La Audiencia Territorial de Múnich ha dictado este miércoles una condena de cadena perpetua contra Beate Zschäpe al ser declarada culpable de participar en nueve asesinatos xenófobos y el de una policía entre los años 2000 y 2007. Zschäpe, de 43 años, ha sido condenada en el marco de un proceso judicial contra la banda neonazi NSU (Resistencia Nacionalsocialista), integrada por tres miembros y de la cual ella es la única superviviente. La condenada, que no cometió materialmente ninguno de los crímenes, negó previamente haber estado involucrada en los asesinatos.
En su sentencia, el tribunal ha privado también a la acusada de la posibilidad de solicitar la libertad condicional al cabo de 15 años, como prevé la legislación alemana, a causa de la “particular gravedad de los hechos”. Además, otros cuatro colaboradores del grupo armado han sido condenados a penas de entre dos años y medio y diez años bajo la acusación de haber servido de apoyo de diversas maneras, como el suministro de la pistola con la que se cometieron los asesinatos. Poco después de conocerse el veredicto, los abogados de Zschäpe aprovecharon una pausa para anunciar que apelarían al veredicto por considerar que la acusación de culpabilidad no es viable.
La banda de la que formaba parte la acusada vivió en la clandestinidad hasta noviembre de 2011 cuando sus dos cómplices, Uwe Böhnhardt y Uwe Mundlos, se suicidaron en una furgoneta al verse acorralados por la policía tras cometer un atraco en la ciudad de Eisenach, en el centro de Alemania. Poco después, Zschäpe, a la que medios alemanes bautizaron como la novia nazi, se entregó a las autoridades. Posteriormente se incautó en la casa donde vivían los tres miembros de la banda armada abundante material inculpatorio, incluidos vídeos donde se detallaban, en versión cómic, los asesinatos de pequeños comerciantes —ocho turcos y un griego— en distintos puntos del país, y cometidos siempre con la misma arma.
En su discurso final ante la Audiencia Territorial la semana pasada, la acusada aseguró que la ideología ultraderechista ya «no significaba nada» para ella y afirmó no haber deseado participar ni haber participado en los asesinatos cometidos entre 2000 y 2007, de los que culpó a sus dos compañeros ya fallecidos. “Soy una persona compasiva y he podido ver y sentir la angustia y desesperación de los familiares. Me disculpo por el sufrimiento que causé”, afirmó. Sus abogados habían solicitado su absolución alegando que vivía con los otros miembros de la banda porque mantenía con ellos una relación sentimental y que no estaba al corriente de los asesinatos cometidos. «Por favor, no me condene en representación de algo que ni quise ni hice», pidió la procesada al juez que presidía la sala, Manfred Götzl.
La sentencia pone fin a un juicio que duró cinco años y medio y que estuvo marcado por errores, interrupciones, el rechazo mutuo de la acusada y sus abogados defensores, la aparición de un testigo falso, la presencia de más de 500 testigos y, más importante aún, representó de forma indirecta una especie de juicio contra la inoperancia y la indiferencia de las fuerzas de seguridad frente a la ultraderecha. En el curso de la causa quedó claro que el grupo había actuado casi con completa impunidad, y se descubrió que las fuerzas de seguridad habían destruido actas. Este escándalo costó el cargo a varios agentes y obligó a llevar a cabo una reestructuración en los servicios de Inteligencia alemanes.
Antes del fallo, los familiares de las víctimas expresaron que los más de cinco años y medio de proceso han sido una «decepción». En una rueda de prensa en Múnich, los representantes de este colectivo criticaron asimismo el papel de los servicios secretos y su «amnesia parcial» y afirmaron que durante el proceso se ha continuado «encubriendo y mintiendo», a pesar de que los cuerpos de seguridad dicen que el caso ha servido para depurar responsabilidades y reorganizar sus servicios. «El mito de que la NSU era un trío es una excusa cómoda que no puede ser aceptada”, dijo un familiar.
Durante muchos años, antes de que se descubriera la existencia del NSU, los cuerpos de seguridad no exploraron nunca la posibilidad de una trama neonazi y atribuyeron los asesinatos a ajustes de cuentas entre inmigrantes. Por este motivo, Alemania pidió perdón a la ONU por los errores cometidos durante la investigación, y la canciller Angela Merkel expresó la «vergüenza» de su país ante esos crímenes.
Fuente: El País