Carlos Ferreyra
He visto con intermitencia los juegos del Mundial que se celebra en Rusia, lo que ha exacerbado mi antipatía por lo que debería ser un deporte de masas y no va más allá de un floreciente negocio suprauniversal.
Tiempo ha que lo jugué, cuando iba al estadio con mi familia, los hijos todavía pequeños y nos atiborrábamos de la vendimia interna y de sol, mucho sol.
Un día transformaron abiertamente los equipos en medios comerciales, empezaron a financiar las famosas porras que hoy en absurda imitación conosureña llamamos “barras”.
Le agarré repulsión a este deporte y a todo lo relacionado con las patadas.
Año de 1970. Celebra México la Copa Mundial con 16 equipos. Pelé, la figura de la competencia y sir Stanley Ford Rous como jerarca absoluto de la FIFA. Por primera ocasión admiten a la prensa cubana con todos los derechos para la cobertura de los juegos.
De La Habana envían a mi oficina de Prensa Latina un magro casi invisible refuerzo. Un reportero cuyo nombre prefiero no recordar, y un fotógrafo peruano, viejo lobo de las montañas incas y perseguidor incansable de las guerrillas, especialmente Sendero Luminoso que apenas despuntaba bajo las siglas del Partido Comunista Peruano, y la égida de Abimael Guzmán, luego Comandante Gonzalo.
Una secuela de 70 mil asesinatos fue el resultado del liderazgo maoísta de Abimael.
Confiado en nuestra admisión como prensa deportiva con todos los derechos, pensé en pedir una entrevista con Rous. Estábamos en el legendario Café la Calesa, abajo de mi oficina en Reforma. Le pedí al joven peruano que me acompañara al Hotel Maria Isabel.
De acuerdo, fue su respuesta con la petición de subir por su cámara. Vamos a pedir la entrevista y luego a esperar que nos la concedan si es que así lo consideran. Vamos…
Llegamos al hotel preguntamos por el cristiano en cuestión y nos indicaron la suite en que se alojaba. Nos dijeron: pueden subir.
Tocamos el timbre de la amplia puerta que fue abierta por una mujer especialmente bella a pesar de encontrarse en la tercera edad. Con un inglés menos que champurrado le hice saber nuestra pretensión. Miró hacia adentro, habló rápidamente y nos franqueó el paso.
En un hermoso contraluz sentado tras una mesa de tipo francés, estaba el jorocón futbolero. Nos invitó a tomar asiento y se preparó para ser interrogado por un sujeto que a duras penas liaba tres frases en español. Tuve, muerto de vergüenza que explicar que no hablaba inglés por lo que empecé a lanzar preguntas a lo güey: wath’s your opinion about… y así.
Lo más extraordinario que el propio entrevistado se puso a anotar sus respuestas, mismas que me entregó al finalizar la penosa entrevista.
Huelga decir que el amigo peruano aparte de mirarme con furia homicida, creo que estaba planeando secuestrarme para que el Comanche Gonzy me sometiera a un tribunal de guerra. Lo hice perder la que hubiese sido una de las gráficas más importantes en su carrera profesional. No perdí su amistad por fortuna y por desgracia tiempo después supe que murió durante una visita a los campamentos guerrilleros.
Regresé a la oficina, donde le entregué los apuntes al enviado cubano al que le indiqué que no la firmaría por pudor profesional.
Me olvidé del asunto hasta que recibimos una felicitación por ese éxito no alcanzado hasta ese momento por ninguna otra agencia. La felicitación venía a nombre del pillo isleño que se atribuyó la entrevista. Y que ese año y con ese motivo recibió el anhelado diploma de Periodista Destacado. Yo ya llevaba dos, así que no me importó mucho.
En este mundial me entero que Francia tiene en sus filas a catorce africanos, Bélgica a ocho. Lo que quiere decir que cuando juegan los jóvenes negros, los franchutes se convierten en activos aguadores y camilleros.
Veo a Inglaterra y también está repleto de oriundos de África. Concluyamos con que gane quien gane, los campeones verdaderos serán siempre africanos. El duelo será Europa, Croacia, contra África, Francia.
Miro además que Cristiano Ronaldo ha sido objeto de una transacción comercial equivalente a lo que dijo Javidú que envió a la campaña presidencial: dos mil 500 millones de pesos.
Y con estas miserias hemos pedido la sede para Estados Unidos, fiesta en la que seremos los payasos, ya que tendremos unos cuantos juegos iniciales y dejaremos los finales para gozo gringo.
carlos_ferreyra_carrasco@hotmail.com