 28 cuando se da por descontado ganará la presidencia el extremista Jair Bolsonaro.
Tanto el presidente de Francia, Emmanuel Macron como la Canciller de Alemania, Angela Merkel, sienten que ya perdieron a la principal potencia y vienen sugiriendo un acercamiento de la Unión Europea con Rusia.
China, la creciente potencia, tiene otras metas y no para en sus propósitos expansionistas, hoy es el principal acreedor en el mundo, entre sus deudores se encuentra Estados Unidos, que esta semana registró un déficit que no arrastraba desde hace seis años al llegar a 779 mil millones de dólares a causa del programa de recorte de impuestos promovido por Trump y el pago por el servicio de la deuda, Estados Unidos le debe a China más de mil billones de dólares.
La pérdida del liderazgo internacional propiciado por Trump se acentuó la semana pasada con la renuncia de la embajadora ante las Naciones Unidas, la exgobernadora de Carolina del Sur, Nikki Haley, una figura respetada en las filas republicanas al grado que es mencionada como una carta para la contienda presidencial de 2020, cosa que se empeñó en negar, aunque ya hay movimientos a su favor.
Trump se siente cómodo con Putin, Netanyahu, Duda y, su reciente “amigo”, Kim Jong-un; en cambio, le incomoda reunirse con Merkel e ignora a otros mandatarios, por ejemplo, Peña Nieto a quien ni ha recibido en la Casa Blanca ni se ha interesado en volver a visitar.
A lo anterior habrá que añadir la salida del Acuerdo de París sobre el Cambio Climático y del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica y qué decir el papel de cobrador de cuotas que ha ejercido ante la ONU y la OTAN.
Al interior de Estados Unidos son pocos los que alzan la voz para advertir de la pérdida de liderazgo, incluso los seguidores de Trump que tienen poder y dinero comparten con él la idea de que Make America Great Again pasa por cerrar fronteras, fijar aranceles al intercambio comercial y darle la espalda a la globalización.
Es por eso que potencias como Francia y Alemania empiezan a poner la vista en Rusia. ¿Será que pronto habrá un nuevo policía del mundo?