Cuando Ángeles contempló a Jonathan, su hijo de ocho años, marcharse de casa con Rodolfo, su expareja, no pensó que sería la última vez que lo vería de pie. Lo que debió ser un paseo para festejar el Día del Niño culminó en un crimen que dejó una cicatriz a Saltillo.
“El estúpido de Rodolfo mató a mi niño y se mató él”, comentó la abuela del menor. No era para menos: su hijo de 40 años degolló al pequeño y después se quitó la vida de la misma forma.
Lo acontecido ayer por la tarde en la calle Prolongación Ciprés, de Nuevo Mirasierra, sólo se entiende como parte de una región en crisis, donde igual se suicidan una adolescente de 13 años, una joven madre de 18 o una mujer de 36 víctima de violencia en el hogar.
“Parece que estamos viviendo más fallecimientos por suicidios y depresión que por otro tipo de muerte violenta”, expuso el doctor Mario Alberto José de los Santos, al señalar que los casos evidencian un sistema de salud ineficiente, rebasado.
Junto a su hermanita de tres años, Jonathan vivía con su madre, de 30, y la actual pareja de ella. Rodolfo, su padre, llevaba un mes solo en la casa de Nuevo Mirasierra, en la cual a veces no dormía pues prefería pasar la noche con sus padres, justo enfrente.
“Nosotros sabíamos que estaba deprimido, porque se separó de la mamá de los niños, pero nunca nos imaginamos que haría esto. A veces se quedaba con nosotros para no estar solo, a los niños los veía cada fin de semana”, relató el abuelo del menor y padre del filicida.
De acuerdo con el especialista De los Santos, alguien que mata a un familiar cercano bajo un cuadro psicótico, cuando se recupera se suicida.
“El padre no sobreviviría mucho tiempo con la culpa y menos en un estado de depresión. La gente cuando tiene depresión pierde la esperanza, y cuando eso sucede se nubla la vista. Este tema va a consternar otra vez a la sociedad, esto fue una agresión hacia todos”, señaló.
Fuente: La Vanguardia