Cada año, en temporada de lluvias, la Ciudad de México se inunda, y conforme pasa el tiempo la situación podría ser aún peor; esto se debe a que la infraestructura para desalojar el agua resulta insuficiente o ya es obsoleta, como sucede con el drenaje profundo.
A 43 años de su inauguración –el 9 de junio de 1975– el drenaje profundo, que corre a 200 metros bajo la tierra, opera sólo al 60 por ciento de su capacidad.
El director general del Sistema de Aguas de la Ciudad de México, Ramón Aguirre, sostiene que se requieren 100 mil millones de pesos para modernizar el drenaje profundo, debido a que presenta un deterioro importante por el paso del tiempo y los hundimientos que se han registrado por la sobreexplotación de los mantos acuíferos.
Cuando llueve tenemos el problema de que los tubos ya no tienen la capacidad de antes. Existen algunas tuberías que al tener pérdida de pendientes ya no pueden sacar el agua en el mismo volumen, pueden tener problemas de azolvamiento crónico.
Hay dos tipos de azolvamiento: el que se da en un tubo pero que se limpia y que después la propia pendiente del tubo va evitando que se azolve pero que al paso del tiempo hay que darle otra limpiadita, y el segundo caso, en el que a un tubo que está colgado como un columpio, todo el azolve se va a la parte de abajo, y para que salga está en chino”, comentó a Excélsior.
En la Ciudad de México existen 25 vasos reguladores, más 12 mil 500 kilómetros de tuberías de drenaje primario y secundario, además de 165 kilómetros de túneles del drenaje profundo por donde circula el agua pluvial y la residual, que es descargada en el estado de Hidalgo.
Sin embargo, en época de lluvias se complica el desalojo de los millones de litros de agua que se acumulan.
Aguirre Díaz indicó que, en la Ciudad de México, en caso de lluvias de gran intensidad, son 44 los puntos susceptibles a sufrir encharcamientos, de ahí que se hayan realizado obras nuevas para sacar más rápido el agua de la ciudad, no obstante, aún resultan insuficiente.
Entre las más importantes se encuentra el Túnel Emisor Oriente, el TEO, cuya construcción inició en agosto de 2008 y se prevé concluya el próximo año.
El TEO tiene una capacidad de 150 mil litros por segundo. Ahorita está en proceso su segunda etapa y la primera etapa es un túnel de unos 10 kilómetros con una planta de bombeo que se llama El Caracol que tiene capacidad para sacar 40 mil litros por segundo.
Esos 40 mil litros por segundo son los que nos están ayudando en este momento a que el problema sea mucho menos grave que el que llegamos a tener antes de que se tuviera ese primer tramo del TEO”, dijo.
La basura es otro de los generadores de inundaciones al tapar las alcantarillas y no permitir el libre flujo del agua, destacó Aguirre.
Cuando entra esa agua, ¿qué pasa? La capacidad del sistema de drenaje en vez de que funcione desde el primer minuto, conforme va lloviendo entra el agua y de repente se llena; se quita la basura, entra de golpe y la capacidad del sistema está muy limitada para atender el volumen que llega”, explicó.
Por su parte, Herminio Quechol, subdirector de Drenaje Profundo del Sistema de Aguas de la capital, comentó: “Es temporada de lluvia y los trabajos de mantenimiento no se realizan, éstos se hacen durante la época de estiaje.
Nosotros cerramos las compuertas y el nivel del agua es mínimo y podemos ingresar. Si hubiera un problema, pues tendríamos que ingresar así, pero ya con todas las medidas necesarias por emergencia, pero si no, nos esperamos hasta octubre o noviembre para meternos e inspeccionar perfectamente las estructuras”.
Quechol indicó que se tienen nueve interceptores y un Emisor Central que es la salida principal del agua de la Ciudad de México.
Son 50 kilómetros de un túnel de 6.50 metros de diámetro; de ese punto hacia el centro de la ciudad tenemos interceptores de cinco y cuatro metros de diámetro que nos ayudan a desalojar toda el agua de la ciudad”, explicó.
Así, la realidad del drenaje profundo en la Ciudad de México, cuyos problemas no sólo generan inundaciones, sino también socavones, debido a que cuando existen fisuras en las tuberías, el agua se filtra y origina que la superficie se agriete.
Fuente: Excélsior