El papa Francisco clamó hoy por la situación en Oriente Medio, explotada, flagelada por conflictos, y de donde se corre el peligro que desaparezcan los cristianos, en un histórico encuentro en Bari, sur de Italia, al que acudieron todos los representantes de las Iglesias orientales.
El Papa reunió en esta ciudad símbolo, donde se encuentran las reliquias de San Nicolás, venerado por católicos y ortodoxos, a 22 representantes y patriarcas de las Iglesias ortodoxas, en la que ha sido considerada una reunión sin precedentes.
Francisco y los patriarcas participaron en una celebración a la que llegaron juntos en autobús y en la que se leyeron y cantaron salmos y se escucharon todas las voces de Oriente: el árabe, el griego, al armero, al asirio, el siriano para pedir la paz en la región.
En su discurso, el pontífice advirtió que la región corre el riesgo de quedarse sin cristianos y que «Oriente Medio sin los cristianos no podría ser Oriente Medio».
Sobre esta espléndida región se ha ido concentrando, especialmente en los últimos años, una densa nube de tinieblas: guerra, violencia y destrucción, ocupaciones y diversas formas de fundamentalismo, migraciones forzosas y abandono, y todo esto en medio del silencio de tantos y la complicidad de muchos», denunció.
Queremos dar voz a quien no tiene voz, a quien solo puede tragarse las lágrimas, porque Oriente Medio hoy llora, sufre y calla, mientras otros lo pisotean en busca de poder y riquezas», añadió.
El Papa se reunió durante más de dos horas con los patriarcas, entre ellos el de Constantinopla, Bartolomé, o el ‘ministro de Exteriores’ del patriarca ruso Cirilo, el metropolita de Violokolamsk, Hilarion, para repasar la situación en sus países.
Tras la reunión, el Papa retomó su dura denuncia de hoy.
Basta del beneficio de unos pocos a costa de la piel de muchos! ¡Basta de las ocupaciones de las tierras que desgarran a los pueblos! ¡Basta con el prevalecer de las verdades parciales a costa de las esperanzas de la gente! ¡Basta de usar a Oriente Medio para obtener beneficios ajenos a Oriente Medio!», exclamó.
Recordó el drama de la guerra en Siria y destacó que muchos conflictos han sido fomentados también por formas de fundamentalismo y fanatismo que, disfrazados de pretextos religiosos.
Criticó que «no se puede levantar la voz para hablar de paz mientras a escondidas se siguen desenfrenadas carreras de rearme» e hizo notar que ello «es una gravísima responsabilidad que pesa sobre la conciencia de las naciones, especialmente de las más poderosas».
Que se abra también de par en par en Oriente Medio el camino del derecho a una común ciudadanía, camino para un futuro renovado. También los cristianos son y ha de ser ciudadanos a título pleno, con los mismos derechos», instó.
Francisco se dijo también «profundamente angustiado» por la situación en Jerusalén y reitero su llamado para que sea «preservada más allá de las distintas disputas y tensiones, y cuyo status quo exige que sea respetado de acuerdo con lo deliberado por la comunidad internacional».
Solo una solución negociada entre israelíes y palestinos, firmemente deseada y favorecida por la comunidad de naciones, podrá conducir a una paz estable y duradera, y asegurar la coexistencia de dos Estados para dos pueblo, expresó Francisco.
La advertencia del Papa fue clara: «No olvidemos el siglo pasado. No dejemos de lado las lecciones de Hiroshima y Nagasaki, no convirtamos las tierras de Oriente, donde apareció el verbo de paz, en oscuras extensiones de silencio».
Y concluyó deseando «que el Medio Oriente no sea más un arco de guerra tensado entre los continentes, sino un arca de paz acogedora para los pueblos y los credos».
La jornada terminará con un almuerzo en el arzobispado y tras despedirse de los patriarcas, el pontífice regresará al Vaticano sobre las cinco de la tarde.