Mientras el presidente de Estados Unidos regresó a su país rodeado de amplias críticas tras la cumbre del lunes, el mandatario ruso volvió a Moscú entre elogios generalizados, pese a que no se alcanzaron avances importantes.
Sin embargo, la mayoría de los rusos no consideran a Putin como el vencedor del encuentro, sino que simpatizan con Trump. Presentan al dirigente estadounidense como una víctima de sus irracionales críticos domésticos y depositan en él sus esperanzas para una mejora de las relaciones entre los dos países.
Con las tensiones entre Estados Unidos y Rusia en un momento álgido, el Kremlin se había fijado unas expectativas bajas para la cumbre.
«Nadie en Moscú que sea realista se había hecho ilusiones con que la cumbre pudiese producir avances», dijo Alexander Gabuev, del Centro Carnegie de Moscú. «La esperanza era que al menos podamos empezar a hablar entre nosotros».
Y en eso, Putin consiguió su objetivo. Según Gabuev, el presidente ruso conquistó con habilidad a su público local, especialmente al combinar el rechazo a la denuncia sobre la intromisión rusa en los comicios estadounidenses con sus propias acusaciones contra Washington.
Los rusos dieron la bienvenida a la oferta de Putin a permitir que el FBI interrogue a oficiales de la inteligencia militar acusados de hackear al campaña electoral de 2016. Y especialmente a la insistencia de su presidente en un acuerdo igualitario para desacreditar las sanciones estadounidenses contra rusos adinerados y poderosos.
Como cabía esperar, los rusos recibieron bien la insinuación de Trump de que confía más en Putin que en sus propias agencias de inteligencia.
La burocracia rusa «será especialmente cauta para no dañar a Donald Trump más de lo que hizo él mismo», apuntó Gabuev.
En lugar de presentarla como un suelo en el escenario internacional, la cumbre fue vista en Rusia como una reunión entre dos hombres poderosos que abordaron problemas globales y luego enfrentaron a una multitud de incómodos reporteros.
«Quienes se opusieron a la reunión intentarán devaluar los acuerdos alcanzados», dijo Vladimir Olenchenko, del Instituto de Economía Mundial y Relaciones Internacionales de Rusia, quien se mostró esperanzado con que «Trump tenga la suficiente voluntad política (…) para superar la resistencia y continuar el diálogo con Rusia».
Putin buscó empatizar en los asuntos en los que Moscú y Washington podían tener algo en común, como en la crisis en Siria.
«¿Qué le hace pensar que el presidente Trump confía en mí y yo confío plenamente en él?», dijo Putin. «El defiende los intereses de Estados Unidos, yo defiendo los intereses de la Federación Rusa. Estamos buscando vías para reducir nuestras diferencias y hacer que nuestro trabajo sea constructivo».
Los observadores en Moscú siguen siendo cautos sobre el significado que tendrá lo ocurrido en el largo plazo.
Pero el Kremlin no esperaba el final de las sanciones occidentales y ni la retirada de las fuerzas de la OTAN desplegadas cerca de sus fronteras en una reunión. Putin espera que la cumbre sea un primer paso hacia la normalización de las relaciones entre naciones y, lo más importante, convenza a Estados Unidos de que Rusia es un actor global cuyos intereses deben tenerse en cuenta.
Fuente: Staff