Ramsés Ancira
En la segunda quincena de abril de 2018, uno por un cáncer que se originó en la próstata, y el otro en un riñón; pero que se extendieron a la columna vertebral presionándoles la médula e impidiéndoles caminar durante los últimos meses de sus vidas, fallecieron los periodistas Armando Lenin Salgado y Armando Contreras González.
Fotoperiodista el primero, de fama internacional, célebre por sus imágenes del Halconazo, del 10 de junio de 1971; y de la Guerrilla en Colombia. Especializado en medios electrónicos, el segundo. El nombre de dos de sus espacios da cuenta de su estilo, “Del Dicho al Hecho” y “Pata de Perro”.
Armando Lenin Salgado estaba a punto de cumplir 80 años en mayo. Armando Contreras González, apenas superaba los 60; sin embargo ambos tenían en común que, además de periodistas fueron al mismo tiempo, y sin proponérselo, uno, historiador gráfico y el otro, especialista en historia oral.
El periodismo es efímero, muchas de las noticias de hoy serán completamente intrascendentes mañana; pero el trabajo de estos dos, ambos Armando de nombre, debe y pasará a ser referente histórico; uno del país en donde el asesinato de estudiantes llegó a convertirse en costumbre impune; el otro por contarnos historias populares de larga vigencia, sin que nadie dejara un testimonio perecedero de su origen, como podía ser la frase “Ve burro y se le ofrece viaje”.
Ambos utilizaron imagen para transmitir hechos, situaciones y emociones. La diferencia es que Armando Salgado nos dio alguna información complementaria con palabras que quedaron impresas en el libro Una Vida de Guerra, editado por Planeta, mientras que Armando Contreras González editó y dejó crónicas narradas con su propia voz, de la historia de mercados, negocios y tradiciones centenarias.
Ambos nacieron en zonas rurales, Salgado en Iguala y Contreras en Xochimilco; pero el primero quizá apenas haya terminado la primaria, mientras que el segundo alcanzó la educación superior. Los dos amaban los libros desde la niñez y Armando logró uno de los mayores niveles de conocimientos que puede conseguirse como autodidacta. El segundo Armando era de complexión pequeña y quizá para defenderse y ganar amigos desarrolló una elocuencia superior a la media, que acabó por convertirlo, primero, en narrador de historias radiofónicas, y luego de crónicas urbanas televisadas.
Armando Lenin, prácticamente huérfano, después de arrear vacas en Iguala llegó a la Ciudad de México y consiguió trabajo como asistente en un laboratorio fotográfico, a donde se encargaban
las imágenes del paso por la capital de la Carrera Panamericana. Esto obligó a desarrollar un sistema que permitiera revelar e imprimir cientos de fotografías en poco tiempo. Nació así el “revelado express”.
Años después, Armando Salgado manejaba un taxi, cuando el director de la revista Sucesos, Raúl Prieto, periodísticamente conocido como Nikito Nipongo, tuvo la idea de buscar reporteros gráficos urbanos, no profesionales, gente capaz de convertir lo cotidiano, como las extorsiones a los comerciantes en la vía pública, en noticia.
Pronto Armando Lenin dejó de interesarse en el taxi y se apasionó con la fotografía, primero de artistas de carpa y paisajes urbanos; luego lo eligieron en la revista Sucesos para todos, como corresponsal de guerra en Colombia, donde fotografió y filmó el asalto a un tren que llevaba la nómina de los soldados. Hasta llegó Salgado a ganar un premio internacional de periodismo en París… que nunca pudo cobrar. Tuvo otros logros, en cambio, como que su trabajo se internacionalizara al aparecer en la revista Life, con un reportaje gráfico sobre los campos de marihuana en Michoacán.
Vinieron luego, sucesivamente, las series fotográficas del Movimiento Estudiantil de 1968; la masacre del 10 de junio de 1971; y la entrevista e imágenes del profesor Genaro Vázquez Rojas, capturadas estas, en algún lugar de las montañas de Guerrero. Lejos de recibir premios por su audacia y logros periodísticos, Salgado fue falsamente acusado de un robo a las oficinas del PRI, lo que le valió una desaparición forzada de más de una semana, durante la cual recibió toda clase de torturas.
Por su parte, Armando Contreras González empezó a destacarse en sus notas radiofónicas más por el cómo y por qué de los hechos, que por el cuándo, dónde y quién, las cinco cuestiones que debe resolver una información eficaz.
Así que la voz de Armando creaba atmósferas e imágenes en la mente de los radioescuchas como pocos reporteros lograban. Luego, ya con el apoyo del video, en su trabajo en televisión, fue el buen humor, la gracia con las que las contaba y la información que contenían, lo que hacía que sus producciones perduraran en el imaginario de los televidentes, por mucho más tiempo que las noticias del día.
Réquiem por Armando Lenin Salgado y por Armando Contreras Gonzáles, vidas relativamente paralelas en la narración de historias cotidianas, que en el día a día se escribieron con h minúscula, pero que van a ser parte de la Historia, con H mayúscula, de la segunda mitad del siglo XX y la primera parte del siglo XXI.