El artista Julio López Hernández falleció hoy a los 88 años en una clínica madrileña, donde estaba internado desde hacía un mes tras sufrir un ictus, informaron a Efe fuentes cercanas a la familia.
López Hernández, nacido en Madrid en 1930, pertenecía al grupo de grandes artistas, junto con Antonio López, que en la década de los cincuenta retomaron una alternativa de la tradición realista, con el llamado realismo mágico o transcendente, alejado del realismo más académico y del vanguardismo que en esa época cultivaron Carlos Saura, Antonio Tàpies y Enric Millares.
«La realidad no es solo objetiva, es múltiple y completa y nos da una visión del hombre misteriosa; la realidad puede ser impalpable, inaprensible y en ese sentido mi obra no se ciñe a ser una objetividad y potenciar al máximo la morfología humana, también es esa desaparición de lo corpóreo, la vida del espíritu, de lo etéreo, de lo que permanecerá más que tu mismo», decía López Hernández.
La hija del escultor Esperanza López Parada escribió hoy en Facebook: «Mi padre falleció esta mañana tranquilo y sedado. Había empeorado mucho el domingo. Se ha ido luchando hasta el final y con la discreción y elegancia que le caracterizaban…».
López Hernández fue académico de las Bellas Artes y premio Nacional de las Artes Plásticas en Escultura 1982 y formó parte del grupo de los realistas madrileños, al lado de Antonio López, Isabel Quintanilla, Amalia Avia o María Moreno.
Entre sus obras principales destacan: «El manuscrito» en bronce realizada de 1972 a 1973; «Parte de su familia» un bronce de 1972; «El alcalde: el peso de la realidad», de 1973 ; «La empleada: la fuerza del oficio», de 1972; «Elena»; «El temblor de la vida», de 1975; «Esperanza»: la presencia de lo cotidiano», entre 1977-78.
En 2016 presentó su última exposición, «El camino inverso», en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid.
Fuente: Crónica