Tras un viaje de más de quince días, un grupo de doce migrantes centroamericanos, integrantes de la Caravana del Viacrucis Migrante arribaron a la Ciudad de México donde visitaron la Basílica de Guadalupe y donde esperarán la llegada del resto de los migrantes que integran esta caravana y que se encuentran en Puebla.
En punto de las 17:30 horas, un grupo de migrantes originarios de Honduras, Guatemala y El Salvador, visiblemente cansados del viaje llegaron a la puerta principal del templo mariano, dejaron sus mochilas y bolsas y se persignaron ante la Virgen de Guadalupe donde agradecieron haber conseguido un permiso para poder transitar en libertad por el país por unos días.
Ángel Aníbal García, de 35 años y originario de Guatemala, agradeció el apoyo que ha recibido de la población mexicana, debido a que informó que durante el tránsito de la Caravana varias personas de Oaxaca y Chiapas los han alimentado y se han preocupado por su salud.
También agradeció a las autoridades migratorias del país haberle otorgado un permiso para poder transitar por México, lo que asegura les da más tranquilidad y seguridad porque no se tienen que esconder.
«De verdad que agradezco a la población de México que nos han ayudado con comida y abrigo. Desde Chiapas, varias personas nos han dado el apoyo sin pedir nada a cambio», dijo.
Carolina Gómez, originaria de Honduras, afirmó que desde que inició la caravana en Chiapas, su vida ha cambiado radicalmente debido a que se sorprendió el impacto que ha generado en las decisiones de Donald Trump, presidente de Estados Unidos, quien envió a la Guardia Nacional a vigilar la frontera con México.
“Nunca pensé que nosotros, pobres migrantes pudiéramos generar todo esto. Nos tiene tanto miedo que mandó a los militares para asegurarse que no entremos, pero con todo y militares, muchos vamos a entrar a Estados Unidos”, afirma con voz cansada.
De pie, mirando las antiguas fachadas de las iglesias que rodean la Basílica de Guadalupe, Micaela Sánchez, de El Salvador, asegura que con el permiso que le otorgó el gobierno mexicano para estar de manera legal en el país por unas semanas representa un alivio para su familia a la que todos los días les habla para informarles de lo que sucede con la Caravana para que no estén preocupados.
“El permiso que me dio el gobierno mexicano hace que me sienta contenta y segura porque así no me tengo que estar escondiendo de la Migra mexicana y mi familia en mi país también se tranquiliza más”, comenta con una sonrisa mientras agarra una mochila verde donde guarda sus pocas pertenencias.
A un lado de ella, teniendo de fondo un arcoiris que se ha formado por la lluvia que cae en esta zona de la ciudad, se encuentra Misael Sánchez, de Guatemala, quien ha tratado de ingresar al país del norte en dos ocasiones, sin embargo, integrantes del Instituto Nacional de Migración (INM) lo han detenido y deportado, pero asegura que “la tercera es la vencida. La situación ahora es diferente, porque tengo permiso, algo que antes no tenía. Espero que ahora si pase».
Al cuestionarle la forma en que pretende ingresar a Estados Unidos asegura que todavía no sabe, pero que no será por medio de algún «pollero» (traficante de persona), “porque no tengo dinero para pagarle. Atravesaré con más gente por el río o ni modo, por el desierto. De la forma que sea trataré de entrar a Estados Unidos”.
Mientras bebe agua, el migrante de 32 años relata que la situación económica por la que atraviesa su país hizo que haya decidido marcharse de Guatemala y buscar la forma de ingresar a Estados Unidos para obtener un trabajo “de lo quesea”, puesto que necesita enviarle dinero a su esposa y a sus cuatro hijos.
“Espero que lleguemos todos porque la situación en nuestros países está muy fea: mucha violencia, muerte, pobreza. No podemos seguir viviendo así y por eso tuvimos que salir de nuestros hogares. Agradecemos el apoyo que hemos recibido de los mexicanos, quienes nos han dado muchos apoyo. Gracias a todos ellos”, dijo.
A punto de caer la noche y de que las puertas de la Basílica de Guadalupe cierren, y sin tener un lugar donde pasar esta noche fría y lluviosa, este grupo de migrantes centroamericanos asegura que es algo que no les preocupa mucho, «porque en nuestros países sufrimos cosas peores como pobreza, muerte y violencia todos los días».
Fuente: El Universal