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La controversia y el recuerdo juegan con Argentina

Publicado por
Aletia Molina

“En el 86 era una cosa de locos. Antes del Mundial, palo, palo y palo. Pero después de que fuimos campeones se peleaban por la foto”, dice Carlos Bilardo, quien fuera director técnico de la selección argentina. The New York Times le pregunta por las comparaciones que se hacen en Buenos Aires entre su selección campeona de México 86, la última Copa Mundial de Fútbol ganada por Argentina y la actual de Jorge Sampaoli, que debutará en Rusia el 16 de junio ante Islandia.

Una y otra fueron criticadas antes del evento por sus resultados irregulares, su funcionamiento opaco y jugadores polémicos para la prensa. La selección de Bilardo aferrada al genio finalmente salvador de Diego Armando Maradona; la de Sampaoli aferrada al talento de Lionel Messi.

“Es importante tener a un Messi o a un Maradona, pero después te tenés que superar como equipo”, sigue Bilardo, que llegó al Mundial de México con cuatro años de trabajo previo, pero terminó encontrando a su mejor formación recién en pleno campeonato. Sampaoli, tercer técnico de Argentina en su última y sufrida etapa eliminatoria, arribará a Rusia con apenas un año de gestión.

Y, más preocupante aún, con Messi como única referencia indiscutible, pues el resto del equipo sigue siendo una gran incógnita: nombres, esquema y funcionamiento. Así viajó también la selección de Bilardo a México y terminó siendo campeona. Ese recuerdo, justamente, es acaso lo único que atenúa el escepticismo general que domina hoy a los aficionados argentinos. La sensación de que la selección blanquiceleste, que siempre había llegado a los últimos torneos mundialistas entre los principales candidatos, ahora llega a Rusia claramente un escalón debajo de Alemania, España y Brasil.

Criticado desde hace meses, Sampaoli sumó nuevos cuestionamientos porque su lista final de los veintitrés jugadores repite siete nombres de peso respecto del equipo que jugó en el mundial pasado en Brasil. La gran temporada en sus clubes europeos de Sergio “Kun” Agüero (Manchester City) y Gonzalo “Pipita” Higuaín (Juventus), ambos señalados como símbolos de la derrota en la final de 2014 ante Alemania, llevó a Sampaoli a dejar afuera del plantel al más joven Mauro Icardi (Inter), coronado máximo goleador en Italia.

Otro nombre bajo la lupa es el de Javier Mascherano, líder en la Copa de Brasil, pero emigrado en los últimos meses al oscuro fútbol chino. “No es tan importante la actualidad de los jugadores, sino su funcionalidad”, dice Bilardo.

Y ejemplifica con José Luis Brown, que no tenía equipo y parecía en el ocaso en 1986, pero, ante la lesión de Daniel Passarella, terminó siendo líbero clave en la selección campeona de México, incluyendo su primer gol en la final que Argentina ganó 3-2 a Alemania. “Aún hoy hay gente que no lo conoce a Brown, pero yo sabía que él me podía arreglar todo en defensa”, cuenta Bilardo.

El técnico, hoy de 79 años, recuerda que en 1986 decidió “escaparse” de Buenos Aires con el plantel para evitar las críticas y frenar su posible destitución, porque había presiones políticas que pedían su despido. “Yo tenía asumidas las críticas y a la selección no la afectaban tanto, pero sí le hacían eco a la gente, como sucede ahora”, explica Bilardo.

Tanta era la tensión que, según recuerda, a su hija en la escuela los profesores habían acordado llamarla solo por su nombre de pila, Daniela, para evitar el apellido y eventuales insultos. La selección partió hacia Oslo en la madrugada del 24 de abril de 1986. Al jugador Oscar Garré su esposa le dijo que fuera solo al aeropuerto de Ezeiza. “Si te insultan que te insulten a vos solo”. “Ni los perros fueron a despedirnos”, recuerda Brown.

La derrota 1-0 del 30 de abril ante Noruega, rival discreto, agrandó las dudas que habían quedado tras el magro 1-0 previo en Zúrich ante el modestísimo equipo Grasshoppers. “No me olvidé de jugar al fútbol”, le decía Maradona al diario Clarín en Suiza y aceptaba que si el equipo no mejoraba, “esta puede ser una de las selecciones más feas de la historia argentina”. “Éramos la risa de todo el mundo”, admitía su compañero Héctor Enrique.

De Oslo la selección partió a Tel Aviv y el 4 de mayo, por fin, un alivio: goleó 7-2 a Israel. Obsesivo y supersticioso como pocos, Bilardo pidió repetir el juego amistoso con Israel también antes del Mundial de Italia 90. Es conocido el arsenal de ritos que Bilardo mantuvo en México: usaba la pasta dentrífica de Brown, llamaba por teléfono a su esposa y hablaba con los mismos fotógrafos al ingresar al campo de juego.

Y, antes de llegar al estadio, ordenaba escuchar en el autobús las mismas canciones de siempre, con remate de la película Rocky III. “Eye Of The Tiger”, la canción que usa Sylvester Stallone para ganarle a Mr. T.

Sampaoli no es supersticioso como Bilardo, pero la selección argentina, que se despide de sus aficionados este martes ante Haití, jugará su último amistoso previo al Mundial el 9 de junio justamente ante Israel. Igual que en el 86. Igual que la selección de Bilardo que llegó sin chances a México y terminó siendo campeona.

“Esa selección fue el milagro de transformación más grande que vi en mi carrera deportiva”, admitió Jorge Valdano, jugador del equipo, en el documental 1986: La historia detrás de la Copa, sobre la hazaña del 86, que repite en estos días la TV de Argentina.

“Las críticas eran parecidas y también es cierto que antes estaba el plus de Maradona y ahora está el de Messi”, comenta el periodista Enrique Macaya Márquez, de 83 años, y que cumplirá en Rusia su decimosexto mundial. “Pero yo estaba muy cerca de la selección del 86 y no creo que su título haya sido un milagro. Ahora, en cambio, sí que tengo mis dudas”.

Macaya no es el único que tiene dudas. Messi era muy joven en Alemania 2006, pareció desprotegido en Sudáfrica 2010 y, cuando más cerca estuvo, fue finalista en Brasil 2014. Sampaoli, por las dudas, confía en que la cuarta copa del astro argentino será la vencida.

Fuente: NYTimes

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Aletia Molina