Los efectos ambientales de un Aeropuerto en Santa Lucía aún son desconocidos

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Aletia Molina

El Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAIM) en Texcoco es un ecocidio debido a la desecación del lago Nabor Carrillo; y el impacto ambiental del posible Aeropuerto de Santa Lucía, en términos de movilidad regional, se desconoce porque no hay estudios. Lo cierto es que habrá problemas de mayor contaminación sin una planeación correcta, dice Fernando Córdova, doctor en Ecología por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Eliminar el lago Nabor Carrillo en Texcoco traería consecuencias irreversibles sin posibilidad de mitigación, afirmó Córdova en entrevista. Asegura que ante ese escenario, la construcción del aeropuerto en la base militar de Santa Lucía, en Zumpango, Estado de México, es mejor opción.

El experto realizó un dictamen ambiental sobre el NAIM a solicitud del equipo de Andrés Manuel López Obrador.

Las ventajas principales de Santa Lucía son ausencia de cuerpos de agua cercanos que atraigan fauna riesgosa -como aves- que obstruyan el espacio aéreo, así como la existencia de zonas adecuadas para reforestar como una acción de mitigación.

Sin embargo, al ser cuestionado sobre las consecuencias ambientales de más transporte, vialidades y tránsito para comunicar esa zona mexiquense, admitió que la contaminación en el Valle de México podría agravarse.

«Lo que si sería un error, sería construir en Santa Lucía sin realizar los análisis adecuados de impacto regional, porque si no, se terminaría aumentando la contaminación de la zona», dice el experto.

Santa Lucía se encuentra a 33.5 kilómetros del actual Aeropuerto de la Ciudad de México (AICM), mientras que la distancia entre el AICM y el NAIM es de 5 kilómetros, de acuerdo con la Organización de Investigación y Desarrollo de Sistemas de Aviación, Mitre, y el Grupo Aeroportuario de la Ciudad de México.

Una mayor lejanía de la terminal plantea un mayor reto de movilidad para transportar no solo pasajeros, sino mercancías, trabajadores, pilotos y sobrecargos. Ello requiere un plan de infraestructura de transporte regional.

Hasta ahora, el plan maestro de Santa Lucía solo menciona una vialidad de acceso, un distribuidor vial Chamapa, que conectaría con el Circuito Exterior Mexiquense, y un tren rápido con conexión al actual AICM.

El transporte y la movilidad en la Zona Metropolitana del Valle de México es una de las principales problemáticas de la región. De acuerdo con datos del Instituto Mexicano para la Competitividad (Imco), un habitante invierte cuatro horas al día en trasladarse y gasta un tercio de sus ingresos en ello.

Otra complicación detectada por Mitre es que al haber dos aeropuertos -ya que Santa Lucía operaría conjuntamente con el AICM-, la contaminación auditiva sería mayor. Córdova consideró que de hacerse las manifestaciones de impacto ambiental, se debe contemplar también este tema.

«Lo que preocupa es que se tome la decisión y se deje de lado lo ambiental», advirtió Córdova.

Córdova rechaza el proyecto en Texcoco porque se eliminará el lago Nabor Carrillo, se pondrán en riesgo más de 300,000 especies de aves migratorias y se realizará una reforestación inadecuada, planeada por el Consejo Nacional de Áreas Protegidas. El experto explica que se hará en el Parque Nacional Izta-Popo, una zona alejada del punto de impacto ambiental, y con especies consideradas «exóticas invasoras» como el pino salado, que pueden generar daños a las especies nativas.

El dictamen del especialista es que el NAIM no es viable en términos ecológicos.

El lago artificial Nabor Carrillo, donde se construye la obra de Texcoco, se creó como parte de un programa de rescate del Lago de Texcoco y es uno de los receptores de aves migratorias más importantes del centro del país, detalla el experto.

Funciona además como captador de bióxido de carbono y regulador de temperatura en la región, y representa la única posibilidad de integrar un plan hídrico para hacer frente a la escasez de agua en la Ciudad de México, según el académico.

Sin embargo, el reservorio está siendo desecado con el objetivo de que las aves no interfieran con el espacio aéreo de despegue y aterrizaje. Con ello, ya no será un cuerpo de agua permanente; se convertirá en una laguna de regulación, es decir, tendrá agua solo en ciertos periodos.

Hasta hace un mes, el desecado alcanzaba un 70%, de acuerdo con Córdova. El experto acusa a la Comisión Nacional del Agua (Conagua) de no haber informado sobre estos trabajos, los cuales, dice, se adelantan en tiempos, pues al no estar cerca de entrar en operación el Nuevo Aeropuerto, no existe razón para eliminar el lago desde ya.

Dicho plan consta de una red de canales y cinco lagunas para recolectar aguas negras y de lluvia. Está basado en el Plan Maestro de Drenaje de Zona Oriente de 1994, y fue evaluado y modernizado por especialistas de Conagua y del Instituto de Ingeniería de la UNAM.

Según Conagua, este proyecto garantizará una mayor captación de agua con un volumen de regulación de hasta 29.4 millones de metros cúbicos y, además, junto con la construcción del Túnel Emisor Oriente, permitirá el desagüe de las lluvias en el Valle de México.

Córdova asegura que esas acciones no van a funcionar, pues apenas alcanzan el requerimiento mínimo de seguridad, que es de 30 millones de metros cúbicos, por lo que persiste el riesgo de inundación.

El experto enfatizó que el Lago de Texcoco es la única zona en la que se podría desarrollar el plan hídrico que necesita la capital mexicana para resolver la creciente carencia de agua en la urbe.

«Perder el Nabor Carillo significa perder la esperanza de recuperar Texcoco y de resolver los problemas de abastecimiento de agua en la Ciudad de México», advirtió.

Fuente: Expansión

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Aletia Molina