Independientemente de lo que suceda en las próximas horas, días, semanas o meses, la lección para México con la revisión del Tratado de Libre Comercio es que jamás se debe negociar de rodillas y menos frente a un abusivo de la catadura de Donald Trump.
El gobierno del presidente Peña Nieto cometió el error de apanicarse desde el primer momento en lugar de asumirse como un Estado capaz de negociar en condiciones de igualdad con la superpotencia. Para fortuna del país, el presidente eligió la ruta encabezada por el secretario de Economía, Ildefonso Guajardo, sobre la sumisión del canciller Luis Videgaray.
El TLC ha sido benéfico para los tres países, cuál más, cuál menos es irrelevante, el hecho es que ha sido un instrumento generoso, que por supuesto se puede mejorar, no perdamos de vista que ya pasaron 25 años y que el mundo ha registrado cambios vertiginosos; es otro mundo.
Hace unos días Ernesto Zedillo, en una reflexión en The Washington Post sugirió: “Los gobiernos de Canadá y México deben ser elogiados por sus esfuerzos hasta ahora para preservar la apertura del comercio y la inversión proporcionados por el TLCAN. Pero bajo ninguna circunstancia deberían firmar un acuerdo que haga lo contrario (…) Dejar que el gobierno de Estados Unidos asuma completamente la responsabilidad de matar el TLCAN”.
A los conceptos de Zedillo se pueden agregar los de Felipe Calderón cuando el año pasado recomendó: “Lo que sigue ahora es cómo establecer una retaliación efectiva, es decir, aplicar un ‘ojo por ojo’, pero no al escopetazo sino con precisión”.
Por si hiciera falta, las palabras del presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk: “Mirando las últimas decisiones del presidente Trump, uno podría pensar que, con amigos así, no hacen falta enemigos”.
Si México no quiere más humillaciones tiene que emprender el camino del cambio, dejar de construir un país de pobres por uno pujante, las condiciones están dadas, para eso se requiere de un cambio de paradigmas.
Pero el TLC es sólo un factor, la relación bilateral México-Estados Unidos tiene una larga lista que requiere negociación de responsabilidades compartidas: sí, hay trasiego de drogas, pero también tráfico de armas; inmigración indocumentada pero también salarios bajos y abuso de los derechos humanos. En todos los casos hay parte y contraparte, eso es normal, se trata de dos países vecinos con francas asimetrías.
Hubo quien se sorprendió cuando algunos advertimos que era mejor levantarse de la mesa del TLC a negociar de rodillas, el tiempo nos da la razón.
Seguro le tomará tiempo y reflexión a Margarita Zavala asimilar su salida de la contienda, pero si lo hace correctamente, sin resentimientos y con generosidad su futuro político no está liquidado. Es una mujer inteligente que puede construir a partir de lo vivido y construido, que no es poco. En el PAN tiene un lugar porque nunca se ha ido; a pesar de todo es apreciada y respetada.