De las 150 especies de frijol que se conocen a nivel mundial, 50 se encuentran en México y pertenecen a la familia de las leguminosas, que junto con los chícharos, habas, soya, mezquites, huizaches, entre otras; agrupa un total de 19,400 especies.
Es uno de los alimentos principales en la dieta de la población mexicana; su consumo anual per cápita es de 9.9 kg; la producción nacional generada durante 2016 fue de un millón 88 mil 767 toneladas, suficiente para cubrir el 98.24 por ciento del consumo nacional; el resto se importa de Estados Unidos, Canadá y China.
Se conocen con los nombres de frijol, poroto, alubia, caraota y judía. En náhuatl se les llamaba etl o etle; se distribuyen desde México hasta Argentina. Fueron domesticados en Mesoamérica hace alrededor de 8,000 años.
Las plantas de frijol son hierbas rastreras y trepadoras con foliolos de tres hojas. El color de sus flores tiene tonalidades rosas, lilas y violetas. Sus semillas, lo que conocemos como frijol propiamente, tiene forma de riñón y crecen en una vaina comestible como legumbre (ejotes, del náhuatl exotl).
El frijol contiene carbohidratos, alto contenido de proteínas, fibra, grasa y minerales (calcio y hierro) y vitaminas del complejo B como la niacina, riboflavina, ácido fólico y tiamina, por lo que es un alimento muy nutritivo y un elemento fundamental en la mesa de los mexicanos.
Los principales estados productores son Zacatecas, Coahuila, Sinaloa, Durango, Nayarit y Chiapas. (http://www.agromarketing.mx)