Escenas vistas y dolores nuevos. Hoy el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas es otra vez centro global de atención y de tensión. Hace una semana durante la enésima matanza de civiles en la guerra intestina de Bashar al Assad en su Siria fracturada y sangrante, el mundo con su nuevo Sheriff, sospecharon del uso de armas químicas fueron en contra de civiles inertes.
Ayer el comisario con sus aliados británicos y franceses bombardearon puntos estratégicos donde aseguran, se producen o esconden, esos artefactos del mal. La Rusia de Putin y el régimen de Irán de siempre, alertan consecuencias por lo que llamaron ataque injustificado contra un Estado soberano.
Si el pretexto del Pentágono y europeos fue paliar el dolor de la humanidad en ese punto del mundo, desde Damasco afirman que las ráfagas y bengalas que anoche cortaron la noche siria, lo único que han garantizado son mayores sufrimientos.
El mundo vuelve a pasados recientes, guerras y latigazos de fuerzas mayores en contra de enemigos reales o figurados, atomizados, dispersados y disfrazados de letales lobos solitarios, lejos de casa, en desiertos y montañas para mirar afuera, para olvidar horrores internos.