Por Carlos Ferreyra
Dos comentarios me motivan para continuar historiando el nacimiento doble de la Agencia Mexicana de Información, Notimex: por un lado los recuerdos de Francisco Fonseca, al lado de Enrique Herrera en los pininos de una experiencia de la que sólo había pálidos ejemplos nacionales, como Informex, del locutor conocido como el bachiller Álvaro Gálvez y Fuentes. Alguna otra, regional, perdida en los centenares de medios que pululaban por todo el territorio nacional.
En su recuerdo, Pacofon, como le dicen sus amigos cercanos, habla de miles de películas en color editadas para lucimiento del presidente Luis Echeverría de quien alguna ocasión platiqué sobre su extensísima egoteca, los cientos de miles de recortes de prensa, de cinta grabada y de obsequios recibidos de mandatarios de otras naciones.
Dice Paco que todos los días, armado con los respectivos aparatos, presentaba o exhibía al ocupante de Los Pinos las filmaciones, de las que él opinaba y si era conveniente según su punto de vista, vetaba.
En ese tiempo se hicieron algunos intercambios, principalmente de imágenes, con distintos medios del exterior. Hasta que un buen día a Enrique se le ocurrió generar un programa sobre los aconteceres mundiales. En algo así como dos horas, dedicó media hora a Cuba, entonces muy de moda no sólo por la gesta guerrillera, sino porque abría la esperanza a nuevos caminos para el gobierno popular. Una utopía, desde luego.
Fue suficiente para que en una reunión en la Secretaría de Comunicaciones y Transportes y en presencia del titular, Eugenio Méndez Docurro, el dueño de Televicentro, Emilio Azcárraga Vidaurreta, y el ex presidente Miguel Alemán, con gesto irrespetuoso, ordenaran que no se volviesen a editar programas como el que los llevaba allí a protestar. Y para que quedara claro, entregaron unas cintas de unos programas hechos en Estados Unidos llamados Wolper. “Eso es lo que usarán en adelante”.
Ante el terror de Méndez ocurro, Herrera reclamó el respeto que merecía en su calidad de funcionario público y con elegancia los mandó al cuerno. Le costó el cargo y un par de atentados que lo tuvieron algún tiempo con muletas.
Allí se abrió un espacio en el que la agencia vegetó, sencillamente se encerró en sus incapacidades y terminó en manos de un negociante, Pedro Ferriz, que la puso al servicio de su propia agencia publicitaria. ¿Recuerdan el anuncio del Toro, Valenzuela? Lo contrató Notimex, se produjo en Notimex con materiales de Notimex, pero lo facturó la agencia publicitaria de Ferriz.
Tras el paso de varios directores, llegó Miguel López Azuara, del que hablamos en nuestra anterior entrega. Tuxpeño, paisano de Jesús Reyes Heroles, en su primer acto de gobierno como director general de Notimex, decidió un sustancial aumento de salarios bajo la advertencia de que se acababan los chayos, tarea en la que los reporteros de Notimex tenían muy buena y ganada fama.
Luego, con Armando López Becerra, se dedicó a la recuperación de espacios en televisión y en la radio. Sorpresa: las instalaciones, los modestos estudios se encontraban con el puro cascarón, las cámaras huecas, las consolas con el botonaje al aire pero sin tripas, en fin, todo un desastre.
Apoyados por carlos de Landero, cercano de doña Margarita López Portillo, se logró el primer noticiario con cobertura nacional, enlazando más de 120 estaciones de todo el país. se transmitía en dos ediciones, una a las 8 de la mañana y otro a las 8 de la noche. Estos espacios contaban con la libre opinión de escritores y académicos que, a la vez, eran reproducidos en la línea habitual a los diarios de provincia.
Así se contó lo mismo con Lorenzo Meyer que con Ricardo Garibay, además de otros ex editorialistas del Excélsior de Julio Scherer. Mencionemos, desde luego, a Miguel Ángel Granados Chapa y a don Pedro Ocampo Ramírez.
Hemos mencionado que en la gestión de Miguel López Azuara se firmaron convenios de intercambio informativo con la española EFE y con la italiana ANSA. Fue en Italia donde, como especial distinción para nuestra agencia, fuimos invitados a la Feria Mundial del Mármol, en Carrara, donde presenciamos el corte de los enormes bloques de nívea piedra, su colocación en la plaza principal de Massa—Carrara donde escultores provenientes de todo el orbe realizaban toda suerte de obras de arte.
Igualmente fuimos delegados a la reunión de agencias árabes y latinoamericanas en Marruecos, donde sufrimos una de las experiencias más atemorizantes posibles: encarcelado por defender cuatro mil dólares que los suscriptores árabes adeudaban a Notimex.
Y para no alargarnos más, estuvimos presentes en la constitución de la Agencia Latinoamericana de Servicios Especiales de Información (ALASEI), un ente al que nos opusimos por abusivo con México, pero que al cambio de gobierno Manuel Alonso convalidó desplazando, inclusive, de su sede a Notimex.
Es larga la historia, pero termina cuando Alonso y Bartlett se enfrentan por el dominio de la agencia, uno para negocio personal como fue el caso de Unomásuno, y el otro para apoyar sus pretensiones de sucesor de Miguel de la Madrid.
En medio Miguel y su gente…
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