Medio Ambiente

No es lo que dices, es lo que la gente escucha: Rodrigo Navarro

Publicado por
José Cárdenas

Rodrigo Navarro

 

 

 

En la elección para presidente del 2000 en EU, la más apretada en la historia de ese país, el Dr. Drew Wester en esa época en Harvard, después pasó a la Universidad de Emory en Atlanta, hizo un estudio sobre las partes del cerebro que se activaban con los discursos de los candidatos George Bush y Al Gore. Después de la elección publicó su libro El Cerebro Político, cómo decidimos en nuestras mentes sin usar la cabeza. Las elecciones se ganan en el mercado de la emoción, no de la razón concluyó.

Cuando los partidarios de Bush o Gore los escuchaban, las partes del cerebro que se activaban era la corteza frontal donde se encuentran las emociones. La corteza dorso lateral prefrontal relacionada con el razonamiento permaneció inactiva. Para la elección del 2004 entre Bush y Kerry repitieron el experimento, pero ahora presentaron a un agente neutral Tom Hanks leyendo las mismas proclamas políticas que los candidatos. Para su estudio utilizó un scanner fMRI que permite observar la actividad del cerebro. Cuando escuchaban a Hanks o al candidato contrario eran capaces de razonar.

El Dr. Wester es profesor en el departamento de Psicología y Psiquiatria de la Universidad de Emory. Fundó una consultora, Western Strategies, LLC sobre las respuestas del consumidor a la propaganda comercial y las marcas. Es especialista en desordenes de conducta y especialista en el proceso inconsciente del cerebro humano.

A finales de 2007 Michael Tomasky publicó un artículo en el New York Review of Books analizando cómo deberían hablar los demócratas en las elecciones del 2009 para ganar la elección. Los demócratas pierden elecciones con más frecuencia que los republicanos a pesar de tener mayor número de seguidores y sus valores políticos y postulados económicos son compartidos por la mayoría de los norteamericanos.

El cerebro no funciona igual cuando de asuntos políticos de trata, se lleva exclusivamente por las emociones. Cuando la información sobre su candidato es desconcertante o inconsistente obtiene conclusiones predeterminadas y emocionales antes que razonadas. En política cuando razón y emoción chocan, gana la emoción

En su libro Westen analiza 50 años de elecciones en EU. La gente vota en función de lo siguiente: sus sentimientos hacia el candidato; sus sentimientos hacia el partido y sus principios; y si esto no lo ha hecho tomar una decisión, sus sentimientos hacia las políticas del candidato.

“Un renovado interés por la emociones y las percepciones como elementos centrales de la comunicación política de abre paso cada vez con más fuerza no solo en América sino en Europa. La política progresista instalada entre la vanidad ideológica y la prepotencia programática está siendo cuestionada dentro y fuera de los hacedores de política”. (Antonio Gutiérrez Rubí, La política de las emociones). En Francia, Nicolás Sarkozy ganó la elección en 2007 con un discurso calificado de emocional.

Las palabras claves generan imágenes, consolidad marcos conceptuales previos y son la antesala de las emociones. Por tanto en las campañas políticas se centran cada vez más en el uso de las palabras y el lenguaje. La percepción y la emoción son más importantes que el discurso, según Tomsky.

Frank Luntz experto en análisis político en Bussines Week escribe “no es lo que tú dices, es lo que la gente escucha”. Autores como George Lakoff (¡No pienses como un elefante!, 2004) sitúan el debate sobre el lenguaje en el centro de las preocupaciones estratégicas de los partidos políticos. Poner el acento en la percepción, no en la emisión del discurso político. Esto implica nuevas lógicas y nuevos desafíos.

Cada vez con más frecuencia encontramos candidatos, obsesionados en tener la razón, el argumento decisivo, la propuesta incomparable, que asisten a la derrota frente a adversarios que han hecho de la simplicidad, el radicalismo y la claridad sus líneas electorales. No comprenden como teniendo propuestas mejores, más beneficiosas socialmente, los electores no se rinden a su oferta con voto masivo. El orgullo herido bloquea a la autocrítica, han descuidado la percepción ciudadana, sostienen estos autores.

Este saco les queda a varios candidatos. AMLO parece haberlo aprendido después de 5 derrotas. Se le observa más mesurado y hace gala de la coherencia que le ha caracterizado, pero ahora con ecuanimidad.

En el ámbito local a pesar de su buen trabajo, acertadas acciones de gobierno, sus programas y reconocimiento externo, la actual presidente municipal de nuestra isla se ha creado la imagen de intolerancia, de un carácter inestable. Tiene la piel muy delgadita.

El año pasado fuimos a recibir los apoyos de un programa asistencial llamado Acuerdo de San Gervasio. Al recibir el simbólico cheque en representación de la Cruz Roja quedaba de espaldas a los fotógrafos, me volteé para la foto y sin querer la dejé con el cheque en la mano. Se enojó conmigo.

Este año, cuando nos formamos para la foto nos pidieron colocarnos detrás del panel de pie con el documento a la altura del pecho. Ante la incertidumbre de mi vecina hice una broma, “como si nos estuvieran fichando”. La señora presidenta se volteó muy enojada y me dijo “mejor como beneficiarios”. Le respondí que era solo una broma y que en estos tiempos de incertidumbre nos vendría bien un poco de buen humor. Me llamó irrespetuoso. Me hecho una perorata sobre el respeto y se fue muy enojada.

Un poco sorprendido por el regaño, en Cruz Roja somos participantes y hemos apoyado a este gobierno como a los anteriores al ser la institución parte importante de la sociedad civil organizada, ¡y nos regaña! Se lo hice saber a uno de sus más cercanos colaboradores quién es mi amigo y también enojado me increpó ¡por haber llegado tarde! Ya había otra persona de la institución que llegó 15 minutos antes del evento, el cual comenzó muy puntal. En efecto llegué 10 minutos tarde y ya me había disculpado públicamente porque la presidenta suspendió su discurso mientras entraba y me sentaba.

El viernes anterior vino el periodista Javier Solórzano a dar una plática en el marco de los 500 años del encuentro entre españoles e indígenas mayas en nuestra isla. Evento que por cierto comenzó 30 minutos tarde por esperar a la presidenta. Javier le dijo cuando ella se jactó de no haber pagado chayotes a la prensa local, “está bien pero no hay que pelearse con todos, hay que escoger las batallas”. Y se enojó ante el consejo del periodista.

A su colaborador y amigo mío (espero que tras este artículo aún lo sea) le dije a manera de consejo que no era bueno que tuviera la presidenta la piel tan delgadita porque en esta época la percepción lo es todo. “No estoy de acuerdo y no es lugar para discutirlo”, me respondió y me dejo hablando solo.

Vemos el mundo como creemos que hay que verlo escribe el politólogo español Eduard Punset en 2007) el bloqueo emocional es una barrera en la comunicación.

En el estudio, ayudado por la Universidad de Nueva York, el grupo de Wester encontró que para controlar los conflictos el cerebro utiliza el córtex cingulado anterior. Al escuchar a su candidato los electores de ambos bandos no utilizaban el córtex cingulado anterior. Las emociones guían nuestras neuronas cuando se trata de política, concluye el estudio. Un tema para reflexionar.

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