La Viagra fue un accidente. Los científicos de la farmacéutica Pfizer intentaban desarrollar un fármaco para tratar la angina de pecho, una patología cardíaca, y las pruebas estaban siendo un total fracaso… Hasta que los voluntarios que estaban tomando el medicamento experimental comenzaron a describir un efecto secundario inesperado: erecciones. Y en algunos casos, hacía mucho tiempo que no las tenían. Los promotores de la investigación debieron frotarse las manos ante el imprevisto hallazgo.
Hace ya 20 años que llegó al mercado este medicamento que ha ayudado a que muchos hombres que sufrían disfunción eréctil recuperasen su vida sexual. Y a sus parejas, que también la padecían. Hoy en día es uno de los fármacos más recetados del mundo y su consumo ha evolucionado mucho desde hace dos décadas. Los expertos coinciden en que la Viagra ha supuesto un antes y un después en las relaciones sexuales, no solo por su efecto, sino porque contribuyó a poner encima de la mesa el tema de la disfunción eréctil, que hasta entonces para muchos era tabú.
El psicólogo y sexólogo José Bustamante explica a El HuffPost que «sin duda» su aparición supuso una revolución. Antes existían fármacos que podían provocar una erección «quisieras o no», pero con la pastilla de Viagra «tiene que haber un estímulo sexual para que se produzca y si no lo hubiera sería como tomarte una aspirina», por lo que su efecto es más real.
«Recuerdo el ‘boom’ que supuso», explica a El HuffPost, Marián Garcia, Doctora en Farmacia, profesora de la Universidad Isabel I y autora del blog boticariagarcia.com. «Al principio, como cuando salieron los preservativos, la gente esperaba a pedir Viagra cuando la farmacia estaba vacía y casi no había nadie. Ahora no es que se pida a gritos, pero es algo que se pide con normalidad. Es curioso que sigue habiendo casos en los que es la mujer la que viene porque a ellos les da pudor».
García cuenta que hubo un gran despliegue publicitario tras el lanzamiento de esta pastillita azul. «Todo desde el principio estuvo muy orientado al marketing», comenta. «El santo y seña era que fuera una pastilla romboidal de color azul, eso ya marcaba una diferencia» respecto a otros fármacos, que la hacía muy reconocible.
Otro aspecto curioso que rememora esta farmacéutica es el nombre del medicamento. «Lo que hicieron fue inventarse el nombre de Viagra, que en inglés se pronuncia ‘Vaiagra’. Esto suena muy parecido a la pronunciación en inglés del nombre de las cataratas del Niágara, ‘Naiagra’. Así, tras el nombre de este fármaco hay una evocación a una catarata, un chorro potente, un fuerte caudal».
Además, en Estados Unidos uno de los destinos de luna de miel típicos son las cataratas del Niágara. Hay chistes y memes sobre el tema, que dicen que la primera honey moon (luna de miel) es en «Naiagra» y la segunda con «Baiagra», explica García.
A lo largo de dos décadas ha habido un cambio progresivo en el consumo del sildenafilo, el compuesto genérico de la Viagra. Una de las barreras iniciales era el precio. Y es que en su momento el coste de un comprimido podía rondar los 30 euros, mientras que ahora su precio puede oscilar entre los 4 y 6 euros. Por eso, un momento decisivo fue cuando venció la patente, lo que hizo que se creasen otros medicamentos con las mismas propiedades y que los precios se popularizaran, con lo que la demanda aumentó. La gente empezó a acudir a las farmacias a pedirlo incluso sin receta, cosa que no se puede hacer porque tiene efectos secundarios.
Precisamente ese momento, cuando la gente acude a comprar el sildenafilo, suele propiciar anécdotas de todo tipo. «Desde las parejas que se van de viaje del Imserso y te vienen el día de antes, sin receta —’Oye, por favor, es que nos vamos de viaje…’—, a algún cliente que «se ha puesto farruco porque no tenía receta pero lo necesitaba en ese momento y te dice ‘lo quiero, lo quiero’, lo quiero’. Pero en general la gente suele ser bastante razonable, sobre todo porque lo utilizan de forma continuada», comenta García.
Un «pero»
«El hecho de que sea un fármaco tan fácil de tomar y tan seguro, y aquí viene la parte en la que hay que ponerle un ‘pero’, hizo que mucha gente que no tenía un problema físico que provocase la falta de erección, se acercase al fármaco para superar la inseguridad que era la que realmente estaba generando el problema», indica Bustamante.
Existen alternativas al sildenafilo, siempre y cuándo se sepa dónde está el problema: si este es de tipo físico o psicológico. «Es un error considerar que un problema de erección tiene que llevar como consecuencia el uso farmacológico. De hecho, un gran porcentaje de pacientes que acude a terapia tienen un problema de tipo psicológico esencialmente relacionado con el miedo a fallar, miedo a la ejecución (del acto sexual), y esa presión y ansiedad es la que les genera la falta de erección», puntualiza el sexólogo.
«Hay pacientes reticentes a usar el fármaco porque lo viven como un fracaso, sienten que no sirven y que no es natural», dice Bustamante, que recalca que «realmente el uso del fármaco es una ayuda». «Hay otros a los que nos cuesta retirárselo, porque ven que algo que veían muy costoso y casi imposible de pronto se resuelve, de modo que se podría decir que se genera una especie de dependencia en algunos de ellos». Algunos acuden a terapia en pareja, pero otros acuden solos, según refiere este especialista, por miedo a que su mujer lo sepa y para «preservar la imagen de masculinidad o virilidad frente a ella».
Se vende bastante
Los usuarios del sildenafilo suelen ser consumidores habituales. «Al final es como un paciente crónico», señala García. «El medicamento se toma de forma recurrente y ya hay envases de 2, 4, 8… Hay gente que se compra el envase grande porque tiene relaciones sexuales con más frecuencia y el que se lleva de dos, pues ya se sabe que su frecuencia es menor».
La aparición de la Viagra ha sido muy positiva para los hombres, y también para las mujeres. «Algunas clientes me han pedido que hablase con su marido para que fuera al médico porque ella también lo sufría de forma colateral. La pena es que no tengamos una alternativa femenina. El año pasado salió una Viagra femenina que, en realidad, es un tipo de antidepresivo porque en la mujer suele ser falta de deseo sexual y suele estar relacionado con mecanismos psicológicos», agrega García. Tiempo al tiempo.
Fuente: HuffingtonPost