Para lograr la pacificación de la patria, además de la amnisitía, reducción de penas, comisiones de la verdad y reparación del daño a víctimas, habrá que despenalizar las drogas. No se trata de legalizar la marihuana y la amapola sino evitar que la producción y distribución de lo prohibido siga en poder del crimen organizado… y que el Estado asuma los riesgos políticos, económicos y sociales que ello implica.
A lo anterior se compromete Olga Sánchez Cordero, futura secretaria de Gobernación quien presume tener carta abierta para lograrlo.
La futura funcionaria federal anuncia un gran debate nacional, sin simulaciónes, para entrarle al toro bravo por los cuernos… mientras las madres de 30 mil desaparecidos, al grito de “¿dónde están, dónde están, nuestros hijos, dónde están?”, exigen -primero- que el nuevo aparato oficial tenga como eje la memoria y el compromiso a favor de la justicia…
Ojalá que a doña Olga no se le ocurra hacer de chivo los tamales… y también tenga “carta Abierta” para dar respuestas a lo inaplazable. Que sus remedios no resulten peores que la enfermedad… ni tampoco otros fuegos pirotécnicos, como el fallido espectáculo de comer ansias por “invitar” al Papa a bendecir la paz o mandar cartitas al zapatismo en pos de un diálogo que los del color de la tierra rechazan, acusando mentiras, insultos, calumnias, racismo y machismo de otra inminente burocrácia que se comporta como si ya fuera gobierno… y que traerá desilución.
Está claro. La pipa de la paz no sólo se rellena con “mota”.