El próximo 1 de julio que nadie se sorprenda si en la fila para votar se topa con Juan Hernández. O con cualquier Hernández. Unas 7 millones 139 mil 844 personas con ese apellido, paterno, materno o ambos, votarán en la jornada electoral más grande en la historia del país.
Uno de esos Juan Hernández es abogado, tiene 34 años y muy pocas ilusiones en una elección que muchos le aseguran definirá, probablemente para siempre, el futuro del país y el suyo. Él no es tan fatalista, entiende que la votación será importante pero perdió su fe en el gobierno y en los servidores públicos hace ya muchos años. “No me pesa decirlo, yo sí soy de esos que dicen que todos son iguales, que a los políticos no les importamos y solo ven por ellos mismos”, asegura en entrevista. “Con eso no quiero decir que no vaya a votar o que no me interesen los resultados de la elección”.
Este Juan Hernández en particular todavía no tiene claro su voto. Está convencido que uno de los candidatos no le agrada ‘ni tantito’ debido al partido que lo abandera, otro le parece demasiado falso y sin ‘sustancia’ para ser un buen presidente, mientras que el otro le genera sentimientos encontrados debido a que considera que sus acciones no van con todo el discurso que pregona. El otro candidato simplemente le arranca algunas risas por sus comentarios, pero poco más. En realidad, su voto lo definirá, al igual que muchos otros en su situación, el mismo día de la elección, cuando se enfrente a la boleta limpia en su casilla de la delegación Miguel Hidalgo, en la Ciudad de México.
“Lo que quiero, la verdad, es que ya se acabe todo esto”, menciona entre risas. “Quiero entrar a mi Facebook y que nadie esté publicando cosas de un candidato o de otro, que no se esté peleando la gente por alguien que ni los va a pelar cuando llegue al poder”.
La elección de este año no es la primera en la que hay mensajes divisivos, noticias falsas y discusiones en reuniones familiares y con amigos, pero el rol de las redes sociales y su penetración en la sociedad sí han amplificado el problema.
“Las redes sociales han generado islas de discusión, grupos de personas que piensan igual y escuchan las mismas ideas día y noche que generan fanatismos”, aseguró Luis Carlos Ugalde, director general de Integralia.
“Mucha gente se ha excluido de la discusión en las redes por temor a ser agredidos”.
Ugalde, quien encabezó el Instituto Federal Electoral (IFE) en los comicios de 2006, asegura que como sociedad hemos ido perdiendo la capacidad de dialogar colectivamente y eso ha permitido que el ‘ruido’ de las redes sociales enfrente más a la gente y haga que deseen que el proceso electoral, que debería ser un momento de reflexión y análisis para decidir el futuro del país, termine pronto. “Se han generado fanatismos e ignorancia”, apuntó el especialista. “Las redes no ayudan a cambiar esa percepción y tampoco en los medios de comunicación se trabaja para destrabar la discusión”.
Para los millones de indecisos en el país, esta situación se convierte en un factor abrumador, sobre todo a la luz del tamaño de la elección.
El Instituto Nacional Electoral (INE) lo ha repetido una y otra vez: el domingo de la jornada electoral poco más de 89 millones 393 mil ciudadanos mexicanos elegirán un nuevo presidente de la República, 500 diputados federales y 128 senadores. Además, en nueve entidades federativas votarán por un nuevo gobernador. Entre comicios locales y federales, hay 3 mil 326 cargos de elección popular en juego, que serán definidos en las 520 millones de boletas que se han impreso y serán repartidas en las 156 mil casillas que habrá en todos los rincones del país.
México se ha acostumbrado a votar. Poder acudir a las urnas cada tres años se ha convertido en un proceso más o menos rutinario, eso no ha cambiado, por lo menos desde mediados de la década de los noventa; los que sí son otros son los electores y sus inquietudes. Por ejemplo, en esta elección la mayoría de los votantes que podrán ir a la casilla son mujeres, en total, 46 millones 209 mil 837 que están dadas de alta en la lista nominal del INE. El grueso de los votantes, poco más de 22 millones, tienen entre 20 y 29 años, mientras un millón 799 mil más tienen la edad mínima de 18 años para poder participar en sus primeros comicios.
Desde luego, la mayor parte de los votantes están en el centro del país. Más de 11 millones en el Estado de México y otros 7 millones más en la capital serán determinantes para elegir al próximo presidente de la nación. Los electores en México también tienen sus prioridades más o menos claras: de acuerdo con diversas encuestas levantadas durante el proceso de campañas, hay al menos cuatro ejes en los que los electores coinciden se debe poner el foco: la creación de empleos, el combate a la inseguridad, la reducción de la pobreza y, desde luego, la erradicación de la corrupción.
“Esta elección es una manifestación de rechazo a mucho de los que representa el gobierno actual y luego es una visión de cómo queremos ver nuestro mundo”, señaló Juan Pardinas, director general del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO). “¿Qué tanto determina el voto la inseguridad? ¿Qué tanto lo determina el tema económico? Eso quizá lo sabremos cuando tengamos al ganador”.
Pardinas coincidió en que los electorales llegan a las urnas polarizados, convencidos de que su voto no solo es mejor que el del que elige distinto, sino incluso que ese que no piensa igual es un peligro para el país. “Sí hay más enojo, la gente está muy frustrada con la impunidad y con la corrupción y eso ha facilitado que el tono se eleve significativamente”, dijo. “Ya veníamos polarizados, pero hay más ruido, más dispersión, las redes han sido un amplificador de esa polarización y aunque eso es algo que se puede esperar de unos comicios, los episodios de violencia son lo que más preocupa”.
Además de Hernández, habrá muchos García en las casillas del país el 1 de julio. Más de 5 millones podrán acudir a votar el domingo de la elección. Una de ellas es Mariana García, estudiante de 22 años, quien tiene claro su voto ya, pero no quiere que la gente lo sepa. “Para mí no ha sido tan complicado saber por quién votar, lo que sí es que creo que como casi todos me voy a ir por el menos malo”.
La joven dejó de publicar en Facebook artículos relacionados con política, luego de que se enfrascara en una discusión fuerte con algunos amigos y familiares, incluido su papá. En uno de los intercambios más duros, uno de sus primos la acusó de ser una ignorante, entre otras cosas. Ese fue el momento en que consideró que no valía más la pena seguir peleando por política, reafirmó su decisión de votar por su candidato favorito y no volver a mencionar más el asunto. “La gente cambia mucho cuando le cuestionas por qué va a votar por un candidato”, dijo. “Yo también soy de la idea de que lo mejor es que esto ya se acabe, ya me cansé de todas las pláticas de política, de voto útil, de que si uno es mejor que el otro, al final no creo que el país cambie mucho”.
Tanto en el caso de Juan Hernández como en el de Mariana García, pocas fueron las propuestas novedosas que oyeron de los candidatos y no podían recordar alguna relevante de alguno de ellos. Juan vio los tres debates, Mariana solo el primero. Ella no acudió a ningún evento público, él sí fue al de uno de los candidatos a la alcaldía de su demarcación. Al final, ninguno quedó sorprendido por algún mensaje o dato relacionado con la elección.
Hasta ahora. “No sabía que habíamos tantos Hernández que pudiéramos votar”, dijo Juan.
Fuente: El Financiero
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