En México hay que tomarse en serio la justicia, que se hagan todos los procesos de pacificación y todos los procesos sociales de ajuste, pero se debe mejorar el sistema de impartición de justicia, plantea el ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, José Ramón Cossío Díaz.
En entrevista, el también integrante de El Colegio Nacional dijo que uno de los graves problemas que enfrenta el país es el de la delincuencia, la inseguridad y advirtió que amnistiar o perdonar personas no es un asunto simple porque hoy no existe la amenaza razonable para quien delinque que la siguiente vez que transgreda la ley pueda hacerse acreedor a sanciones serias.
Asimismo, enfatizó que las comisiones de la verdad deben ser consideradas como soluciones extraordinarias para problemas extraordinarios.
— Ahora que se dio esta nueva alternancia en el gobierno federal, ¿se abre alguna coyuntura que pueda contribuir para avanzar en la construcción del Estado de derecho y atacar la corrupción?
—Yo creo que sí. Ellos como gobierno entrante y gente seria hemos identificado que efectivamente se está promoviendo un esfuerzo para sustentar, para solidificar el Estado de Derecho y, desde luego, para combatir la corrupción.
Yo creo que ésta es una voluntad política de la mayor importancia, pero digo algo que he repetido en algunas ocasiones: además de la voluntad política, además de este deseo legítimo de corregir las cosas, sí nos están haciendo falta capacidades técnicas.
Muchos de los fenómenos de corrupción se deben a que las leyes no están bien hechas y eso me parece un asunto gravísimo.
Creo también que no están las personas capacitadas para hacer aquello que las normas jurídicas les dice, creo que a veces no tienen entrenamiento, no tienen comprensión completa; entonces, se hacen acciones, que en principio nos hacen bien a todos, pero como no están hechas de forma técnica que el orden jurídico prevé, pues resultan unas pésimas actuaciones: acusaciones que se caen, que no tienen sustento, elemento de juicio adoptado de forma muy inadecuada y, claro, ahí donde se podría presumir que hay comisión de delito, hay que absolver a las personas por lo mal que se hizo el trabajo técnico.
Entonces, en policías, en ministerios públicos, en peritos, en jueces, en defensores, en esa parte creo que sí tenemos que tomarla muy en serio. Decir vamos a luchar contra la corrupción, yo creo que esto es importantísimo como decisión.
Ahora bien, para luchar contra eso tenemos que hacer muchas cosas de carácter correctivo para que empiece esto a funcionar, porque con la pura voluntad, pues ya lo hemos visto, no se resuelven los problemas de la existencia.
—Se habla de una cuarta transformación del país, ¿qué tan importante es que esos cambios o avances sean de manera institucionalizada y no de manera voluntariosa, dependiendo de quién está en la función pública?
—Yo creo que la transformación que se ha anunciado, insisto es una buena declaración, es un buen propósito. Yo creo que en eso hubo una competencia electoral, donde ganadores y perdedores aceptaron su posición, donde todos pudimos ver lo que estaba aconteciendo. En eso yo no tengo ninguna duda.
Ahora, lo que sí veo es que toda fuerza social, todo ese impulso democrático, todo ese sentido libertario, sí tiene que ser encausado en forma constitucional. ¿Por qué razón?, pues porque de otra forma sería que cada quien haga lo que quiera.
Creo que en las leyes, en la aplicación, en los juicios, en las decisiones discutidas, aprobadas, en el respeto a la decisión de poderes, pues son los cauces que nuestra constitución establece, que nuestro orden jurídico establece. desde luego, creo yo que todos los actores han aceptado jugar.
De otra forma, es que cada quien interprete lo que quiere interpretar y que cada quien actúe como mejor le parezca. No obstante, creo que eso, ni es nuestro régimen jurídico, ni es el mandato que se puede extraer de alguna manera con el proceso electoral que acabamos de vivir.
—Hace unas semanas leí que usted planteó que habría que tomarse en serio la justicia, ¿qué implica eso?
—Yo veo que tenemos varios problemas de enorme gravedad en el país. Uno de ellos es el problema de la delincuencia o lo que genera la delincuencia: problemas de seguridad, secuestro, desapariciones forzadas y no. Es decir, tenemos una enorme delictividad en todo el país. Yo lo que decía es que simplemente amnistiar personas o perdonar personas no es un asunto simple. ¿Por qué? Porque una persona si se le da una amnistía, debe tener en la cabeza la idea de que la siguiente vez que delinca puede hacerse acreedor a sanciones serias. si no existe una amenaza razonablemente creíble para quien delinque, de que va a ser atrapado en la siguiente ocasión después de su perdón, pues esta persona no va a corregir sus conductas, eso esta clarísimo en la experiencia de la historia.
Entonces, si a las personas se les perdona, si a las personas se les trata de reinsertar, insisto, tienen que saber que después puede venir una sanción si vuelven a cometer la misma conducta.
Ahí es donde yo creo que hay que tomarse en serio la justicia. ¿Qué quiere decir esto?, que se hagan todos los procesos de pacificación, que se hagan todos los procesos sociales de ajuste, sí, pero que se mejore el sistema de impartición de justicia en el país porque, por un lado, tiene deficiencias en materia penal que ya las hemos analizado mucho y, dos, está dentro de un proceso muy complicado de transición hacia otras formas.
¿Qué quiere decir? pues simple y sencillamente que en las próximas semanas tendrá que consolidarse la reforma penal; entrará en vigor una reforma de los juicios legales y una reforma de los juicios civiles y familiar. Es decir, está transitando todo el país hacia un nuevo modelo de justicia y si no se realiza bien, pues entonces lo que vamos a tener es una situación muy compleja, donde el sistema de justicia no esté procesando los conflictos sociales.
Entonces, a los muchos conflictos sociales que ya tenemos hoy, podríamos agregar aquellos que se van a generar por un mal funcionamiento de la justicia. Ésta es la parte que a mí me preocupa mucho.
— ¿Qué piensa de la intención de integrar comisiones de la verdad?
—Yo creo que las comisiones de la verdad son soluciones extraordinarias para problemas extraordinarios.
En una sociedad como la nuestra, la mayor parte de los conflictos se tiene que seguir resolviendo mediante sus cauces, los cauces que tenemos establecidos que son la Constitución, las leyes, a través de jueces o a través de mediadores, pero abrir nada más una o muchas comisiones de la verdad sin corregir el sistema de justicia es otra vez generar excepciones y excepciones.
Es no sentarse a darse cuenta de dónde están los verdaderos problemas y simplemente es generar estas condiciones luego de muchas expectativas.
¿Qué es que lo que puede suceder?, que se haga una comisión de la verdad. La comisión de la verdad suele hacer señalamientos históricos. Decir: a juicio de esta comisión pasó esto y pasó el otro, pero de ahí no necesariamente se generan consecuencias porque la comisión de la verdad no tiene funciones acusatorias, la comisión de la verdad no puede llevar en principio a las personas a procesos. Es decir, quedan atrapadas en una situación.
Si pensáramos en por qué queremos abrir comisiones de la verdad, la respuesta es porque en su momento las instituciones formales no funcionaron. Por lo tanto, vamos a seguir desplazando a las instituciones formales mediante las comisiones de la verdad; es decir, no estamos regresando al origen del problema. Eso es lo que a mí me preocupa mucho.
Insisto, yo no soy nadie para ponerme en contra de la creación de las comisiones de la verdad, pero creo que éstas son medidas excepcionales y que lo que tenemos que resolver es la justicia de todos los días a la que muchas personas no acceden o acceden tan mal que resultan más lastimadas de lo que estaban.
Fuente: El Economista