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¡A salvar la Patria..!: Carlos Ferreyra

Publicado por
José Cárdenas

Carlos Ferreyra 

 

Andábamos por Budapest en una de esas patochadas que llaman asambleas de la Unión Interparlamentaria (mundial) en las que se juntan los representantes de 180 parlamentos del mundo (México no tiene tal, pero igual acredita al Senado).

El líder de la Cámara Alta, Emilio González Parra, reacio a las apariencias y el boato que rodea a los legisladores que creen, en serio, que representan algo y que su opinión es sabia, delegó en el diputado poblano Guillermo Jiménez Morales la cabeza de la delegación.

Tiempo de vacas flacas, habían reducido los viajeros constantes al exterior en todos los niveles oficiales y los gastos de la delegación de México fueron limitados… en teoría.

Desconocedor del protocolo de la UIP, a Guillermo le tocó presidir media hora de una sesión de trabajo, en la que se registró un desacuerdo de palestinos, y judíos apoyados por los gringos, que abandonaron el salón.

Loquito por la emoción de que lo nombraban uno de tantos presidentes (el que presidía) de una sesión, el diputado mexicano exigió un boletín para exaltar su importante, en su consideración personal,  nominación. Me negué, por lo que se comunicó a Nayarit (fin de semana) con don Emilio al que expuso su queja.

Le explicaron, aunque no aceptó razón alguna. En la noche, invitados por el embajador mexicano al restaurante más emblemático del país, el Café Budapest, fui excluido por el diputado.

Eso fue consecuencia de que Guillermo Jiménez Morales, como niño con zapatos nuevos, pidió para México la sede del siguiente encuentro de parlamentos. Le pedí que lo meditara por dos razones, la primera, la orden de Carlos Salinas de no quemar pólvora en infiernitos, y la segunda porque bajo la presidencia de Antonio Riva Palacio, en 1984, habíamos celebrado en México la Conferencia sobre Desarme de Armas Convencionales.

Participaron ochenta naciones bajo el lema de “México por la paz” y se trató a una reunión en la que se estableció que en el mundo se asesinan más personas por las armas personales que por artefactos bélicos o en conflictos regionales o revoluciones. Con el Tratado antinuclear de Tlatelolco la segunda aportación de México al concierto universal.

Se mostró furioso; informé al líder senatorial quien lo comentó con el presidente Salinas. Minutos antes de salir a la cena, Morales me llamó y con un gesto de orgullo me comentó que Salinas le había llamado personalmente por teléfono y le había pedido que “pospusiera” su pretensión de reunir a la UIP en México.

Le explicó la situación económica en la que se encontraba el país por lo que no consideraba conveniente patrocinar un proyecto de tal importancia.

Pocas veces he visto un político tan satisfecho consigo mismo sin entender que el mandatario lo mandó a ondear changos por la cola con sus sueños de grandeza personal.

Habíamos pasado por las experiencias de una Olimpiada y de un Mundial que, en contra de muchas opiniones, causan un gasto que no todos los países pueden afrontar. Ni mucho menos en épocas de crisis.

La declaración satisfecha de Arriola, candidato priista al gobierno capitalino, de que el mundial de 2026 dejará algo así como cinco mil millones de dólares de utilidades y que tendrá como resultado inmediato más de 40 mil empleos, aparte de oportunista es falsa y tramposa, en tanto no cite las fuentes que le permitan decir semejante tontería.

Por lo menos que explique la base de sus cálculos y el método usado para vaticinar los optimistas resultados de la participación marginal,  muy marginal, por cierto, de México en esa reunión  convocada en favor de Estados Unidos: 80 partidos, diez para México, diez para Canadá y el resto considerando semifinales y finales para los estadios gringos.

¡Ah! Finalmente vamos por el mundial de fut… pero no completo, sólo juegos, dicen moleros, y los estelares para el norte. Igual pondremos nuestro cuerno, gastaremos nuestra lana y haremos el papel de idiotas. Nos estamos habituando después de todo.

Los aficionados al fut, tan exigentes, tan opinadores, tan conocedores, tan criticones, dejan sin comentario siquiera marginal, que los juegos de la selección se realicen en el país del norte y que la plaga de ratones verdes vea de soslayo a la afición mexicana, de la que no se ocupa para nada.

Como costumbre integrada a las tradiciones nacionales, los ratones volverán con sus derrotas a cuesta; durante la noche, sin testigos y sin que se anuncie el horario de arribo. Como ladrones…

(La foto, cortesía de las redes, es anticipo de cuando México se corone y Peña lo celebre).

carlos_ferreyra_carrasco@hotmail.com

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José Cárdenas