Las bases del actual sentido de celibato fueron establecidas a partir del Primer Concilio de Letrán convocado por el Papa Calixto II. Se celebró en Roma, teniendo como sede a la Basílica de San Juan de Letrán. Desarrolló sus sesiones del 18 de marzo al 11 de abril de 1123. Está considerado por la Iglesia católica como el IX Concilio Ecuménico y el primero de los celebrados en Occidente.
Un concilio ecuménico es una asamblea celebrada por la Iglesia católica y las Iglesias ortodoxas con carácter general a la que son convocados todos los obispos para reconocer la verdad en materia de doctrina o de práctica y proclamarla.
El término Concilio significa asamblea; el término ecuménico significa que es de carácter general, de y para todo el mundo.
A este Concilio asistieron, según las fuentes, entre 300 y mil participantes que promulgaron 25 cánones o reglamentos, aunque muchos de los cuales se ciñeron exclusivamente a confirmar decretos de concilios anteriores, en los que se legisló sobre varias cuestiones.
Una de las decisiones más importantes que ha marcado la distribución eclesiástica y la vida monacal, fue la decisión de los Cánones 3 y 11, que no permite el matrimonio a los miembros vinculados con la Iglesia.
Esta postura fue tomada con la intención de controlar y someter a los agentes internos para con la congregación. Gastos, distracciones, familias y alojamientos fueron eliminados de las preocupaciones para cumplir debidamente con las tareas propias de cada cargo.
El texto establece que no se permite el matrimonio a los sacerdotes, diáconos, subdiáconos, y monjes. También se les prohíbe mantener concubinas y la permanencia en sus casas de cualquier mujer diferente a las admitidas por los antiguos cánones. Los matrimonios en vigor de los clérigos son nulos de pleno derecho, y los que los hubiesen oficiado son declarados pecadores y obligados a confesión.
Se argumentó que el dinero recibido de los diezmos y primicias debería dedicarse a los pobres de la iglesia, a quienes predican el evangelio, a quienes enseñan la palabra de Dios, a los ancianos o pastores de la iglesia, a las viudas, a quienes los necesitan en casos de urgencias, para el mantenimiento de la iglesia, etcétera.
Pero resulta que ese dinero no servía para tales fines. Y si esas cantidades monetarias no alcanzaban para las iglesias locales, por supuesto que no había dinero que llegara a Roma, en donde los jerarcas católicos sufrían por la falta del recurso para sus opíparas vidas.
Mucho se ha escrito acerca de este interesante tema. Y hay respetadas opiniones a favor del celibato. Se puede ver en el mundo que la gente está muy ansiosa por disfrutar de la vida sexual sin tomar en consideración la responsabilidad que estos actos representan.
En la Colección Sabiduría Védica se encuentran algunos pensamientos de Swami B.A. Paramadvaiti quien dice:
“Se ha olvidado que la vida de celibato es una hermosa tradición que viene de los grandes sabios de épocas anteriores. Ellos dicen que la fuerza sexual es una inmensa capacidad que Dios nos ha dado a todos, ya que tiene la potencia de traer a otro ser humano al mundo para servir a Dios.
“Sin embargo, una conciencia lujuriosa lleva a despreciar este potencial espiritual místico, y pensar sólo en el disfrute momentáneo que el acto sexual proporciona corporalmente aun cuando ocasione: insatisfacción, frustración y sufrimiento. De este modo, la vida sexual sólo produce sufrimiento, tanto para uno mismo como para los demás”.
Por todo lo contrario, Juan XXIII fue un Papa atípico porque fue el primero en poner los pies en tierra para ensamblar al catolicismo con las más altas tentativas de justicia social, originando la llamada Teología de la Liberación, a la que, por supuesto, los sectores reaccionarios quisieron encontrarle una motivación marxista.
El actual Papa Francisco se ha mantenido fiel a esa identidad. Y ha demostrado una gran liberalidad y comprensión frente a planteamientos, entre ellos el celibato que se impone a los sacerdotes, negándoles el derecho a la sexualidad y a la paternidad. Ante ello ha abierto la posibilidad de una revisión.
No olvidemos que tal celibato podría ser la causa de uno de los más graves escándalos que tanto daño han hecho al prestigio de la Iglesia católica, por el abuso de curas pedófilos a miles de niños que estuvieron y están a su cargo.