Justo a la mitad del siglo 20 se hablaba ya -como un despertar de las conciencias- de una nueva visión del futuro. El desarrollo de la ciencia y la tecnología, el progreso de la medicina, los nuevos métodos educativos y la información al alcance de todos concedían el fortalecimiento de la estructura social. Quedaba atrás el pensamiento convencional basado en la prerrogativa moralista. La humanidad se volvió más práctica y dirigía sus ojos a la modernidad.
Para entonces, se cedió el paso al enfoque de la personalidad. Los desórdenes públicos se atribuían a causas sociales. Se abrió el camino a la investigación de la nutrición, la salud, el condicionamiento del medio como factores de falta de atención y ausentismo en las clases escolares. El proceso era ya irreversible. Se empezaron a examinar los problemas humanos y sociales con la máxima claridad y el mínimo apasionamiento, pero sí a pasos acelerados como resultado de un creciente y desbordado desarrollo evolutivo. Era ya otro el lenguaje, con distintas connotaciones: planos distintivos, niveles subsidiarios, declives y resonancias, longitudes de ondas, materia corpuscular; conceptos que intentaban aproximarse a la verdad y definirla en cualquier situación dada.
Y a ese cúmulo de conocimientos e innovaciones se agregó un término nuevo y en cierta forma inadvertido: el Neoliberalismo, apoyado por dos personajes: Milton Friedman y Alan Greenspan.
Friedman es considerado el fundador del monetarismo moderno, ejemplificado en la Escuela de Economía de Chicago y una de mayores influencias en el pensamiento económico en la segunda parte del siglo 20 e incluso posteriormente, a través de su influencia en la nueva economía clásica.
Se puede considerar que Friedman sintetiza el acercamiento de los monetaristas previos. Y agregaba:«La inflación es siempre y en todo lugar un fenómeno monetario». El camino más seguro para una recuperación económica sana es aumentar la tasa de crecimiento monetario, para cambiar la escasez de dinero a dinero fácil,…. pero sin volver a la exageración. Eso haría que las tan necesarias reformas económicas y financieras fueran mucho más fácil de conseguir.»
Por su parte, el señor Alan Greenspan apoyaba sin reservas la vuelta a lo que llaman el «sound money», y que además pretendía el regreso al patrón oro. Se han criticado abiertamente sus políticas al frente de la Reserva Federal, pero también se dice que Greenspan trató de salvar el sistema monetario norteamericano «desde adentro», tratando que fuera lo menos deshonesto posible.
El sociólogo chileno Marcos Roitman, quien ha escrito infinidad de artículos sobre el tema, vacía en unos de ellos los siguientes conceptos: «Tratados de libre comercio y valoraciones encubren su quehacer. Han transcurrido casi cinco décadas y el camino trazado por sus estrategas, los que reparten el poder y producen ideología, sigue impertérrito ante los resultados obtenidos.Un 60 por ciento de la población mundial vive en condiciones de miseria y pobreza extrema, aumentando la desigualdad social y económica. La violación de los derechos humanos se generaliza. Se corre un tupido velo sobre el trabajo infantil, la semiesclavitud y la siniestralidad laboral. Si el anticomunismo modificó el itinerario del pensar y actuar de las sociedades occidentales, el neoliberalismo destruye ideas, gobiernos, instituciones, organizaciones y personas cuyo ideario socialista afecte la refundación neo-oligárquica del poder y ponga en cuestión el orden cultural del capitalismo occidental. La lucha se realiza en todos los frentes. Se trató de evitar el triunfo de la izquierda a cualquier precio. Golpes de Estado, guerras, procesos desestabilizadores, bloqueos, invasiones, asesinatos políticos».
Continúa Roitman: «La realidad del neoliberalismo y sus ideas emanadas de la teoría de juegos, el pensamiento sistémico y la sociobiología, sólo pudo imponerse por la fuerza a partir de los años 70 del siglo 20, y hoy se mantiene por la violencia. Fracasa en todos los órdenes: el económico, el político, el social, el cultural. En sus épocas apoyaron esto Reagan, Thatcher, Pinochet, Salinas de Gortari, Felipe González, Carlos Andrés Pérez, Eduardo Frei, Ricardo Lagos, Ménem, Berlusconi o Aznar”.
El sociólogo finaliza diciendo: «Pero la población se muere de hambre, la sanidad se privatiza y los servicios sociales disminuyen. Los neoliberales deberían aplicarse el cuento. Al igual que criticaron con vehemencia el comunismo por no cumplir con el principio de unidad entre teoría y práctica, deberían ser coherentes y concluir que, tras 500 años de capitalismo en sus diferentes modalidades, incluido el neoliberalismo, su doctrina es un fracaso, ya que no hay congruencia entre su teoría y su práctica».
Esperemos que la Cuarta Transformación enderece los caminos sinuosos del neoliberalismo y permita la disminución de la pobreza insana que se vierte en el país.
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