Agronoticias

¿Odias las semillas en la sandía? Checa esto

Publicado por
Aletia Molina

¿Te has percatado que cada vez que vas al supermercado hay más variedades de frutas y verduras? Sandías enormes o más pequeñas, redondas en lugar de ser ovaladas e incluso sin semillas. Esto es gracias a la tecnología.

Origene Seeds es una startup israelí dedicada a la innovación de semillas para crear nuevas variedades que respondan a la demanda de los diferentes tipos de mercados. Actualmente exporta a 30 países.

“El reto es lograr un equilibrio entre todo lo que el mercado necesita… Tienes el mismo producto en varios tamaños específicos para cada mercado. El Mediterráneo lo pide más grande; Europa, mediano; Norteamérica, pequeño”, explica a El Financiero Ofir Elasar, vicepresidente de la empresa.

Origene Seeds nació hace 50 años cuando crearon una semilla para una especia única para el mercado norteamericano; hoy es uno de los más grandes para crear nuevas variedades en el mundo y es una de las empresas que estarán presentes en Agritech 2018, una de las exhibiciones de tecnología aplicada a la agroindustria más grande del mundo y que se llevará a cabo del 8 al 10 de mayo en Tel Aviv.

Ahí, directivos de Origene Seeds presentarán los nuevos proyectos que lanzarán al mercado internacional; entre las novedades está su investigación sobre tomates.

¿Cómo crean estas nuevas variedades? Elasar afirma que el secreto radica en la genética y la paciencia. “La clave es hallar buenos padres, el proceso toma mínimo 5 años para encontrar la variedad ideal para cada mercado”, señaló.

Contrario a lo que puedas imaginar, Origene Seeds no vende los productos sino las semillas, y como son de variedades únicas, un kilo cuesta unos 4 mil euros, más de 90 mil pesos al tipo de cambio actual. La demanda es alta pues la semilla es la que transmite la genética.

“La clave son años de investigación para seleccionar a los ‘padres perfectos’ para la variedad que buscamos. Los ‘cruces’ se hacen manualmente y se mantienen condiciones específicas para esperar los resultados que tardan unos seis meses. Una vez que logramos el producto deseado, todavía tiene mucho por recorrer”, explica Elasar.

Introducir al mercado objetivo una nueva variedad lleva aproximadamente tres años, es hasta entonces cuando se determina su éxito. “No destruimos especies, creamos nuevas, tenemos que obedecer las políticas económicas”.

Los productos ‘estrella’

Si amas el melón y la sandía, es muy probable que ya hayas probado alguna de sus variedades. El melón que producen puede ser de pulpa naranja o pulpa verde. En el caso de las sandías cuentan con ocho opciones con semilla y otras 10 sin semillas; además cuentan con cáscaras tradicionales, lisas, más delgadas e incluso tienen una sandía sin jugo.

El éxito en el mercado internacional ha radicado en crear la variedad con las características ideales para cada mercado. “Una de las variedades más populares en Estados Unidos es la personal, tiene un tamaño pequeño perfecto para gente que vive sola o para parejas; pero por ejemplo, en la zona del Mediterráneo la sandía entre más grande es, mejor”, comenta el directivo.

También producen varios tipos de calabazas.

Origene Seeds cuenta con distribuidores en más de 30 países, cinco de ellos en Centroamérica; entre sus clientes están distribuidores de Walmart internacional; y sí, muchos de sus productos están disponibles en México.

Toda su producción se hace en Israel, se verifica la calidad y es entonces cuando las semillas se distribuyen en todo el mundo.

“Trabajamos con los granjeros y productores para crear plantas resistentes y saludables, cuidando el medio ambiente; en Israel sabemos lo importante que es hacerlo así, porque vivimos en condiciones climáticas extremas”, añade Elasar.

Actualmente cuentan con 80 empleados y 15 son especialistas para cruce de especies.

“Hemos crecido muy rápido, nosotros ‘nadamos entre tiburones’, junto a ellos somos una pequeña compañía que trata de sobrevivir; las grandes compañías checan y ‘cazan’ patentes, no es sencillo pero seguimos creciendo”, concluye. (El Financiero)

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Aletia Molina