Carlos Ferreyra
Metidos en los dimes y diretes en torno al presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, y el presidente en funciones, Enrique Peña Nieto, estamos siguiendo un caminito equivocado, el que el primero nos ha querido marcar.
Perdemos de vista la estructura mental del llamado Peje (que puede ocasionalmente ser AMLO) hábil en la retórica y diestro para “maicear” rutas equívocas. Explico: discutimos la consulta del Nuevo Aeropuerto, unos con razones de técnicas, turísticas y comerciales; otros, bajo la premisa de la infalibilidad pejiana.
Debemos mirar el panorama completo para no errar. Por ejemplo, el caso de la educación, en la que se había anunciado una consulta popular, lo que ratificó Esteban Moctezuma horas antes de que el mismo AMLO frente a EPN dijera paladinamente que cancelará toda modificación a este rubro. No habrá consulta y se hará lo que el dedito sagrado diga.
Del Tren Maya se aducen razones ecológicas y de ruptura del medio social de los habitantes de la región indígena chiapaneca y yucateca, se hará; como se hará el traslado de Secretarías de Estado a provincia y como se reducirán salarios a mandos superiores que ganen más que el mandatario federal.
Desde siempre, Andrés Manuel en su advocación de Peje, le tuvo tirria al aeropuerto en la zona de Texcoco. Y desde siempre insistió en que debe ampliarse Santa Lucía, la terminal, aérea militar.
Tras esa posición existe un resentimiento contra los elementos castrenses o los uniformes en general, lo que le mantiene nublado el criterio en éste y otros temas relacionados. Léase Estado Mayor o creación de una Guardia Nacional con la fusión de Ejército, Marina y policías federales.
Tras la consulta popular en el caso del NAICM se encuentra una de las trampas más miserables de las que seremos víctimas los mexicanos: una consulta que nadie sabe con qué elementos se hará, quién controlará el resultado y lo real será el anuncio de la participación popular en este ejercicio que tiene todo, menos democracia.
Si, como es de temer, se decide cancelar el proyecto, se perderán más de cien mil millones de pesos, mas otros 40 mil millones más por indemnizaciones a los empresarios participantes; López Obrador se podrá lavar las manos y aducir que fue una decisión del pueblo bueno.
Si decide hacerlo, igualmente lo puede achacar a ese ente abstracto que sólo él conoce. Y cuya opinión es tan increíblemente coincidente con sus deseos y propósitos.
La foto corresponde al nivel de votantes sobre el aeropuerto capitalino. Zombies, les llaman también.
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