México es el principal productor de café orgánico, el cual se planta bajo sombra en zonas tropicales y ayuda a conservar la diversidad biológica. Este es uno de los logros de caficultores organizados, que con el apoyo del proyecto Sistemas productivos sostenibles y biodiversidad, de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio), comercian el grano aromático de excelencia con mejor el precio en el mercado internacional.
Con apoyo a la organización, a la producción y a la comercialización, el proyecto ha consolidado la conservación de la biodiversidad y la producción en al menos siete rubros, además del café, en el sureste del país.
En tres meses se ampliará al resto del país, con financiamiento de 25 millones de dólares del Centro Internacional para el Medio Ambiente (GEF, por sus siglas en inglés) del Banco Mundial, y otros 65 millones de las secretarías de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) y la de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa), anuncia Pedro Álvarez Icaza, coordinador general de Corredores y Recursos Biológicos de la Conabio.
A cargo del proyecto Sistemas productivos sostenibles, el cual termina en mayo de 2019, menciona que se apoya a 16 mil productores, de los cuales unos 10 mil son de café, en 350 mil hectáreas, con 25 casos, de los cuales continuarán al menos 20.
Ahora se espera incidir en 3 millones de hectáreas con el nuevo plan Territorios productivos sostenibles, que dará continuidad al esquema, con la diferencia de que ahora tendrá asociado un fondo de garantía, para respaldar los créditos y llevar a otra dimensión los proyectos con empresas consolidadas, indica. Se fortalece a las empresas sociales, el desarrollo comunitario, dejando de lado el subsidio.
Álvarez Icaza explica en entrevista que después del Corredor Biológico Mesoamericano, que se impulsó en el sureste del país –Oaxaca, Chiapas, Quintana Roo, Yucatán, Campeche y Tabasco–, en las zonas de más alta biodiversidad, se promovió el proyecto a fin de generar prácticas amigables con la biodiversidad en cadenas de siete productos o actividades que tenían ese valor: café, cacao, miel, ecoturismo, manejo de vida silvestre con las Unidades de Manejo Ambiental, manejo forestal comunitario y sistemas silvopastoriles (manejo de pastizales, de ganado, combinado con frutales).
Concursaron cien proyectos de asociaciones de productores, 25 de las cuales se pusieron en marcha con financiamiento del GEF, la Sagarpa y la Semarnat, así como recursos de las comunidades. Cada programa dispone de 7 a 10 millones de pesos, que se han entregado según los avances.
Señala que hay resultados dispares, son casos exitosos los de las comunidades y ejidos de Oaxaca y Chiapas, donde en café han tenido buenos resultados, incluso se habla de la taza de excelencia y se ha creado el grano de especialidad, el cual reconoce las buenas prácticas en biodiversidad y tiene la calidad en cata más alta, que llega a 90 o 95 de cien puntos; en la lógica de manejo orgánico y comercio justo, son los mejores.
Este esquema busca que el mercado reconozca el comercio justo, la calidad del café por sus buenas prácticas. Nuestro país tiene la mayor producción orgánica de café en el mundo. El mercado internacional de orgánicos abarca 10 por ciento de la demanda y 50 por ciento de ésta la cubre el país. Se trata de una actividad que conserva la biodiversidad, combina los quetzales y los pumas de Chiapas. En turismo se ha apoyado a una red de la reserva de la biosfera Sian Ka’an, en Quintana Roo; en Oaxaca, en la sierra Juárez; han sido experiencias sólidas de manejo de turismo comunitario.
Álvarez Icaza destaca que proyectos como esos no pueden ser marginales, crean oportunidades económicas, generan pertenencia, arraigo, tienen valores culturales importantes. Deben ser política nacional, no estar sólo en la Conabio. (ANGÉLICA ENCISO L. LA JORNADA)