A solo dos días de que arranque el Mundial de fútbol en el estadio Luzhniki de Moscú, el presidente ruso, Vladímir Putin, vive su momento más dulce como anfitrión de un evento global con el que espera deslumbrar al mundo.
«Saludo a los aficionados al fútbol y a las mejores selecciones del planeta; a los que ya han llegado a Rusia y a los que todavía se preparan para participar en el gran acontecimiento internacional que es el Mundial de la FIFA», afirmó Putin en un vídeo con el que dio la bienvenida este fin de semana a jugadores y aficionados.
Este 12 de junio, fiesta nacional en el que se celebra la Declaración de la Soberanía Nacional de la Federación de Rusia, proclamada en 1990 cuando formaba parte de la Unión Soviética, será sin duda muy especial para el líder ruso, que hace menos de tres meses fue reelegido para un nuevo mandato de seis años.
«Hemos hecho todo para que nuestros invitados -deportistas, especialistas y por supuesto aficionados- se sientan en Rusia como en casa. Hemos abierto al mundo nuestro país y nuestros corazones», continuó Putin en su mensaje mundialista.
Ni las tensiones con Occidente, que desde 2014 -a raíz de la crisis ucraniana y la anexión de Crimea- han ido en aumento, ni los llamamientos al boicot de la Copa del Mundo han hecho mella en el terreno deportivo, pues hasta la selección inglesa acude a competir a pesar del envenenamiento del exespía ruso Serguéi Skripal en el Reino Unido, del que Londres culpa a Rusia.
Nada parece haber logrado empañar este momento mágico para el jefe del Kremlin, a pesar de los líderes occidentales no estarán en la ceremonia de inauguración este jueves 14.
Putin está convencido de que el aislamiento al que fue sometido tras la expulsión de Rusia del G7 a raíz del conflicto ucraniano empieza a difuminarse y a ello han contribuido las visitas de importantes líderes internacionales que ha recibido en las últimas semanas, como el presidente de Francia, Emmanuel Macron, o la canciller alemana, Angela Merkel.
En su tradicional Línea Directa, el programa televisivo en el que la semana pasada respondió a las preguntas de los ciudadanos, Putin manifestó que los socios europeos ya están entendiendo la necesidad de que hay que cooperar con Rusia.
«Fíjense en lo que está pasando en muchos países. A nivel político ya hablan de la necesidad de tener unas relaciones normales (con Rusia). Sólo espero que este proceso gane enteros», afirmó.
A su favor está la brecha abierta en Occidente por los crecientes desencuentros entre el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y sus socios de la UE y Canadá, a quienes Putin explicó que los aranceles impuestos por Washington a la importación de acero son «sanciones» en toda regla.
«De hecho, son sanciones. ¿Y por qué? ¿Acaso se «anexionaron Crimea» como dicen nuestros socios?. No. Eso está relacionado con los intereses nacionales de EEUU, con cómo entienden esos intereses los actuales dirigentes estadounidenses», comentó el líder ruso en una de sus respuestas.
Aunque los mandatarios occidentales no estarán en la inauguración del Mundial en protesta por el caso Skripal y la política rusa de intervención en el este de Ucrania, miles de turistas y aficionados comienzan a afluir a Moscú y a otras de las ciudades en las que se celebrará el torneo, donde todo está preparado para recibirles.
Rusia ha tirado la casa por la ventana y ha invertido 14.000 millones de dólares -cerca del 1 por ciento del PIB- en los últimos cinco años, una cifra superior en unos 3.000 millones al último presupuesto oficial, según el ex viceprimer ministro Arkadi Dvorkovich.
De ellos, unos 6.000 millones de dólares han ido a infraestructuras de transporte y 3.400 millones a la construcción de los estadios, entre las principales partidas.
Fuente: Crónica