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Qué representa Meghan Markle para los británicos de raza negra

Publicado por
Aletia Molina

En los próximos días, cualquiera que quiera criticar a Meghan Markle, la actriz estadounidense que se casará con el príncipe Enrique y formará parte de la familia real del Reino Unido, tendrá que enfrentarse a Tshego Lengolo, una niña negra de 11 años que se estrena en la cultura monárquica.

Tshego (se pronuncia [se-jo]) es una niña del sureste de Londres. Ha aprendido a hablar road, la jerga que surgió del entorno musical del género grime en la ciudad, pero deja de hacerlo en cuanto entra a su apartamento, una zona vigilada por su madre sudafricana, que todo lo ve. Discuten afectuosamente, aproximadamente por milésima vez, acerca de si puede usar su otro nombre: Tiffany.

Si Tshego está vuelta loca por el tema de la familia real, se debe a que Markle tiene una ascendencia birracial: es hija de una mujer afroestadounidense y un hombre blanco. Cuando mira a Markle, Tshego ve una versión de sí misma, una recién llegada a Inglaterra que intenta encontrar su lugar entre los códigos raciales.

A menudo se resta importancia al precedente que establecerá la boda de Markle y el príncipe Enrique el próximo sábado 19 de mayo. En muchos casos, los seguidores de la monarquía argumentan que el racismo ya no es un problema grave en la sociedad británica. (“La reina actualmente tiene un caballerizo mayor”, o asistente principal, “que es negro”, exclamó el comentarista de la realeza Dickie Arbiter, como si esa fuera una prueba). Muchos negros, por su parte, dicen que la boda real es una distracción de la intolerancia y el nativismo antiinmigrante en la época del brexit en el Reino Unido.

Quiere detalles. ¿El cabello de Markle es naturalmente rizado? ¿Hay fotos? ¿Contratarán un DJ para la boda? ¿El DJ tocará hip-hop? Tshego no puede esperar a que la pareja tenga un bebé, dice, porque el bebé será en parte africano, como ella. Espera que el bebé tenga cabello negro.

“No hay nada que los racistas puedan hacer al respecto”, dijo contenta. “Así que tendrán que acostumbrarse”.

A Carol Lengolo, la madre de Tshego, quien creció en una aldea en Sudáfrica, la educaron para que amara a la realeza británica. Sus amigos a veces discuten con ella: dicen que la piel de Markle es tan clara que podría hacerse pasar por blanca y, en todo caso, ¿qué relevancia tiene la familia real en su vida cotidiana? A esas objeciones, Lengolo responde con una sonrisa dulce y tranquila.

“Para mí, no importa: su madre es africana, así que ella es africana”, dijo. “Estaremos de su lado. Porque sentimos que está sola. Necesita gente que la apoye, que le diga: ‘Hermana, estamos aquí; no estás sola. Estamos aquí. Vamos a defenderte’”.

New Cross, donde vive la familia Lengolo, no es un vecindario donde se esperaría encontrar mucho apoyo para la reina. Es la fuente de algunos de los géneros musicales más influyentes de Londres —reggae, ska, punk y, más recientemente, grime—, así como de índices de violencia persistentemente altos.

El Reino Unido sigue siendo 87 por ciento blanco. Las personas negras conforman el tres por ciento de la población según el censo más reciente, en 2011, muchos de ellos agrupados en vecindarios de diáspora como New Cross. La tensión racial data de generaciones. En la década de los setenta, New Cross experimentó la llegada de trabajadores caribeños que el Reino Unido trajo para realizar labores de construcción. Los inmigrantes blancos reaccionaron con enojo y grupos de derecha, como National Front, comenzaron a marchar por el vecindario.

Kemi Moore, de 17 años, con un peinado al estilo de una estrella de los años veinte, dijo que la campaña de 2016 para retirarse de la Unión Europea había desatado sentimientos nativistas en la población blanca británica. Las medidas enérgicas contra la inmigración han ido tras miles de descendientes de trabajadores caribeños que nacieron en el Reino Unido —ahora conocidos como la generación Windrush— que no tienen documentos oficiales de ciudadanía, por lo que tampoco cuentan con beneficios de salud y vivienda.

“Saca muchas cosas que creíamos que habíamos superado”, dijo. En cuanto a la boda, se encogió de hombros: “A las generaciones más jóvenes no les importa la familia real”, comentó. “Creo que es más una atracción turística”.

El revuelo que rodea la boda solo hace que se sienta más alejada del asunto. “Siempre hay un tema que se usa para distraer a todos de los problemas de verdad”, agregó.

Anthony Gunter, criminólogo de la Universidad de East London, dijo que le había sorprendido descubrir que muchos de sus conocidos negros —gente que antes no había expresado ni el más mínimo interés en la familia real— ahora estaban encantados con la historia de Markle. Afua Hirsch, autora de Brit(ish): On Race, Identity and Belonging, ha pasado gran parte de la primavera respondiendo preguntas acerca de la boda. Responde, con cautela, que el racismo sigue estando arraigado en muchas partes de la élite británica. Ella se muestra escéptica. Habla de manera matizada, pero aun así…

“Para prácticamente todas las personas negras o morenas que conozco, esta es la primera boda real en la que se han interesado aunque sea un poco”, dijo. “Incluso los republicanos. Simplemente no pueden evitarlo. Hasta en contra de su mejor criterio, se muestran curiosos acerca del hecho de que habrá invitados negros”.

Entre ellos, Tshego Lengolo estará tratando de echar un vistazo a la pareja mientras salen del castillo de Windsor en un carruaje jalado por caballos.

Será aquella niña que tiene frenillos en los dientes y practica pasos de baile cuando nadie la ve, y que le ruega a su madre que la deje usar su segundo nombre, que suena menos africano. (“Mamá, por favor, este mundo es malvado. ¡Déjame ser Tiffany!”). Cuatro años después de mudarse al Reino Unido con su familia por el trabajo de su padre, Tshego se siente en casa en el sureste de Londres y ya ha adoptado el estilo del lugar.

En la mañana de la boda, Tshego comenzará su propia relación con la familia real.

Le gustaría hablar con Markle acerca de los tambores metálicos y los bailes africanos, y también de cómo es ser un recién llegado en el Reino Unido. Poco después de que su familia se mudó a Londres, un niño de su clase le envió un mensaje en el que le decía que “regresara de donde había venido”.

No quiere que Markle se sienta así. Quizá, si se acerca lo suficiente a la ruta del carruaje el sábado, podrá transmitirle ese mensaje.

“Sé cómo se siente cambiar de país y dejar atrás a todos tus amigos”, comentó. “Yo le ofrecería mi amistad, para que no esté sola”.

Fuente: NYTimes

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Aletia Molina