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China y El Vaticano, en camino a la reconciliación

Publicado por
Héctor García

Después de 67 años sin relaciones diplomáticas, las perspectivas de un acercamiento entre El Vaticano y China se abren, tras la firma de un acuerdo provisional sobre el nombramiento de obispos.

Este pacto, que no implica el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre ambos Estados, ha sido considerado positivo por algunos especialistas, mientras que otros lo tachan de una traición a la Iglesia católica, desconocida durante décadas por el gobierno de la República Popular China.

El pasado 22 de septiembre, en una reunión en Pekín, el subsecretario de la Santa Sede para las Relaciones con los Estados, Antoine Camilleri, y el viceministro de Asuntos Exteriores de la República Popular de China, Wang Chao, firmaron el acuerdo.

La esperanza compartida es que este acuerdo fomente un proceso de diálogo institucional fructífero y con visión de futuro y contribuya positivamente a la vida de la Iglesia católica en China, para el bien común del pueblo chino y para la paz en el mundo”, explicó El Vaticano en un comunicado, e indicó que se llegó a dicho acuerdo luego de un “largo proceso de delicadas negociaciones”.

La Santa Sede también informó que el papa Francisco reconoció a los ocho obispos “oficiales” ordenados sin mandato pontificio en China, quienes habían sido excomulgados.

Tras la firma de este acuerdo, dos obispos chinos acudieron al Sínodo “Los jóvenes, la fe, y el discernimiento vocacional”, que hasta el 28 de octubre se llevará a cabo en El Vaticano.

Persiste un diferendo entre ambos Estados: las relaciones que la Santa Sede sigue manteniendo con Taiwán, ya que China exige que sus socios diplomáticos reconozcan que en el mundo existe una sola China, bajo el gobierno de la República Popular, y que Taiwán forma parte inalienable de su territorio.

Aunque no se casen en la religión católica, parejas chinas van a iglesias a tomarse fotos. En la imagen, una cristiana en Shanghái.

POLARIZA OPINIONES

El acuerdo provisional ha generado opiniones divididas. Por una parte, la Asociación Católica Patriótica China apoyó el acuerdo y expresó su deseo de que las relaciones con El Vaticano sigan mejorando, pero, al mismo tiempo, reiteró su adhesión al patriotismo chino y “al camino de la adaptación a la sociedad socialista y bajo el liderazgo del Partido Comunista de China”.

En contraste, el cardenal Joseph Zen, arzobispo emérito de Hong Kong, consideró que el pacto signado entre China y El Vaticano es una traición a quienes conforman la Iglesia católica clandestina, como se le conoce los fieles chinos que históricamente se han opuesto al control por parte del Partido Comunista.

El gobierno chino acabará eliminando a la iglesia clandestina —la que es fiel al Vaticano— con la ayuda de la Santa Sede”, señaló el prelado en días pasados.

En tanto, Bernardo Cervellera, sacerdote italiano, editor de la agencia de noticias Asia News, un proyecto del Pontificio Instituto para las Misiones Extranjeras (PIME), escribió que “entre los optimistas, el adjetivo ‘histórico’ fue usado hasta el hartazgo” aunque “para los pesimistas, éste es el inicio de una entrega total de la Iglesia china en manos del Estado”.

El experto aseguró no ser optimista o pesimista, sino realista, por lo que ve en el acuerdo pros, como que el mismo tenga un carácter “pastoral y no político”, pero también contras, como que no se aborde “la persecución que los católicos y todos los cristianos están soportando en estos tiempos”.

China tendría cerca de cinco millones 714 mil 853 católicos. En la imagen, el interior de la iglesia de San José, en Wangfujing, Pekín.

BUSCAN “SINIZACIÓN”

De acuerdo con el Libro Azul sobre las religiones que la Academia China de Ciencias Sociales publicó en 2010, China tendría cerca de cinco millones 714 mil 853 católicos. Para 2017, según un reporte del Centro de Estudios Espíritu Santo, dependiente de la diócesis de Hong Kong, el número sería de aproximadamente 10 millones.

El rompimiento con El Vaticano data de 1951, dos años después de la Revolución Comunista con la cual se instauró la República Popular China, bajo el liderazgo de Mao Zedong.

La Constitución china garantiza en su artículo 36 que los ciudadanos de la República Popular gozan de libertad de creencias religiosas y que ningún órgano estatal, organización pública o individuo puede obligar a los ciudadanos a creer, o no creer en ninguna religión. Además, señala que “los cuerpos religiosos y los asuntos religiosos no están sujetos a ninguna dominación extranjera”.

En diversas ocasiones, el presidente Xi Jinping ha manifestado que las religiones deben integrarse a la sociedad socialista y servir al desarrollo de la nación, libre de influencias extranjeras.

En su discurso durante la apertura del 19 Congreso Nacional del Partido Comunista, en octubre de 2017, el mandatario chino indicó que, para salvaguardar la seguridad nacional, el partido debía tomar medidas para combatir cualquier acto de infiltración, subversión, sabotaje, actividades terroristas o de separatismo étnico, así como extremismo religioso.

Esta postura ha sido criticada por activistas católicos, quienes consideran que la denominada “sinización” significa cambiar la naturaleza de la religión y que ésta quede bajo el control directo del Partido Comunista.

Para existir como una Iglesia católica legal en China, la iglesia debe estar registrada en el gobierno, someterse a la censura y supervisión de rutina, y ser supervisada por un obispo designado por el gobierno”, afirma la organización China Aid, la cual también ha denunciado una persecución sistemática y hostigamiento a los cristianos de ese país.

En su sitio web, el organismo da a conocer casos como el de un allanamiento a una iglesia no registrada en la provincia de Henan, el pasado 14 de septiembre.

Para China Aid, que El Vaticano respalde a los obispos nominados por el Partido Comunista, “sin darse cuenta, puede someter a una mayor persecución a aquellos que arriesgaron su libertad a permanecer leales”.

La Agencia Católica de Informaciones (ACI prensa) también ha documentado casos de represión, como la presunta tortura a dos abogados cristianos defensores de los derechos humanos, en febrero de 2017.

El papa Francisco reconoció a los ocho obispos “oficiales” ordenados sin mandato pontificio. La imagen muestra un cartel en la iglesia de San José.

Fuente: Excélsior

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Héctor García