Los chicos por chicos y los grandes por grandes pero nadie quiere arriesgar. La mira está puesta en el 1 de julio. El movimiento económico del país está paralizado, nadie quiere vender, menos invertir. Grandes proyectos por los cuatro puntos cardinales están en suspenso, la posibilidad de un triunfo del candidato de Morena, Andrés Manuel López Obrador, tiene en vilo muchas transacciones; nadie quiere arriesgar patrimonio o capital.
Tampoco ayudan las consecuencias por el aumento a los combustibles, con todo y el impasse en que están los IEPS a las gasolinas, los vaivenes del peso frente al dólar. Las amas de casa lo saben y comentan: están subiendo los precios de casi todos los productos por más que la inflación oficial no lo registre.
Tampoco ayuda el clima de inseguridad que se está viviendo, sobre todo en algunas zonas del país que se sobrecalentaron. Los asesinatos de civiles, políticos, periodistas y miembros del crimen organizado han ido acompañados de la correspondiente indignación y movilización, sobre todo de jóvenes y mujeres.
La incertidumbre ha propiciado que la salida de capitales ronde los 7,000 millones de dólares, a ese ritmo, cifras conservadoras estiman que este año podrían irse del país más de 20,000 millones de dólares con las consecuencias que implica para la economía un desplazamiento de esta naturaleza.
Tal vez las remesas pudieran mantenerse por el orden de los 27,000 millones de dólares, en principio porque se trata de envíos de dinero de los mexicanos que trabajan en Estados Unidos para el sostenimiento de sus familias y porque el pánico que ha desatado el presidente Donald Trump ha originado que los paisanos prefieran poner sus ahorros a buen recaudo, más todavía si el dólar está al alza.
A lo anterior se suma la indefinición en que se encuentran las negociaciones para la modernización del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, que ahora ya no se sabe para cuándo se podría llegar al término, para bien o para mal; toda vez que el optimismo que reinaba entre los cercanos a la cancillería de completar la faena a mediados de mayo fue enfriado cuando entró el oficio y seriedad del personal de la Secretaría de Economía y los integrantes del Cuarto de Junto para hacer ver al presidente Peña Nieto las graves consecuencias para México de aceptar las condiciones estadounidenses. Parece que México y Canadá coincidieron en que no hay prisa, si la negociación se va hasta el 2019 así será…
Economía aparte, el país se encuentra polarizado. El tema recurrente de todas las conversaciones es el proceso electoral entre quienes ya definieron su voto por López Obrador, quienes se debaten entre Anaya y Meade y quienes han lanzado una fuerte cruzada para llamar a la reflexión y al análisis, algo que no suele suceder en las elecciones, como se sabe, el voto es emocional, responde al sentimiento del momento y la coyuntura.
Así las cosas, mientras los candidatos desatan la feria de las promesas de dinero gratis para grupos vulnerables y no tan vulnerables, nadie quiere correr el riesgo de perder lo poco o lo mucho que ya tiene, con lo cual la economía nacional se encuentra en una parálisis a la espera del desenlace del 1 de julio, al día siguiente será otra historia y en una de ésas el inicio de otro México.