Reino Unido comienza a prepararse para el peor de los Brexits posibles. El reloj está en marcha y las negociaciones entre el Gobierno británico y las autoridades europeas no avanzan al ritmo deseado. Ya sea para utilizarlo como medida de presión o para ir dando a los ciudadanos un baño de realismo, este jueves comenzarán a hacerse públicas parte de las «notas técnicas» que especifican las consecuencias y medidas de precaución que cada sector de la economía debe comenzar a adoptar ante la posibilidad cada vez más cierta de una salida abrupta de la Unión Europea, sin periodo de transición ni un acuerdo que ayude a normalizar el divorcio.
Los medios británicos han enfatizado en los últimos días los aspectos más anecdóticos y llamativos de lo que podría suponer un Brexit sin acuerdo, a las bravas. Se trata, sin embargo, de un proceso mucho más complejo y técnico que requiere establecer al detalle todas las previsiones y respuestas necesarias para suavizar una posibilidad que comienza a ser vista como bastante realista.
El ministro para el Brexit, Dominic Raab, quien ha reanudado esta semana sus contactos con el principal negociador de la UE, Michel Barnier, comparecerá este jueves para explicar a la opinión pública británica las consecuencias de una salida no negociada de la Unión Europea y los preparativos emprendidos por el Gobierno de May ante ese escenario. Al mismo tiempo, se dará acceso a los medios, en una sala de lectura preparada a tal efecto en Westminster porque los documentos seguirán embargados, a un parte de las 84 notas técnicas que se han preparado para intentar dar respuesta a cada uno de los sectores que se verá afectado por el cambio. Seguridad aérea, traslado de animales domésticos, licencias televisivas, propiedad intelectual, regulación de fármacos o incluso el programa Erasmus de intercambio de estudiantes universitarios. Nada se quiere dejar al azar, aunque al mismo tiempo el Ejecutivo británico admite que en algunos de estos sectores las previsiones se hallan aún en una fase muy temprana.
El sector más euroescéptico del Partido Conservador, firme defensor de un abandono radical y no pactado de las instituciones europeas —afirma que cualquier acuerdo sería en definitiva una forma de vasallaje contrario a lo que los británicos votaron en referéndum— lleva semanas quitando hierro a las consecuencias de un Brexit no negociado y dibuja escenarios idílicos en los que el Reino Unido tendría finalmente las manos libres para cerrar acuerdos comerciales con diferentes países y prosperar económicamente, liberado del yugo de Bruselas. Con ese objetivo, han anunciado ya un otoño caliente para Theresa May. Preparan una campaña publicitaria y una serie de actos públicos para presionar a la primera ministra, a la que acusan de intentar apaciguar a la UE con concesiones que consideran inaceptables.
La recta final de las negociaciones con Bruselas se ha visto contaminada por una batalla política interna en el seno del Partido Conservador que puede hacer descarrilar las mejores intenciones de llegar a buen puerto. El 30 de septiembre comienza en Birmingham el Congreso de los tories y los euroescépticos acuden dispuestos a tumbar el liderazgo de May. Un sector del partido ha emprendido ya su particular campaña para alterar las reglas del juego y permitir que Boris Johnson, el exministro de Exteriores y particular pesadilla de la primera ministra, puede entrar en la competición aunque no cuenta con los avales suficientes.
Fuente: El País